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MUCHO ANTES...


En todo el camino no solté ni una sola palabra, con la mirada fija en la carretera a mi lado, le di la espalda a mi madre, me sentía molesta, llena de impotencia y con una gran decepción.

Cada kilómetro que avanzabamos sentía que dejaba una parte de mí vida atrás, mi yo antigua... Aunque ahí también se quedaban los fantasmas de nuestro infierno pasado pero, ¿Cómo explicó que yo extrañaría ese infierno? ¿Que ahí había crecido?

Mi madre, Sara, es una exitosa empresaria y dueña de una de las mejores agencias de modelaje de la ciudad, está en su momento más brillante y claro que lo está aprovechando, por eso nos estamos mudando. Su bebé (la agencia) se encontraba un poco más lejos de donde vivíamos así que decidío que era un buen momento para un cambio de aires, de escenario como decía ella.

Pensé en mi vida y en como todo sería diferente una vez que estuviese ahí, no habíamos llegado y ya me quería ir. Miles de recuerdos vienen a mi mente y contengo fuertemente las ganas de llorar, tenía que aceptar mi destino, una nueva vida como lo había dicho mi madre me esperaba a unos cuantos kilómetros.

¿Estaré exagerando?

Cuando me percate, habíamos parado enfrente de una mansión enorme, el color blanco perla resaltaba desde lejos, mi madre habló con alguien por el comunicador que había fuera del gran portón que nos recibía, éste se abrió y nos dio paso a la que sería mi nueva casa y si, si debo decir que era hermosa pero eso no quitaba el hecho de que aun me quisiera ir.

Cuando mi madre se detuvo me miró espectante, como si esperara a que dijera algo.

—¿Qué opinas de ésto?—soltó nerviosa—¿Te gusta?

En sus ojos pude ver la ilusión, ilusión que se fue tan rápido le di mi respuesta.


—Sabes lo que diré mamá.

—Vale. —asintió—Estoy segura que dentro de poco me lo vas agradecer. Yo jamás haría algo para perjudicarte, piensa en eso si. —salió del auto.

¿Qué quería que hiciera? ¿Que saltara de alegría y que nos barazaramos?
Pues no, no podía, me negaba, no podía dejar de pensar en todo lo que estaba dejando a unos miles de tantos kilómetros atrás.

Aun en el auto pude ver a dos hombres saliendo del interior de la casa, saludaron a mi madre de manera muy formal y con una sonrisa llegó hasta mi con ellos siguiéndola.

—Ellos son Alfred y Erwin, deja que ellos bajen las maletas y nos ayuden a ponerlas adentro.— ellos me miraron con una sonrisa amable, asentí dejando que hicieran su trabajo.

—Estaré adentro. —puso su mano en mi hombro y la vi desaparecer en el interior de la casa. Sé que intentaba darme mi espacio y lo agradecía, estos días las cosas entre nosotras han estado muy tensas y sé que ella no quería empeorar la situación.

Tampoco quería ser egoísta y sonar como la típica adolescente que no entiende las cosas, de verdad no era así, yo estaba feliz por los logros de mi mamá, pero, me sentía traicionada, obligada a estar en un lugar en el que no quería estar realmente.pero también recuerdo todo lo que hemos tenido que pasar, el infierno qué sufrimos años atrás.

Desde pequeños, mi madre nos había enseñado a mi hermano y a mi que nada nos iba faltar, que no estaríamos solos ( no lo cumplió), nos llenó de lujos y regalos, de esa forma nos hizo entender que esa era su forma de demostrar cariño, con lujos y detalles.... Materiales al final, lejos de ser una familia normal, era su forma de compensar su ausencia, nunca me queje de eso, realmente disfrutaba de los lujos y las posibilidades que eso me ofrecia. Pero eso cambió cuando empecé a crecer, cuando empecé a necesitarla más a ella que esos miles de regalos que me hacían sentír vacía,yo necesitaba más... Necesitaba a mi mamá.

Caminé hasta una gran fuente, esta se encontraba en la esquina de la entrada, la detallé con más atención dándome cuenta de que su forma era la de una hada rodeada de otras figuritas a su alrededor, su diseño era hermoso y a gran detelle, el agua salía de sus alas haciendo que cuando el sol diera justo en el agua esta brillará de diferentes colores.

Decidí entrar al fin y si estaba convencida de que estaba encantada con lo que había visto fuera era claro que debía ver su interior, su color blanco resaltaba en cada pequeño lugar, los muebles de un color más oscuro hacían un perfecto contraste, cada pequeño detalle estaba perfectamente escogido. La casa tenía mucha personalidad, se veía imponente y hermosa al mismo tiempo, el mármol brillaba de una forma increíble y las paredes podían verse aún si alguna luz, los detalles, todo le sana un aire de historia y juventud al mismo tiempo, esta casa gritaba Sara en todas partes y ayuda entendía porque la había escogido.

En medio se encontraban unas enormes escaleras, estas se perdían en su camino hacia arriba, a su lado una gran sala me recibía, a su lado un gran mueble con fotos familiares, no dude en ir hasta ese lugar, nos veíamos felices, como una familia feliz y normal, extrañaba eso, los momentos, los recuerdos de lo que era ser una familia normal.

No se cuanto tiempo estuve admirando cada cosa que me encontraba que no note a mi madre justo detrás de mi y sin poder evitarlo pegue un brinco del susto.

— ¡Dios, mamá, me has asustado!

— ¿Te gusta éste lugar? —sus grandes ojos de color café me miraban con atención mientras tomaba asiento en uno de los sillones del lugar.

—Da igual lo que diga. —me encogí de hombros—Eso me quedó claro.

No respondió así que continúe

—Pero si tengo una pregunta. —asintió—¿Por qué siento que cada cosa que haces lo haces para compensar algo mamá?

Sonó a reclamo y así ella lo sintió.

—No digas eso Elena, yo solo quiero lo mejor... —la corte.

—Lo mejor para mi ya sé pero... estoy cansada de que siempre trates de arreglar todo con regalos y dinero, eso no es importante Sara. —di un paso hacia ella—Necesito algo real, necesito a mi mamá, no al dinero.

Pude ver el desconcierto en su rostro, era claro que no se esperaba que le soltara aquello pero era la verdad, necesitaba a mi mamá sobre todas las cosas, necesitaba sentirme segura y protegida y mi reclamo era como una herida a la yugular para ella.

Mi relación con mi madre ha sido difícil, desde pequeña tenía que ver como se iba por largos días por culpa de su trabajo, viajaba mucho y si, el dinero nunca fue un problema, pero cuando crecí comencé a necesitarla cada vez más y cuando vi que no estaba comencé a alejarme de su lado haciéndo qué discutieramos hasta por el más pequeño detalle. Mi hermano si tuvo la suerte de irse a tiempo y escapar de esta cárcel, pero yo me quedé aquí...

—Eso lo sé creeme. —se acercó a mi—Sé que he fallado muchas veces, sé que no he estado siempre, pero siempre he tratado darles los mejor a tu hermano y a ti, nunca quise que les faltara nada y ese fue mi error, ahora quiero arreglarlo. —tomó mi rostro con sus manos—Ahora podemos, después de todo el infierno que hemos pasado, solo quiero hacer las cosas bien.

No respondí, no supe que decir.

—Ahora somos libres Elena, no dejemos que las cosas del pasado dañen este nuevo comienzo que está por empezar. —me susurro y pude ver como sus ojos estaban cristalinos.

¿Y si lo intento?

¿Podía confiar en ella?

¿En su palabra?

Lo haría, la decisión estaba tomada, nos daría la oportunidad de volver a empezar.

Si, no estaba del todo contenta con estar en un nuevo lugar y dejar mi vida atrás como si nada, pero también sabía que no era el fin de mundo y además que sería un infierno si no sabía sobrellevar las cosas, así que decidí empezar de nuevo, tratar de llevar esto de la mejor manera y tratar de ser más cercana a mi madre, todo pasaba por algo y estaba segura de que había algo reservado para mi.

¿Qué podría salir mal?

Peligrosa Tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora