Save A Horse, Ride A Cowboy

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Maxiel

Max está ansíoso, estar separados había sido tan malo, pero las últimas horas habían apestado por alguna razón, y oler la colonia de Daniel es todo lo que necesita para que su corazón lata con fuerza. Maldita sea esos videos, tenía a su pareja frente a él luego de semanas separados, porque entre las cerreras y las puesta a punto nuevamente de Daniel luego de la cirugía de su mano, los dos pasaban en país diferentes, maldición, debían ser la pareja de novios qué menos sexo habían tenido en los últimos dos meses. 

Cuando Daniel lo presionó contra la puerta de la habitación del hotel y le metió la lengua en lo profundo de su boca, se encendió un fuego. Hizo girar a Max y le devolvió el beso con el mismo tono febril. Sintió que se endurecía mientras golpeaba el muslo de su pareja.

"Joder, te extrañé", respira Max, metiendo los dedos en el cabello rizado de Daniel. 

Daniel agarra el trasero de Max y lo aprieta. No va a cuestionar esta situación. "Oh si, qué tanto cariño"

Sin embargo, Daniel no está realmente preparado para que Max enganche sus dedos en la cintura de sus pantalones y lo arrastre hacia la habitación sin una respuesta verbal.

Max se apresura y está de pie al pie de la cama, moviéndose deliciosamente para quitarse sus ajustados jeans y su ropa interior. Daniel se detiene para mirar, observa cómo los jeans se despega como la fina piel, observa cómo aparecen esos muslos qué ama, firmes y pálidos, realmente siente cómo su pene se eleva dentro de sus pantalones al verlos desnudos, muslos gruesos y jugosos y pantorrillas apenas peludas y el perfil de ese culo dulce y redondo. El dobladillo de la camiseta de Max termina justo encima del saliente medio duro de su pene. A Daniel se le hace la boca agua.

"Acuéstate en la cama", dice Max, medio susurrando, medio raspando, y el trasero de Daniel golpea el colchón tan rápido que su cabeza da vueltas. Max desaparece y luego regresa con lubricante y un sombrero de vaquero.

Mierda, joder, está bien, esto se puso más caliente. 

Daniel todavía lleva esa camisa blanca ajustada y el contraste cegador entre su piel bien bronceada y es alarmantemente erótico. Max sienta a horcajadas sobre las piernas y rodillas de Daniel a lo largo de su cuerpo, se inclina para besarlo y presionarlo hacia abajo y plano sobre el colchón.

Han follado de todas las formas posibles para dos personas y en lugares raros, rayos casi los han descubierto varias veces, pero a Max le gusta esto, urgente y casi resuelto, decirle exactamente lo que quiere sin muchas palabras, es un placer, y Daniel se permite disfrutarlo. Se derrite en la cama mientras Max abre la boca y su duro cuerpo de se superpone al suyo como glaseado sobre un pastel. Siente demasiado en un lapso de tiempo demasiado corto, amor y lujuria y esa vaga e inquietante culpa de haber sido mimado, de sentir que todavía no puede creer que ésta sea su realidad. Que puede tener a Max todo para él. 

"Deja el sombrero puesto, bebé", susurró Daniel contra la garganta de Max. Siempre le habían gustado los vaqueros, las películas, y todo lo relacionado, lo habían nombrado Coronel ahora, pero Max con un sombrero de vaquero era condenadamente sexy, algo de otro mundo. Es posible que haya encontrado un nuevo kink.

Daniel estaba boca arriba en la cama usando nada más que sus botas luego que Max se apresurara a sacarle la ropa y la de él, aunque también le quedo su corbata vaquera qué le habían dado en el paddock. Max tomo la corbata enrollada para acercar la boca de Daniel a la suya. Lo besó con fuerza, jalando su labio inferior con los dientes. Las manos de Daniel estaban en sus caderas y se frotaban una contra la otra.

"Vamos, vaquero. Quiero que me folles", gruñó Daniel. 

Y luego Max se da vuelta para alejarse de él, sentándose sobre sus muslos, y gime en voz alta, "Quiero montarte", y algo dentro de Daniel hizo cortocircuito. 

Fórmula 1: One Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora