¿Cuánto más debo soportar? ¿Cuánto tiempo debo esperar para que alguien se digne a sacarme de esté lugar? No lo sé... ¿hay salvación? ¿Alguien puede detenerlo? ¿Alguien es capaz de escuchar mis suplicas? Nadie, jamás hay una respuesta a todas mis preguntas, porque en realidad no la había. Desde un inicio la desgracia me ha perseguido en los más grandes confines, no nací en cuna de oro, ni siquiera en casa de un humilde campesino, no... fui el producto de una deshonrante y aberrante arrebato hacia una humilde esclava a la cual trataron como basura, alguien como yo ya tenía su destino escrito.
Cuando un niño nace y su madre es esclava... olvídate de mirar la luz del día como algo esplendoroso y lleno de vida, te acostumbrarás a las sombras porque ellas serán las encargadas de aliviarte de las miradas de asco y burla sobre ti, mi madre no era la mujer más dócil, y podía comprenderla, mis quejas por el hambre, por la sed, por el frío, por enfermarme no valían la pena, ella siempre me miro con desprecio por el hecho de que tenía algún parecido con el hombre que había abusado de ella. Y por ese hecho no tardo mucho en deshacerse de mí.
Su mirada fría y la negativa de que soy su hijo me partieron en dos el corazón, pero lo acepte, lloré aceptando mi cruel y espantosa realidad, y no pude más que resistirme a las terribles ganas de correr hacia ella. Hombres más fuertes me escoltaron hacia un mercado en donde se vendían personas, la comida era escasa y las condiciones de todos deplorables, ni siquiera un cerdo podía decirse digno de vivir allí, los corrales de humanos, eran asquerosos, aromas nauseabundos abundaban por todo el rededor, miradas de miedo y cuerpos temblorosos, en ese punto me creí realmente perdido y la idea de morir no tardo en pasar por mi cabeza, estrangularme, terminar con mi vida, sentirme realmente libre al cerrar los ojos para siempre, pero eso no fue posible, no aquella noche del treinta y uno de octubre del año mil setecientos veinte.
La noche había caído sobre nosotros, y la única luz que podíamos permitirnos se encontraba justo afuera del establo, el viento traspasaba las paredes agujeradas de madera, silbando a su paso recordándonos lo escalofriante que puede ser sentirse solo, encerrado, empapado hasta los hombros, sucio y totalmente presa de la oscuridad. Aquella noche en particular no pude conciliar el sueño, ni siquiera cuando los últimos rayos de luz diurna abandonaron el cielo, mi boca estaba completamente seca y en lo único que pensaba era en agua, pero no sabía ni siquiera como obtenerla, y si la pedía seguramente recibiría latigazos a cambio, así que lo mejor para ese momento era mantener la boca cerrada.
Esa noche alguien apareció, no estaba seguro que hora era, pero estaba completamente seguro de que esa no era una hora habitual para abrir las puertas del granero, las puertas chirrearon tan delgado que sus ecos lograron que mi piel sintiera un enorme escalofrío. Vi al comprador y al vendedor ingresar al lugar, y jamás pude estar más agradecido de no quedarme dormido.
—Esto es inusual, pero por la cantidad ofrecida, puede llevarse a los que quiera —el vendedor lo dijo con tanto animo que parecía que había obtenido el dinero suficiente para vivir por una década entera—, adelante.
—Gracias —mire hacia el comprador, un hombre de apariencia joven que definitivamente tenía una pinta de ser millonario, sus ropas estaban confeccionadas con las más finas telas, sus botas de piel de animal y ese abrigo de piel de zorro dejaban más que claro que se trataba de alguien que podía comprarse cualquier cosa que le gustase con sólo mirarlo.
La mirada de aquel hombre además de sus pasos fueron inspeccionando a cada momento a las personas que se encontraban allí, por supuesto todos se encontraban profundamente dormidos a excepción mía. Él miraba los rostros enloquecidos, admirando facciones sin mucho detalle, viendo cuerpos con ropas destruidas, observando semblantes de salud, y quizás mi mirada fue lo suficientemente pesada para llamar su atención porque cuando menos lo espere, él me miro.
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It's Halloween || JimSu ||
أدب الهواةHace mucho tiempo cuando la oscuridad reinaba por cualquier rincón del mundo, las criaturas nocturnas eran quienes reinaban, monstruos ocultos entre las sombras, las amenazantes ramas secas del otoño haciendo los bosques más espesos, aullidos de cri...