Act VI

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Un sueño verdaderamente amargo

—¿Bien... hecho?

—¡Claro! ¡Estoy orgulloso! La verdad, yo hubiera hecho lo mismo que tú en tu lugar, Shadowy Lady.

—Oh, ya has descubierto ese maldito apodo. No has tardado.

—Si. Tengo mis contactos. En fin, ¿de verdad ibas a matarme?

—No, si te parece iba a darte el veneno porque sabía que era tu favorito—Enarqué una ceja.

—Jaja, vale, lo pillo, está claro que no dejarás de sorprenderme, pequeño saltamontes.

—Pero... ¿tú puedes beber veneno?

—Bueno, ya que me lo he tomado y no me ha pasado nada, creo que deberías saber llegar a esa conclusión tú solita.

—Ya, ¿pero cómo es posible?

—¿Cómo es lo tuyo posible?

Su pregunta me hace preguntarme eso seriamente. La verdad, no tengo ni idea.

—Pues no sé, la verdad. Me parece que de pequeña... creo que lo vi una vez en... algún sitio y... intenté probarlo porque no sabía que era y... no recuerdo exactamente lo que pasó después... solo recuerdo que a partir de ahí lo tomaba... siempre... y no... no me pasaba nada—Digo, algo sorprendida de este recuerdo tan oculto.

—Vaya... parece como si alguien quisiera que lo probarás... nadie dejaría veneno al alcance de una niña pequeña.

—Y-ya...

Charlamos un rato más y luego se va.

—Me ha gustado tu guarida. Buen truco el de la casita falsa del ascensor—Dice, levantado el pulgar—. En fin, nos vemos.

Una vez se va, me quedo un segundo pensando en lo que he recordado. Me resulta extraño porque no suelo recordar nada de mi pasado. Nunca había recordado nada desde... uff, no sé, desde hace mucho tiempo.

Miro la hora: las 11:57 de la noche. Ya no me va a dar tiempo a llegar a los seis asesinatos, pero al menos he conseguido matar a cuatro.

***

Miro a mi alrededor. Estoy en una casa que no me resulta muy familiar.

Hay un piano a mi lado. Encima de él hay una botella de cristal con un líquido oscuro dentro. Vuelvo a mirar a mi alrededor, pero no veo a nadie. Tengo sed. Me acerco dubitativa a la botella. No pasará nada por probar... agarro la botella con unas manos muy pequeñitas y me llevo la botella a los labios.

El líquido pasa por mi garganta, ardiente y empiezo a sentir que se me está quemando el cuerpo entero, me falla la respiración.

Un hombre se me acerca.

Un hombre que debería estar preocupado.

Y que está sonriendo.

—Perfecto, ¡perfecto!—Exclama, victorioso, mientras yo muero.

Me levanta con suma facilidad y me lleva a una sala que no distingo, solo veo una camilla en la que me apoya. Empiezo a notar todo tipo de inyecciones y análisis de sangre, hasta que me mareo y me quedo inconsciente.

***

Me despierto con un chillido y sudores fríos que invaden mi cuerpo.

Shadowy LadyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora