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Roier se despertó lentamente, molesto por el ruido de las máquinas que lo rodeaban. No eran muchas, pero aún no lograba acostumbrarse del todo a oir el constante pitido que indicaba su pulso y el que provocaba cada vez que hacía un movimiento mal y alguno de los aparatos en su cuerpo se movía unos centímetros de su posición. Miró a un lado y vio a Cellbit tomando su mano, aún durmiendo. Sonrió al verlo allí, una vez más, como casi todas las mañanas que llevaba hospitalizado. Volvió a cerrar los ojos y apretó suavemente la mano de Cellbit, con mucho cuidado de no despertarlo, pues sabía las horas que pasaba sin dormir con tal de estar allí cuidándolo, y también sabía que había tenido que comprar con algo de dinero a las enfermeras para que lo dejasen estar allí todo el tiempo y no sólo en los horarios de visita. No podía esperar a recuperarse, o al menos poder volver a hablar bien y agradecerle infinitamente a Cellbit, decirle cuanto lo amaba y asegurarle que nunca más volvería a ocurrirle nada malo.

"Nunca más"... o eso quería hacerse creer, pues sabía que su condición no era buena; a pesar de no sentirse muy mal, cada vez que le desconectaban la máquina que lo ayudaba a respirar empezaba a sentir el cuerpo más pesado y su respiración se hacía más lenta, así que las enfermeras hacían lo posible por no tener que dejarlo desconectado mucho tiempo, cosa que era realmente difícil cuando tenía que entrar a bañarse o cuando debía comer. Por suerte ya no tenía que comer através de una sonda como los primeros días, pero no le bastaba con eso; necesitaba recuperarse, y pronto. Sabía que en algún momento tendría que contarle a Cellbit sobre su condición, pero aún así trataba de posponer ese momento cada vez que era posible, cambiando de tema, comenzando a toser o incluso pidiéndole algún favor cuando los doctores entraban a hablar con Roier. Respiró pesadamente, necesitaba darse la valentía de hablar las cosas, después de todo, tal vez la dificultad para respirar era normal y no tenía nada que ver con su condición, pero aún así debía contárselo en caso de alguna emergencia. El día anterior había dormido mucho, sabía que sus hermanas habían ido a verlo y se habían quedado allí con él, pero solamente había interactuado unos minutos con ellas cuando tenía que comer y cuando le pedían alguna foto para su familia o para Cellbit... cosa que había encontrado extraña, pues según él, ellas no sabían sobre lo suyo con el brasileño, y estaba seguro de que él no les contaría sin preguntarle antes. ¿Era muy obvio? ¿les había dicho sin darse cuenta? ¿Alguien más sabía?

— ¿Estás despierto?

Se sobresaltó con la voz de Cellbit, sacándolo de sus pensamientos. Asintió con la cabeza y se giró para mirarlo mientras sonreía.

— Buenos días, Roi

Cellbit se estiró un poco y le dió un beso en la frente, poniéndose de pie y caminando hacia la puerta.

— Iré por un café y le avisaré a las enfermeras que ya estás despierto, vuelvo en un minuto!

Roier asintió con la cabeza mientras lo miraba salir, mordiéndose un poco la lengua por todo lo que había estado pensando. Por un lado quería ser optimista, pero por el otro tenía muchísimo miedo de que algo pasara.

Pasaron algunos minutos y entró una enfermera con su desayuno. Lo ayudó a acomodarse y salió de la habitación mientras entraba Cellbit.

— Los doctores dijeron que si los medicamentos están funcionando bien, mañana ya podrías hablar por completo!

Roier veía a Cellbit animado, pero podía sentir que algo andaba mal. Era como si abajo de esa sonrisa estuviera pasando algo más, algo horrible.

— Roi..

Oh no, oh no.

— Tengo que decirte algo.

Roier sentía su corazón latiendo en sus oídos, Cellbit se sentó a los pies de la camilla mirándose las manos.

𝓓𝓪𝓷𝓭𝓮𝓵𝓲𝓸𝓷𝓼 || 𝕲𝖚𝖆𝖕𝖔𝖉𝖚𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora