Act VII

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Recuerdos inesperados

A veces creo que soy estúpida.

De verdad, yo nunca hubiera hecho esto.

No sé qué me pasa, en qué momento se me ocurrió hacerle caso.

Tuvo una idea horrible. Una idea estúpidamente ridícula, y yo dije: "oh, genial, que idea tan brillante de los dioses".

Así que sí, estoy corriendo.

Y tengo claro que ha sido la peor idea posible.

En serio, es la última vez que lo hago. Jamás volveré a salir con estas pintas, jamás volveré a sudar y jamás volveré a hacerle caso. Es un maldito lunático. Está chalado, ¿a quién se le ocurre? Buff, voy a matarlo. Le voy a volar la maldita cabeza, a ver si tiene algo dentro a parte de polvo—if u know what i mean...—y serrín.

Argh, se va a enterar. Maldito Hell, de esta lo mato fijo.

Entro por fin en mi casa y, oh, lo que estoy viendo va a ser la razón de su bendita muerte.

—¡¡¿¿¿HELMER COMO-SEA-QUE-TE-APELLIDES QUÉ DIABLOS HACES EN MI CASA!!???—Le grito con mi voz más demoniaca—¿¡¡TE HAS ATREVIDO A DARME ESA IDEA DEL DEMONIO SOLO PARA REÍRTE DE MÍ!!?

Está en el suelo, con la cámara delante, tambaleándose porque se está partiendo de risa.

Y buff, cuando se ríe...

Cuando se ríe me dan ganas de clavarle una espada por la garganta y prenderle fuego.

Es demasiado insoportable.

Cojo mi spray de pimienta y se lo echo en toda la cara, para que aprenda. Empieza a toser como el loco que es.

Piso la maldita cámara hasta romperla—he de admitir que cuesta lo suyo—y lo miro con odio.

—Escúchame bien: vuelve a entrar en mi casa, a decirme que corra, a reírte de mí o a grabarme, y te juro que será lo penúltimo que harás en tu vida—Expreso con una voz que destila el odio que siento.

Tosé por el spray de pimienta, pero consigue preguntar:

—¿Lo... penúltimo?

—Si—Repongo—. Lo último será que te atraviesen con una brocheta gigante, te quemen, y te den de comer a los tiburones.

—Ya, ¿y quien va a hacer todo eso, lista? No veo ninguna sala de tortura por aquí.

—¿Quién te ha dicho que la necesite?

Vacila un momento, pero antes de que hable, lo interrumpo de nuevo.

—Aunque no te preocupes, que si la llego a necesitar, tengo mis contactos.

***

Que odioso llega a ser.

Se ha ido a su especie de casa. O más bien lo he echado a patadas—literalmente—.

Ahora, como no estoy muy seguro a de qué hacer, dibujo lo que vi en mi pesadilla para que no se me olvide y así poder seguir investigándola.

Me siento en la mesita y rebusco entre todos los papeles pintarrajeados hasta que encuentro uno que solo está pintado por un lado. Lo coloco por el lado limpio y busco un lápiz.

Trazo la silueta de un piano, con cada una de sus teclas y la botella de cristal con aquel líquido oscuro tan tentador. Obvio que es veneno, ahora yo lo sé, pero por alguna razón ahora puedo beberlo. Es raro. Me dibujo a mi misma: aunque no me vi en el sueño, sé que soy como ahora pero con rasgos aniñados. O bueno, eso supongo.

Me dibujo bebiendo y luego dibujo al hombre que apareció después.

Trazo su enorme sonrisa de orgullo con tanto odio que me tiembla la mano hasta romper la punta del lápiz y el papel.

Afilo de nuevo el maldito lápiz mientras pienso en quién será ese señor.

Me resulta tan absurdamente familiar que es imposible que no lo conozca. Apenas recuerdo su color de ojos, pero su pelo era oscuro y era muy alto, aunque en realidad igual solo me lo pareció desde mi corta estatura de cuando era pequeña.

Menudo lío...

Estoy intentando recordar, pero no me sale nada, el sueño ya se ve borroso para mi, solo recuerdo que lo tuve y de qué iba, pero las imágenes ya están borrosas.

Argh.

Dibujo rápidamente lo que aún tengo claro en la cabeza.

Había una niña, yo, un frasco de veneno, un piano, un hombre muy familiar...

¿Porque estaría yo en la misma casa de ese hombre? Podría ser mi padre, pero es imposible que le hiciera feliz que su hija bebiera algo letal. No hay nadie tan psicópata.

¿Y tú?

Yo soy mejor que eso.

Bueno, ya lo tengo todo plasmado en el papel.

Levanto la hoja de papel muy orgullosa para ver mi "obra de arte"

Aunque... el dibujo me ha salido... realmente mal.

En serio, no sé dibujar, pero en fin, al menos se ve lo que quiero representar, se entiende... fijándose un poco... un poco mucho. Peor la cuestión es que se entiende, ¿eh? No nos pongamos quisquillosos tampoco.

Me columpio en la silla, pensativa.

Es cierto que era un sueño.

A lo mejor ni siquiera debería preocuparme, igual nada de eso es importante y estoy perdiendo el tiempo, pero... el sueño me ha hecho pensar. Resulta que no recuerdo nada de mi infancia. Y eso me preocupa bastante, lo típico es tener algún recuerdo, haber visto alguna fotografía, pero no sé... yo no tengo ni recuerdo haber tenido nada de eso.

A ver, con el sueño puedo saber dos cosas:

La primera, mi posible padre era un psicópata que no me cuidaba.

La segunda, a alguien de mi familia le gustaba la música. Teníamos un piano. Aunque pudo ser heredado y solo para decorar.

Aunque...

Recuerdo algo... una... melodía...

Shadowy LadyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora