El festival.

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El día del festival había finalmente llegado.

Era primavera en la isla, las flores brotaban, el polen se encontraba por todas partes, la gente estaba mucho más feliz de lo normal, las calles estaban decoradas con banderines de colores y serpentinas, y las tiendas estaban llenas de toda clase de productos.

El príncipe se encontraba en su habitación, buscando la ropa correcta para ponerse, mientras Sparkling intentaba ayudarlo a decidir.

¿Y este? ¿No te gusta?—Sparkling Cookie sacó una túnica color blanco con ligeros detalles de pétalos de flores bordados.

Me gusta mucho, pero no lo usaría en un día así... Siento que eso es más para ceremonias religiosas, no para un festival.—El se quedó mirando la túnica que le había mostrado su amigo, pero terminó por sacudir su cabeza de un lado a otro.—No, mejor que no... Quizás algún otro día.

—Si tú lo dices.—El chico de cabellos rubios se encogió de hombros y volvió a guardar esa túnica con mucho cuidado, intentando no doblarla.

El príncipe siguió buscando, hasta que encontró una túnica verde oscuro, mangas blancas una cinta dorada que podía ser usada como cinturón.

¡Mira esta! No recordaba que la tenía... ¿Tu que dices?

El bartender le devolvió la mirada y se hizo una imagen mental de como Herb se vería con esa túnica.

—... Hm, le quería muy bien... La cinta le daría un toque especial, y... Santas brujas, se vería tan lindo...—El extranjero empezó a perderse en sus propios pensamientos, hasta que se dio cuenta de sus propios pensamientos y volvió a la realidad.—E-Eh... Se te vería ideal.

El sentía como sus mejillas empezaban a ponerse rojas por la vergüenza y por imaginarse a su amigo por tanto tiempo, y sin ni siquiera imaginarse algo malo o raro de él, solo pensar el cómo se vería con ese túnica lo ponía nervioso.

Herb Cookie sonrió ante la idea de verse bien, no notando inmediatamente la cara de Sparkling.

¡Bien! ¡Entonces esta túnica es!—El estaba feliz, corrió hacia el vestidor y se encerró para cambiarse. Una vez cambiándose, empezó a reflexionar sobre la actitud de Sparkling Cookie antes de entrar, y se dio cuenta de lo avergonzado que estaba, de lo rojo que se encontraba...

¿Podría ser...?

No, no era posible, solo eran amigos, por mucho que le disgustara el no poder dar el primer paso. El ya tenía más o menos claros sus sentimientos por Sparkling, los tenía claros desde hace algunos días, pero no se atrevía a dar el primer paso.

Mientras tanto, el de cabellos rubios, se dispuso a ordenar un poco la habitación del gobernador de aquella isla para que así pudieran salir más temprano, y así evitarse problemas, pero Matcha Cookie entró en la habitación sin tocar.

La mujer se veía... Distinta, más alegre, más amable y más... Viva.

Ay Sparkling... No puedo evitar en pensar en lo mal que te he tratado todo este tiempo... Espero sepas perdonar.

—... Ehh... Gracias, señora, agradezco mucho sus disculpas... Espero que su relación con Herb mejore.—El joven estaba incómodo, no esperaba este tipo de reacción por parte de la señora, sin embargo, no podía evitar pensar en que algo estaba mal.

Te aseguro que así será, tu ya no tienes que preocuparte...

La mujer soltó una risita y salió de la habitación, dejando al de cabellos rubios muy confundido. Herb Cookie salió de la habitación, sonriendo, al parecer no había escuchado a su madre.

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