16. La revelación del espejo

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Rodrigo, Óliver, Darion y Aixa se arremolinaron en torno a Vega, ansiosos por escuchar lo que acababa de descubrir.

—¡Acabo de acordarme! —dijo ella, emocionada—. Irdún es la ciudad que atacó Arakaz envolviéndola en llamas. Nos lo dijo Erold en la clase de historia.

—Me suena —dijo Óliver—, pero... ¿qué tiene que ver el mensaje de Adara con las batallitas del viejo Matusalén?

—¿No te das cuenta? —intervino Rodrigo—. Erold dijo que las llamas aún brotan entre las ruinas de esa ciudad. ¡Irdún es el lugar donde el fuego nunca se apaga! ¡Allí es donde aparecerá el Espejo del Poder!

—Y si Irdún es la primera palabra, la segunda empieza por equi... —sonrió Vega—. A ver si adivináis cuál es.

—Equi... equi... No sé, ¡danos una pista! —dijo Aixa.

—O mejor, ¡suéltalo ya de una vez! —se quejó Óliver.

—Os doy una pista —dijo Vega—. ¿Qué día es hoy?

Durante unos instantes, nadie supo qué responder. Luego, de pronto, Aixa lo adivinó:

—¡El equinoccio!

—Exactamente —corroboró Vega—. El día en que la oscuridad comienza su retirada. A partir de hoy, las noches comienzan a ser más cortas que los días.

—¡Entonces el Espejo del Poder aparecerá hoy en las ruinas de Irdún! —exclamó Rodrigo—. ¡Eso es lo que quería decirnos Adara!

—¡Hay que avisar a Balkar ahora mismo! —dijo Darion.

Los cinco amigos se apresuraron en buscar al maestre, que estaba bailando con la dama Iradis. No se dio cuenta de su presencia hasta que casi tropieza con Rodrigo.

—Disculpe, caballero Balkar, pero tenemos que hablar con usted. Es algo muy importante.

—Bueno, seguramente podrá esperar a que termine este baile, ¿no es así jovencito?

—Es sobre el mensaje de Adara, señor —respondió Rodrigo, prudentemente—. Hemos descubierto lo que quería decirnos.

El maestre se detuvo en seco.

—Si me disculpáis, dama Iradis —dijo, inclinándose ante su pareja de baile—. Creo que debería escuchar lo que estos jóvenes han venido a decirme.

—Por supuesto, Balkar.

El maestre dirigió a los niños hasta un rincón apartado del jardín.

—¿Cómo lo habéis averiguado? —preguntó— ¿Se ha despertado ya?

—No, pero Vega ha descubierto lo que significa Irdunequi —respondió Rodrigo—. Son las palabras Irdún y Equinoccio. Irdún es el lugar donde el fuego nunca se apaga y Equinoccio es el día en que la oscuridad comienza su retirada.

—¡Claro! —exclamó el maestre, con un súbito brillo de alegría en sus ojos—. Resulta evidente ahora que lo dices, pero yo mismo no había conseguido adivinarlo. No sé qué haría sin vosotros, pequeños. En tan sólo unas semanas habéis conseguido más logros que muchos caballeros en toda su vida. Si seguís así, dentro de unos años no va a haber suficiente espacio en vustros chalecos para poneros todas las medallas que mereceis.

Los chicos rieron tímidamente, mientras el rubor se les subía a las mejillas.

—Rodrigo y Óliver, tenéis que prepararos para salir de viaje —añadió— Mañana al amanecer iremos a buscar el Espejo del Poder.

—¿No deberíamos ir ya? —preguntó Óliver.

—Bueno, en realidad el equinoccio es el día en que el día y la noche están empatados, por así decirlo. Será a partir de mañana cuando los días empezarán a ser más largos que las noches.

Rodrigo Zacara y el Espejo del PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora