-Buenas Wednesday -Me dijo Xavier al dejar a Eugene - ¿Te vienes con nosotros? -Su invitación parecía sincera. Era un chico majo de verdad.
-Sí, ¿no te importa? He oído que pagabas tú y me he dicho ''me apunto'
-Genial.
-Era broma Xavier - dijo Eugene.
-Ah.
-Sí, no dependo de la caridad. -Estaba empezando a pensar que ellos creían que sí. -No, claro que no. Es que me siento mal por no habértelo dicho antes -explicó Eugene. Xavier asintió. -Era una sorpresa.
-Chicos, no os va a dar tiempo a comer si seguís mimándome, id ya, pasadlo bien. Y eh.. felicidades?. Hace tiempo leí un libro sobre como los segundos cumplemeses son el comienzo de una eternidad, horrible la verdad.
Eugene me miró con el ceño fruncido y me pegó en la cabeza. -Pórtate bien.
Entonces me quedé sola en el camino, viendo cómo los grupos de adolescentes de mi alrededor hablaban y se reían. No sé por qué Eugene se preocupa tanto por mi. Estoy bien sola. Prefiero que así sea.
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Estaba sentada en los escalones de la entrada del instituto, completamente sola, en paz, con el cuaderno en mi regazo, dibujando. Añadí unas flores al esbozo de la falda y pinté las medias de color negro. Tenía los auriculares puestos y estaba escuchando West Coast de Lana Del rey, ''Im in love'' decía la canción en mis oídos. Una frase que se repetía en mi cabeza y estaba cansada de escuchar salir diariamente de la boca de las chicas de mi clase, -¿como puede ser todo tan fácil para ellas? -me dije para mi misma.
Seguía escuchando la canción mientras dibujaba y me hizo recordar que días atrás se me ocurrió intentar aprenderla para tocarla en mi violonchelo, esperaba poder practicar para más tarde.
El ruido de un monovolumen fue lo bastante fuerte como para ahogar la música, cosa que me irritó un poco. Pero no me hizo falta levantar la vista para saber que mi madre acababa de llegar. Cerré el cuaderno lo metí en la mochila me quité los auriculares y me levanté. Pude ver la cabeza de mi hermano en el asiento trasero. Mi madre debía haber ido a recogerlo del colegio a el primero.
Abrí la puerta del copiloto. Una canción antigua de One Direction inundó el ambiente y comprobé que el asiento estaba ocupado por los cajoncitos donde mi madre guardaba sus joyas. -¿Puedes montarte en el asiento trasero? -Preguntó mi madre-. Tengo que entregarle un collar a un cliente de camino a casa. Apretó un botón. La puerta de atrás se abrió, deslizándose y revelando a mi hermano que me tiró un vaso de plástico. Miré alrededor para comprobar cuánta vergüenza tenía que sentir. Ya no había mucha gente en el aparcamiento, unos pocos chavales subiendo a sus coches o gritando a sus amigos. No vi nadie que pareciera estar prestándome atención. -¿Por qué me preocupo tanto? Ah -suspire, todo seria mucho mejor si no fuese tan timida.
-Siento llegar tarde -Añadió mi madre.
-No pasa nada. -Cerré la puerta de delante, aparté el vaso del asfalto y le di una palmadita a mi hermano -Quítate.
Retiré con la mano unos snacks de queso que había en el asiento y me senté.
Pensaba que iba a venir Lia a recogerme -Le dije a mi madre.
Lia, mi mejor y única amiga a la que le cuento todo, la conocí en un campamento de verano hace 2 años, tiene 19 años, coche propio, trabajaba e iba a la universidad. Sin embargo, sus padres le dejan hacer lo que quiera y prácticamente vive en mi casa (privándome de mi oportunidad de contar con una habitación propia), con una condición, debía cumplir ciertas obligaciones familiares. Como recogerme de clase.
-Hoy trabaja hasta tarde en la tienda del campus -Me recordó mi madre-. Eh, ¿te estás quejando de que la supermoderna de tu madre haya venido a recogerte?- bromeó, mirándome por el retrovisor.
Me reí
-¿La madres supermodernas usan la palabra ''supermodernas'' ?
-¿Guay? ¿Chula? ¿Molona? -De repente sonó una de las canciones que mi hermano pone constantemente, mi madre se volvió hacia mi hermano y dijo, Pericles deja ya el móvil, -Pero ¡A Wednesday le dejas tenerlo todo el día! -Ella ya es mayor y responsable, no está 7 horas como tu, entiéndelo.
Rápidamente le quité el móvil de las manos, realmente es muy pesado.
Pericles me dio un codazo en la tripa e intentó quitarme el móvil de las manos.
-Ahora es mío -dije, y provoqué un grito por parte de mi hermano. Cogí el móvil y lo tiré al maletero.
Mi madre suspiró.
-No sé si eso ha servido de mucha ayuda.
-Mis intestinos lo agradecen mucho.
Mi hermano se rio y le revolví el pelo.
Mi madre dio un frenazo cuando un BMW rojo se cruzó en su carril. Estiré el brazo para impedir que Pericles se golpeara la cabeza con el asiento de delante. No tuve que mirar al conductor para saber quién era, pero lo vi de todos modos. Con su pelo rubio con mechas ondulado y perfectamente peinado. Enid tenía toda la pinta de ser una chica maja del montón. Alta con una actitud de liderazgo, con una sonrisa muy mona, unos ojos verde azulados muy bonitos y una voz atractiva. Pero era jodidamente falso. Era todo una tapadera, lo contrario, una doble cara. Era una chica consentida y mimada, que se creía superior a todos los demás, la típica chica popular que tiene a todos detrás, y se lo tenía muy creído. En mi opinión está zumbada.
-Creo que alguien se sacó el carné de conducir en la feria. -Murmuró mi madre mientras Enid se alejaba en su coche. Ojalá se hubiera estampado contra algo.
-Hay muchas cosas que no sabe hacer. Por ejemplo conseguir que los motes rimen. -Dije.
-¿La conoces? -Es Enid Sinclair. Aunque la gente la llama plástica. -Eso sí que tenía gracia.
-Ah ¿sí? pues eso no está nada bien. -dijo mi madre.
-Era una broma, pro deberían hacerlo.
-Enid... -Mi madre entrecerró los ojos, pensativa. Eugene salía con ella ¿no? en primero -dijo mi madre.
-Si, pero al final de todo cuando lo dejaron dijo que todo fue un juego de su parte, una apuesta ya sabes. Todavía no me creo que le pudiera hacer eso a Eugene, yo pienso que ella en un principio lo quería o siempre lo quiso, pero cuando terminaron su orgullo no soportó, pero quien sabe, es una zorra desde pequeña, tal vez si que fue todo fingido.
Enid y yo nos peleamos tanto que básicamente él tuvo que elegir bando. El decía que la ruptura no fue culpa mía, pero lo más seguro es que lo fuera, porque el estaba dispuesto a perdonarla. La mitad del tiempo me sentí culpable por ello y la otra mitad pensaba que le había ahorrado mucho sufrimiento.
-Ya decía yo que me resultaba familiar -dijo mi madre mientras giraba hacia la derecha-. ¿Ha venido a casa alguna vez?.
-No. -Y gracias a dios, sin duda. Enid se habría metido conmigo por el eterno desorden de nuestra casa. Eugene me arrastró una vez a casa de Enid por su 12 cumpleaños. Cuando llamamos a la puerta y ella abrió, en su cara se pudo ver perfectamente cómo se sentía al descubrir que yo también me había apuntado.
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-Menuda sorpresa de cumpleaños -dijo en un tono sarcástico al entrar de nuevo en la casa, con Eugene y conmigo detrás.
-Créeme, yo tampoco quería venir -le contesté.
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Bayss
Ana🕷️