«Todos conocen el nombre de sus almas gemelas al cumplir los dieciocho años, Saiki lo conoce desde un poco más temprano».
AU. Divergencia del Canon. Soulmates.
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Desde que tiene unos once años aproximadamente, Saiki conoce el nombre de su alma gemela. Muy lindo, ¿verdad? Puede ir investigando desde ya sobre él, ¿no es así? Kusuo es un chico con suerte, porque una gran e importante verdad se le ha sido revelada, ¿cierto?
A Kusuo no le importa, a decir verdad. Incluso se sorprendió al saber que tenía un alma gemela, aunque más bien fue un fastidio. ¿Tenía que lidiar con alguien así? ¿Se volvería como sus padres? Dios, no.
Su madre fue la más feliz al saber que un tal Shun estaría con su Ku-chan para toda la vida (¿toda la vida? Eso fue lo que más aterró a Kusuo). Ese chico lo haría feliz, lo amaría sin importar qué. Ambos serían una feliz familia, ¡ya era suegra! El padre de Kusuo también estaba feliz, se sentía orgulloso de su hijo. Alegaba que ese tal Shun tenía una suerte magnífica al tener un hombre como su hijo psíquico y esas cosas. Su hermano le felicitó con falsedad. Incluso en eso de las almas gemelas le había ganado, demonios.
Kusuo se sentía enormemente fastidiado. Para él habría sido genial quedarse soltero toda la vida y no volverse una máquina de besos y palabras asquerosamente dulces y empalagosas como lo eran sus padres. La vida no es color de rosa, desgraciadamente.
Fue así como pasaron uno, dos, tres, cuatro, y cinco años. Kusuo usaba mangas largas para que el nombre de su alma gemela no se viera. Una vez Akechi había visto un poco del nombre, una letra a decir verdad, y se había puesto a parlotear tanto que Saiki había tenido ganas de pegarle la boca con cinta.
Los cinco años pasaron y Saiki ya estaba en la academia P. K. La verdad, eso no lo preocupaba para nada (solo lo irritaba tener que lidiar con tantas molestias, nada más); pero las cosas fueron por otro rumbo. Por la puerta de ese ruidoso y particular salón suyo, entraron dos chicos nuevos. Saiki ya los había analizado y clasificado como 'delincuente juvenil' y 'tímido inteligente'. Su única preocupación era tener que lidiar con más personas, y así era; hasta que uno de ellos se presentó:
—Soy Kaido Shun —dijo en voz algo baja, pero suficientemente audible como para que el salón lo escuchara.
Y ese "soy Kaido Shun" lo puso en total alerta. Ese chico era Kaido Shun; bajito, tímido, parecía un nerd, probablemente otra molestia y no parecía poder cuidar de sí mismo.
¿Ese era su alma gemela?
Su mamá la había dicho que cuando viera a su alma gemela, sentiría maripositas en el estómago y que el tiempo se congelaba; lo que sintió fue más bien fue intriga por él, y casi decepción. ¿Kaido Shun? Kaido Shun.
Era un tipo muy extraño. Pero Saiki, ¿quién eres tú para juzgar?
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Miraba al frente y mantenía su expresión seria y amargada. Ignoraba a aquel sujeto que tan insistentemente le hablaba y trataba de encontrar en el pizarrón algo lo suficientemente interesante como para poder seguir ignorando a Nendo.
No es como si hubiera estado sin hacer nada. Su madre había terminado por enterarse de que su alma gemela estaba en su salón. Bueno, ¡era su madre! Tenía que decírselo a su dulce madre, ¿cómo negarle ese saber?
¡Oh, esperen! En realidad lo dijo su hermano, menudo hijo de su compartida madre.
Saiki respiró profundo tratando de aclarar sus pensamientos. Su madre le había pedido (ordenado) hablarle a su alma gemela. Kusuo no sabía qué hacer, ¿le hablaba?, ¿lo ignoraba?
—Um... ¿Saiki?
Kusuo giró la cabeza con brusquedad hacia el de ojos carmines, quien se sobresaltó por tan repentino acto. Shun solo ocultó su rostro tras el libro que traía en manos y miró a Aren, quien lo animaba con los pulgares arriba.
¿Qué otra opción tenía?
—Somos... compañeros de trabajo... —susurró bajito. Saiki suspiró casi irritado, era claro que no lo iban a dejar en paz. La vida no lo dejaría en paz.
—Bien —fue lo único que pudo responder. Hablar con su alma gemela le resultaba algo incómodo, no tenía idea de qué demonios hacer. ¿Hablarle como le hablaría a cualquier otro? ¿Ser más dulce? ¿Más hostil? ¿Tirarse de la ventana porque no podía más con la tortuosa presión social?
—Bien —repitió Shun en un murmullo—. ¿Quieres que nos reunamos en tu casa? Es que mi hermana tiene un trabajo y ya tomó la mía, así que... ¿puede ser en la tuya? Por favor —lo último lo dijo bien bajito, pero Saiki supo de todas formas qué decía. No le quedó de otra más que asentir y Shun soltó el aire que no sabía estaba reteniendo—. ¿Vamos juntos a tu casa luego de clases, entonces?
Saiki volvió a asentir y, ya bastante satisfecho con su logro, Shun volvió a su lugar, donde fue recibido por Aren, quien lo felicitó por haber socializado.
Ese sería un largo y tortuoso día.
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—¡Ku-chan! ¡Bienvenido a casa! —saludó su madre desde la cocina, con su vocecita aguda e infantil. La mujer no dudó en ir a la sala a recibir a su hijo, llevándose una muy grata sorpresa al ver a otro chico con él— ¡Ku-chan, trajiste un amiguito a casa! —dijo emocionada— ¿Por qué no me dijiste? ¡Me habría arreglado!
—Solo viene por un trabajo —se apresuró a responder Kusuo. Kurumi aplaudió como niñita emocionada.
—¡Qué lindo! ¿Y cómo te llamas?
—Soy Shun, Kaido Shun —dijo el chico de ojos carmín, extendiendo la mano con algo de timidez para estrecharla con la de la señora. La mamá de Saiki quedó en blanco unos segundos, aún con su sonrisa. Al pasar los segundos, soltó un grito, grito que asustó bastante a Shun.
—¡Kaido Shun! —repitió la mujer, cosa que fastidió bastante a Kusuo—. ¡Qué felicidad! ¡Kaido Shun! ¡Al fin nos vemos! —la señora se apresuró a estrechar y agitar la mano del chico, quien se sintió aturdido.
—¿Nos conocemos? —preguntó confundido, a lo que la señora se limpió una lagrimita que asomaba por sus ojos.
—No, ¡pero qué feliz estoy de que ya lo hago!
Kusuo resopló con molestia y, jalando a Shun del brazo, se lo llevó lo más lejos que pudo de su madre. ¡Sabía lo legua suelta que era! En cualquier momento le soltaba que era un psíquico de lo emocionada que estaba. Ciertamente, el que ese chico fuera su alma gemela le hacía confiar en él, pero de todas formas no tenía muchas ganas de decirle que era un psíquico.
—Iremos a hacer la tarea —dijo Kusuo, a lo que Shun asintió con un poco de torpeza.
—¡Sí, cariño! Yo les prepararé galletitas, ¡qué emoción!
Saiki lo condujo a la sala, donde dejó su mochila a un lado y se sentó, aún con la molestia provocada por su madre al ser tan obvia. ¿Habría levantado alguna sospecha en Shun?
Pero Kaido estaba muy ocupado pensando en el trabajo como para recordar el número que se armó su madre.
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Arcoíris [ SaiKai ]
FanfictionColección de 7 escritos sobre la pareja no canónica conformada por Saiki Kusuo y Kaido Shun.