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Cuatro de agosto de 2022. Tres meses y cuatro días llevaba viviendo en Barcelona.

Mañana sería el dieciocho cumpleaños de Gavi. Ya tenía su regalo, solo esperaba acertar.

Esta tarde había quedado con él para ir a la playa y tenía pensado dárselo. No sabía si mañana iría a Sevilla a pasar el fin de semana o me quedaría en Barcelona, así que mejor no arriesgarse.

No era tampoco la primera vez que quedaba a solas con él. Esta última semana me había acompañado a la hípica y hemos pasado alguna tarde que otra juntos. Realmente sentía que estábamos creando una bonita relación, esperaba que no se estropeara, o lo que era peor, que solo lo sintiera así yo.

También había ampliado mi relación con algunos chicos del equipo, con los más jóvenes sobre todo me atrevería a decir.

Estaba demasiado agradecida por todo lo que estaba viviendo, y aunque llevara tres meses y cuatro días en Barcelona, no se me estaba haciendo tan cuesta arriba como en un principio.

Me encontraba guardando el regalo en mi cesta cuando mi teléfono comenzó a sonar mostrando una llamada entrante. Era Pablo. Me esperaba en mi portal y me pedía que aligerara o el taxi se iría.

Con una risa tonta, bajé y lo saludé, ambos entrando al coche. Rápido entablamos conversación para que el trayecto fuera más ameno, y cuando nos quisimos dar cuenta ya nos encontrábamos en la playa.

Le pagamos al taxista, quién por suerte no reconoció a mi acompañante, y nos dirigimos a la preciosa cala que descubrí gracias a los futbolistas. Debería de estar desierta ahora mismo.

Pasamos la tarde entre el sol, la arena y el mar. Una de mis combinaciones favoritas sin duda.

Pronto se comenzó a poner el sol, y me pareció el mejor momento para darle el regalo a mi amigo.

- Gavi, tengo algo para ti - dije. Estábamos tumbados boca abajo en las toallas, recién salidos del mar.

- ¿No será un regalo por mi cumple años, no? - preguntó dándose la vuelta, mirando ahora hacia mí - Te dije que no tenías que regalarme nada.

- Y yo te dije que eso era imposible - dije sacando la bolsa de mi cesta - Menos mal que está intacta. Espero que te guste - terminé pasándosela mientras sonreía.

- Sabes que me va a gustar sea lo que sea - dijo incorporándose, cosa que imité.

Estaba de los nervios viendo como sacaba la caja de la bolsa y quitaba el papel regalo a una velocidad que me pareció una tortura.

¿Y si no le gustaba y fingía lo contrario solo porque estaba yo delante?

¿Y si la había cagado y no tenía que haberle regalado nada?

¿Y si...?

Para ya. No seas pesada.

Me obligué a quitar todas aquellas preguntas de mi cabeza y fijarme en su reacción al abrir la caja ya sin papel cubriéndola.

De ella sacó unas botas de fútbol que esperaba con todas mis fuerzas que realmente fueran su talla y no se hubieran equivocado Fermín y Pedri cuando les pregunté.

El sevillano frunció el ceño haciendo ver que no terminaba de entender el por qué de mi regalo al completo.

- Dale la vuelta - le dije.

Gavi siguió mis palabras y giró las botas. En un lateral se podía ver en negro escrito "Pablo - Aurora". Hacían referencia a sus padres pero principalmente a su hermana y él. Esa fue mi intención desde un principio al menos.

Mystery of love | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora