Arcoíris [ SaiKai ]

III. Los Amoríos De Cupido

«Cupido puede enamorarse, pero no debe.; aun así, Cupido casi nunca cumple las reglas. ¡El amor es un espíritu libre!».

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El día de San Valentín es muy día muy esperado por muchos, quiero decir, solo piénsenlo: Una romántica declaración, arruinar una romántica declaración, proponer matrimonio, arruinar una propuesta de matrimonio, pasear en pareja, arruinar una pareja, ¡claro que casi todos esperan San Valentín!

     Sí, casi, porque hay personas que no le ven un verdadero propósito, sino más bien lo ven como una pérdida de tiempo y dinero. Es decir, ver a todas esas personas abrazándose y besándose, encontrar a un par de jovencitos calentones a punto de tener sexo en los baños. ¡Qué asco!

     O eso piensa Saiki, quien entró en el baño equivocado en un momento equivocado.

     ¡Bueno! Dejando de lado malas (muy malas, ¡horribles!) experiencias, Saiki se puso a pensar en qué haría ese San Valentín. Sus padres estarían fuera, demostrándose todo su pegajoso y meloso amor; Saiki no quería verlos, pero para su suerte, sus padres lo dejarían solo en casa. Estaría todo el día viendo televisión y comiendo gelatina de café, ¡ese era un buen San Valentín!

     O esa era la idea.

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—Estamos teniendo algunos problemas, señor —informó una vocecita algo chillona, además, sonaba como si tuviera la nariz tapada. Algo irritante, si lo preguntan.

     —¿Problemas? —repitió otra voz, más suave y más dulce.

     —Problemas.

     Shun levantó la vista de la pila de papeles que tenía al frente. ¿Problemas? ¡Eso era lo último que necesitaba! Era cupido, sí, ¡pero no un Dios omnipresente!

     Shun, alias "Cupido", ese ser alado que se encargaba de repartir amor y demás por el mundo, tenía problemas.

     A pesar de tener siglos y siglos de experiencia en su trabajo, y de saber manejar bastante bien la presión, Cupido no quería "problemas", cupido quería un "descanso". ¿Era mucho pedirse unas vacaciones? Sí, porque a pesar de tener todo un ejército de ángeles que lo ayudaban, Cupido no podía darse el lujo de tener "vacaciones", Cupido debía "trabajar". Eso incluía, por supuesto, lidiar con sus "problemas".

     —Problemas —repitió otra vez en un murmullo. Suspiró con pesadez e hizo un espacio en su escritorio arrimando los papeles a un lado. No quería más problemas, ¡se suponía que los problemas se alivianarían cuando todos aceptaran que amor era amor! Que no importaba el género, que no era obligatorio ser heterosexual—. ¿Qué clase de problemas?

     —No son problemas graves, señor, es solo que hay unas cuantas dificultades para ayudar a hacer florecer el amor —dijo el ángel, que era más bien bajo, haciendo un gesto con la mano como de humo mágico. Era un poco rechoncho, con un cabello plateado y atado en una coleta. Se acomodó los lente cuadrados y habló—: Parecen haber habido tantas decepciones amorosas que ya nadie quiere volver a enamorarse.

     —¿Qué tanto se extiende el problema?

     —Oh, es solo en un área escolar, señor; una escuela. La Academia P. K.

     —Oh, ya veo.

     Shun volvió a suspirar, se sentía, más que agotado, encerrado. Le había llegado mucho papeleo para revisar, y con eso no me refiero a unas cuantas pilas de papel, sino a una gran cantidad de papel. Había estado en su despacho desde hacía meses. ¡Necesitaba estirar las piernas!