10

1.6K 60 0
                                    

El día siguiente a la fiesta lo pasé casi entero durmiendo, y lo que no, tumbada en el sofá viendo películas. La fiesta del sevillano me había dejado sin ganas de nada, así que le hice caso a mi cuerpo y no salí de casa en todo el día.

El día pasó rápido, al igual que la mañana siguiente, pues pronto y sin darme cuenta me encontraba en mi piso en Sevilla dispuesta a dirigirme a casa de mis abuelos paternos.

Pasé los tres cortos días en el sur visitando a mi familia, amigos y el hospital. Le dieron el alta a mi abuelo el martes antes de que nos volviéramos al norte, lo que nos dejó más tranquilos. 

Hice una "fiesta de pijamas" en casa de mis abuelos maternos con mi prima, como solíamos hacer cuando éramos pequeños. Salí con amigos que no veía desde hacía bastante tiempo, con los que siempre me reunía y salía desde pequeña.

No podía quejarme de nada, me lo había pasado de escándalo, y en el trayecto de vuelta a mi nueva casa, mientras hablaba con mi mejor amiga por video llamada, me di cuenta una vez más de lo afortunada que era. Tenía dos hogares muy distintos pero similares a la vez. En ambos me sentía completa, todo lo que quise una vez cuando nos tuvimos que mudar.

El miércoles también llegó rápido, y con él, la vuelta a la rutina. Iba a la hípica por las mañanas junto a Sira y las tardes las pasábamos en la playa disfrutando de la tranquilidad, bueno, toda la que se podía tener estando rodeada de chicos que se vuelven locos teniendo un balón en sus pies.

El jueves me dieron la mejor noticia que me podrían haber dado desde que tenía apenas diez años, todo con lo que alguna vez soñé. 

Ese mismo fin de semana se celebraría un pequeño concurso de salto en mi hípica, sin mucho reconocimiento y totalmente gratuito, pero habían pensado en mí ya que sabían que era a lo que yo aspiraba y sería una buena manera para iniciarme en este mundo.

Mi entrenadora confiaba en mi y estaría apoyándome en todo, eso fue una de las razones que me impulsaron a aceptar inmediatamente la oferta. 

Con una sonrisa en la cara que nada ni nadie me quitaría en lo que restaba de día, me monté en el coche con Sira y Ferran mientras, desde atrás, avisaba a todos de la noticia, menos a mis padres. Quería decírselo yo personalmente.

- Hola Ale, ¿pasa algo? - dijo Fermín al descolgar mi video llamada entrante. Supuse que estaba jugando a algún video juego pues dejó el móvil por ahí apoyado mientras tenía la vista fija al frente y un mando entre sus manos.

- No sabes qué me acaba de pasar.

- A ver, sorpréndenos.

- ¿Con quién estas? - pregunté frunciendo el cejo levemente.

- Con nadie que no conozcas - dijo terminando la partida, supuse. Giró el móvil y pude ver a Pedri en la misma posición que él y a Pablo al lado del canario.

- Hola chicos - dije aún sonriendo y moviéndoles la mano a modo de saludo - Bueno, pues a lo que iba. Estaba dejando las cosas en su sitio después de entrenar cuando se me acerca María, mi entrenadora, y me pregunta que si quiero participar en un concurso de salto este sábado. Que me ve preparada para comenzar a concursar.

- Pero eso es una buenísima noticia Ale, qué bien - dijo el onubense sonriendo haciendo que yo lo hiciera más todavía si es que era posible. 

- Lo sé, por eso te llamaba. 

- Guárdame un sitio que quiero estar ahí y verte en primera fila.

- Lo tendrás, tranquilo. Uno con un cartelito que ponga: "Don Fermín López" - dije riendo.

Mystery of love | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora