JoJo's Bizarre Adventure: Mechanical Sky

Fly Away

JoJo's Bizarre Adventure: Mechanical Sky #7
Fly Away

29 de marzo de 1958.

Las tablas de madera del suelo de la zapatería temblaban con cada paso que daba. Sus bolsillos ahora estaban ligeros, pero sus pies pesados. Roger salió de la tienda con una sonrisa, admirando sus recién comprados zapatos de oro puro. Charles no pudo evitar reírse al verlo, se rio tanto que cayó al suelo.

-¡Oye!, ¿de qué te ríes? -Preguntó Roger, indignado.

-Es... es que... eso es... -Charles no era ni capaz de hablar entre sus carcajadas.

-¿Z...zapatos de oro?, qué clase de... JAJAJAJA.

-¡No te rías!, costaron mucho, son bonitos.

-Obvio, obvio. Tal vez debiste haber pensado también en el resto de tu ropa, ¿no? Tienes esos pisos todos lujosos, pero sigues vistiendo como un vagabundo, ahora eres el vagabundo de los zapatos de oro.

Charles Beatle, un miembro de la división de recolección de deudas de Uroboros. Vestía un pantalón ancho que no dejaba ver sus zapatos y una camisa apretada que dejaba al descubierto su estómago; su labial verde brillante contrastaba con su piel, negra como el carbón; tenía piercings en su boca, orejas y su ceja; a veces llevaba gafas de sol en forma de corazón, pero solo en raras ocasiones porque le incomodaban. Prefería vivir lo más relajado posible, haciendo lo mínimo que necesitaba para cualquier trabajo, riéndose de cualquier desgracia que le sucedía y despilfarrando el dinero en todo tipo de cachivaches exóticos. Se hizo rápidamente amigo de Roger, con quien bromeaba constantemente. Ese día habían terminado de recolectar, y Charles acompaño a Roger a comprar unos nuevos zapatos que a su parecer eran "cuestionables" en términos de moda.

Salieron juntos a comer a un restaurante, y se llevaron una sorpresa ambos cuando vieron que ahí también cenaba Christine. Charles no la había visto antes, pero ya la conocía bien; Roger hablaba de ella todo el tiempo, hablaba tanto que Charles ya tenía escrita una lista de excusas para escapar cuando Roger le empezaba a hablar de Christine. Siempre le pareció extraño que alguien como Roger, débil e impulsivo, prefiriera estar con una sola mujer, que como si no fuera suficiente, ni siquiera era su novia, a aprovechar su estatus y dinero para estar con la que quisiera. Charles siempre acusaba a Roger de poco hombre cuando negaba sus invitaciones al club; nunca insistió demasiado con eso y paraba cuando Roger se lo pedía, pese a que le resultara un poco patético, Charles apreciaba a Roger y admiraba su capacidad de confiar en otros, esto último nunca lo admitió, ni siquiera para sí mismo.
Inevitablemente, comenzó la conversación entre Roger y Christine.

Charles solo se sentó a escuchar, no teniendo siquiera el tiempo de decir algo el mismo, pues entre esos dos parecía que compartieran una mente y ya sabían la idea que tenía el otro antes de decirla; Christine habló de las plantas que cuidaba en su jardín, y Roger fingió entender, Christine habló de libros, detallando el desarrollo de cada personaje y los temas de la historia, y Roger que había terminado de memorizarse el alfabeto hace tres días habló con orgullo y claridad sobre cosas a las que ni el mismo les encontraba sentido. Se pusieron tristes ambos al hablar del perro de Christine que hace poco había muerto, ahí Charles también se sintió triste porque recordó cuando era niño y los matones del barrio le mataron a su perro; intento aligerar el ambiente hablando de lo que él sabía y le apasionaba, los trompos, pero como a Christine pareció disgustarle, a Roger también le disgusto, incluso si hace dos semanas se había pasado una tarde entera divirtiéndose con Charles mientras tiraban los trompos. A Charles no le molestó la reacción de Roger, dejó salir una risa y agradeció nunca haberse enamorado. La conversación continuó por horas, y antes de darse cuenta ya eran las tres de la tarde.

-Roger, nos tenemos que ir. -Repentinamente, Charles agarró del hombro a Roger y le habló con todo preocupado.

-¿Qué?, ¿por qué?