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5 de Abril, 2 semanas desde el trasplante.

"Roier, despierta, ya es tarde"

No hay respuesta.

— "Vamos, guapito."

— "¿Eh? ¿Cellbit?"

Roier levantó la cabeza rápidamente de entre sus mantas, buscando de donde provino esa voz tan conocida. Pero por supuesto, igual que los últimos 5 días, solamente había sido su imaginación haciéndole pasar un mal rato.

Vio a Jaiden mirándolo desde el marco de la puerta con una cara indescifrable; tal vez de pena, nostalgia o compasión, no podía saberlo bien. Su hermana mayor suspiró y se sentó junto a él en la cama, entregándole un sobre negro que él ya había abierto y leído una y otra vez.

— "Sólamente por hoy. tienes que ir al velorio, ¿sí? Sé que es difícil, pero ya has leído la invitación cientos de veces y ninguna vez ha cambiado lo que dice."

Salió de la habitación luego de darle un beso en la cabeza y abrazarlo con cuidado. Roier miró otra vez la invitación al velorio y por un momento decidió quedarse acostado, otra vez, solamente un día más... Pero entonces sintió un nudo de culpa en el estómago, el mismo que llevaba sintiendo varios días y esta vez decidió no ignorarlo.

Salió de la cama y tomó el traje que llevaba colgado hace días en su armario, antes de entrar al baño para darse una ducha. Miró el espejo y le costó reconocer a la persona que le devolvía la mirada: tenía los ojos hundidos y con ojeras por la falta de sueño, sus piernas temblaban por el esfuerzo de mantenerse en pie y había una herida ya en fase de proliferación atravesando desde el estrecho superior del tórax hasta donde terminaban sus costillas. Deseó revisar la herida, tocarla, quizás volver a abrirla; pero sabía que no debía hacerlo, era afortunado de tener una cicatrización realmente buena y el corte ya estaba empezando a sanar, lo cual era el proceso más largo de todos.

Había sido una semana difícil desde que salió de hospital, y sabía que aún no se había acabado pues tenía que seguir asistiendo una vez a la semana por los próximos seis meses. Por suerte, la operación había salido bien y no hubieron mayores complicaciones; se podía decir que todo el equipo médico estaba orgulloso del trabajo que habían hecho antes y durante el trasplante. Pero él no se sentía así, se sentía vacío incluso si tenía todo en su lugar y todo había salido bien, tenía ganas de aislarse y dormir, dormir por siempre, no comer, no hablar, no estar con nadie. Y lo haría, si no fuese porque sus hermanas se mantenían a su lado todo el tiempo en casa de Cellbit mientras la suya estaba siendo reconstruida. Le hacían de comer, le recordaban tomar sus medicamentos y levantarse de la cama para hacer ejercicio, incluso si él se tardaba horas en darse un poco de ánimo.

Se sentía horrible, y no fue para nada mejor cuando, caminando junto a Jaiden a través del campo, logró ver un toldo bajo el cual habían algunas sillas y flores, y frente a todas ellas, un pequeño árbol, prácticamente un esqueje que había sido trasplantado desde alguna otra maceta. Sintió algo de vértigo al pensar en eso, pero trató de borrarlo de su mente y se fue a sentar con sus hermanas.

No había mucha gente, se sabía que él no era amigo de muchos. Con la mirada pudo reconocer a Forever y a Halo; habían un par de personas más, dos chicos que llevaban pulseras azules y verdes, una chica de pelo blanco, un hombre con rulos y piel morena, y por último un hombre pálido con de traje y cabello blanco, parado junto a las sillas.

La ceremonia empezó cuando un cura se paró en el podio de madera y abrió un libro. No fue necesario pedir silencio, nadie hablaba.

— "En memoria de Cellbit Lange, filósofo, geógrafo e investigador, fallecido a los 28 años."

𝓓𝓪𝓷𝓭𝓮𝓵𝓲𝓸𝓷𝓼 || 𝕲𝖚𝖆𝖕𝖔𝖉𝖚𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora