Pretensiones

52 8 1
                                    

Johnny lo besaba ardientemente, con una mezcla de ternura y pasión, muy característica de sus besos, que le volvían loco. Larry trataba de seguirle el ritmo en aquella pelea romántica, pero sus labios inexpertos iban perdiendo por mucho.

En la primera oportunidad que tuvo de respirar, el más bajo lo apartó levemente y jadeó durante unos segundos.

—¿Te está costando respirar, dulzura? —le preguntó Johnny con una expresión lasciva. Adoraba la momentánea inocencia que expresaban sus mejillas enrojecidas y sus ojos cansados pero deseantes.

—Tal vez —Larry sonrió avergonzado—. No eres muy piadoso para besarme siendo que no tengo tu práctica.

—Tenemos toda la tarde para practicar —insinuó el jefe, inclinándose con una sonrisa maliciosa sobre su chico, pero se apartó disimuladamente cuando se escucharon voces y pasos que se acercaban.

Concentrado en la expresión de Johnny, Larry se sorprendió cuando éste se separó de él con expresión distraída, hasta que Ricky y Lucky se aparecieron bajo la persiana de metal del taller, riendo despreocupadamente. Se sobresaltaron cuando se encontraron con los otros dos.

—¡Oh! Lo siento, jefe ¿Interrumpimos algo? —preguntó Lucky.

—No —Johnny respondió con sequedad y mirada seria—. ¿Qué venían a buscar?

—Una caja de herramientas —dijo Ricky—. Nada más, tomamos eso y nos vamos.

—Bien. No hay prisa.

Lucky y Ricky se retiraron apresurados y un poco nerviosos, dejándolos nuevamente solos. Como si nada, el macarra en jefe suspiró con alivio y se volteó hacia el otro, pero se detuvo al encontrarse con una expresión para nada favorable.

—¿Pasó algo?

—¿Hace falta que lo diga? —reprochó éste. Johnny se daba una idea, pero esperaba que lo dijera Larry—. No hace falta que seas tan evidente.

—¿Por qué lo dices? En serio, no te hagas el misterioso.

—Entiendo que no quieras hacer público que estemos saliendo —dijo de mala gana—. Estoy de acuerdo con eso. Pero no tienes por qué hacerme a un lado de esa manera cuando aparece alguien.

—No fue mi intención —resopló con hastío—. Fue un acto reflejo, no pienses que haría algo sabiendo que habría de lastimarte.

—Te creo —dijo Larry, mirándolo con algo de suspicacia. Johnny se acercó, colocándose entre sus piernas. Con la mano izquierda le acarició el rostro y pasó la derecha entre su cabello, clavándole sus ojos rapaces sin reparo.

—Eres muy lindo —dijo Johnny—. ¿Lo sabías?  —Larry se sonrojó hasta la médula.

—¡Ya, me despeinas! —le quitó la mano de su cabeza con una sonrisa avergonzada mientras bajaba la vista. Se sentía ridículo por ser tan vulnerable a los encantos de ese chico; quería estar enojado, aunque sea un poco, y no podía evitar derretirse cuando esas manos lo tocaban suavemente y esos ojos café le perforaban el alma.

—¿Sabes que me gustas mucho, cierto?

—Es demasiado evidente cuando quieres compensar un error —dijo, haciéndose el difícil y rehuyendo de los besos que el otro trataba de darle.

—No seas tan duro tampoco —se quejó—. Es una situación difícil. Y estoy tratando de sobrellevarla. Supongo que tú también.

Larry lo miró por unos segundos.

—¿A qué le tienes miedo?

—No tengo miedo —contestó a la defensiva.

—¿Entonces qué sientes? ¿Vergüenza, culpa?

Peanut ConfundidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora