Epílogo

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Siempre pensé que el destino estaba escrito, y no podías hacer nada contra ello. Todo se basaba en una simple fina línea de donde no podías salir.

Todo estaba escrito, todo pasa por algo.

Hasta entonces no entendí que había momentos a lo largo de la vida en donde uno tenía que arriesgarse, cruzar esa línea sin miedo y sin mirar atrás, solo mirando hacia delante.

Entonces, y solo entonces, es cuando encuentras los mejores tesoros que esconde la vida; esos que no se encuentran en aquella línea a la vista de cualquier persona.

Pero, para llegar a ellos, tenías primero que salir de aquella línea que nos lleva a todos consigo, y, simplemente, saltar y adentrarse en nuevos caminos desconocidos.

Quizás unos llevaban a grandes praderas donde todo eran flores y verde hierba. Quizás otros llevaban a densos bosques por donde apenas pasaba la luz. Pero todo aquello solo lo descubría el valiente que se atreviera a dejar la vida que el destino le tenía para él, y crear su propio camino, a su gusto.

Llegó un momento en mi vida en el que me di cuenta de lo que el destino tenía planeado para mi, y, aunque no fuera una total apasionada de las aventuras, decidí sobrepasar aquella línea sobre la que tanto acostumbraba a pensar y comenzar a crear mi propio camino, uno que realmente me gustara y valiera la pena, al menos, para mi.

Mystery of love | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora