7 ; rude +18 (pt 2 y final)

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—Esto sólo comenzó, cariño. —sonrió y se inclinó para comenzar a besarlo.

Las grandes y suaves manos de Connor se dirigieron a las caderas de su amada, disfrutando y toqueteando su cuerpo.

Sus labios encajaban tan bien, moviéndose en sintonía, pero con cierto desespero por parte de ambos.

Irina se reincorporó y quitó su brasier con lentitud, generando que una creciente llama de fuego se reflejara en los ojos del rk800, quién la observaba sin descaro mientras los pechos de la contraria comenzaban a descubrirse.

Él estaba sumido en ella, debajo de ella, esperando con impaciencia para continuar. Ese brillo en sus ojos lo delataba, esa sonrisa pícara, y un creciente bulto golpeando contra la intimidad de la ojiverde.

Una vez que Irina descubrió sus pechos, ambos lamieron sus labios, devorando al otro con tan solo la mirada. Sus manos comenzaron a desabrochar la camisa del androide, botón por botón, hasta que su trabajado abdomen quedo a la interperie.

—Eres tan caliente... —suspiró enamorada, interín acariciaba el cuerpo de su chico.

Irina no podía creer el hombre tan perfecto que tenía frente a ella, debajo de ella, tan sumiso por ella. Bueno, él era un robot, eso explicaba su perfección.

—Estas tan...—largó un grave gemido y sus ojos se cerraron cuando ella comenzó a masturbar aquel aparato masculino.

—Mmh—aclaró su garganta y abrió sus ojos para observarte una vez que se acostumbró a tu toque.

Los cabellos pelirrojos bajaron al compás de su cabeza, su lengua se estiró y deslizó sutilmente sobre la punta de Connor, aquel glande tan sensible.

El androide habia quedado aturdido, sin palabras, de su boca sólo salían jadeos pesados cada vez que sentía una lengua lamerlo.

Tanta excitación estaba acabando con Connor, poco a poco...

Él solo quería acariciar su cabello mientras miraba el labor que ella hacía, y así lo cumplió, brindándole leves caricias a aquel largo cabello que tan loco lo volvía. Ahora solo necesitaba empujarla contra él, que de una vez por todas lo tome en toda su boca, hasta su garganta, pero no quería ahogarla, no quería ser tan duro, todavía no.

Estaba tan drogado en este momento, el calor en sus mejillas lo sofocaba, necesitaba más, pero rápido.

—Cariño, puedes montarlo. —soltó de forma seria, pero aún notándose su intento por decir bien las palabras.

Aquella sugerencia había sorprendido a Irina, pero Dios, algo tan simple como son las palabras nunca la habia logrado calentar tanto, en estos momentos su ropa interior estaba echa un desastre. Además del pedido, también fue aquella mirada de Connor, tan penetrante y autoritaria que siempre lograba dominarla como él quería. Esa mirada que recorría desde sus ojos hasta la parte más baja del cuerpo femenino, haciéndola sentir tan vulnerable.

Tras unos momentos haberse quedado estática, resopló y sonrió con malicia.

—Al diablo, te necesito tanto.

Es difícil explicar cómo aquellos adultos comenzaron a moverse bruscamente. Connor se sentó en la cama y acomodo su espalda contra las almohadas. Mientras su chica se quitaba sus bragas, él la observaba y, aún sin ver, liberó su miembro de sus pantalones, comenzando a masturbarse mientras la esperaba.

Si Irina no cerraba la boca probablemente la baja callera de si. Y como no, aquel miembro estaba tan erecto y listo para penetrarla como nunca.

—Ven aquí, cariño. —él susurró y sonrió levemente, tomándola por las caderas y sentándola sobre él.

Los dos gimieron profundamente, aquello habia sido tan satisfactorio. La penetración ni siquiera habia necesitado lubricación, ambos ya estaban tan listos para recibir al otro.

—Mierda...—jadeó y la observó. —Me tomas tan bien.

No pasaron muchos segundos que Irina se animó a moverse, y pronto, con ayuda de Connor, sus brincos hacían que él entre y salga fácilmente, generando tanta excitación, sintiéndolo tan perfectamente, era como estar en el cielo.

Sus manos apretando su cintura, su pene dándole tan duro, sus labios marcando su cuello, y esos ojos tan dominantes que lograban que quién los vea caiga al segundo, de rodillas frente a él.

—Dominame, tómame, más, ¿qué esperas?, carajo. —su cabeza se tiró hacia atrás, sintiendo que se iba a morir cada vez que el interior femenino lo apretaba.

Esos profundos y graves gemidos la volvían tan loca.

Esos profundos y graves gemidos la volvían tan loca

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𝕮𝖔𝖓𝖓𝖔𝖗 +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora