{ 24 }

2.9K 255 70
                                    

Después de buscar señales de los sujetos que asaltaron el Going Merry, la tarea de encontrarlos fue algo complicada.
Zoro repasaba mentalmente la descripción que el cocinero le dijo sobre aquellos hombres. Olivia solo pudo identificar a tres de ellos con algo de dificultad.

El espadachín estaba como alma que llevaba el diablo, la culpa le carcomía desde adentro recordando las palabras tan estúpidas que le dijo a su niña. Estaba completamente arrepentido de ello y un picor le subía por la garganta y las palmas de las manos.
Si Olivia hubiese desaparecido esa noche o peor aún le hubiesen hecho algún daño irreversible, el jamás se lo habría perdonado a sí mismo.

La mandíbula le dolía de tanto tensarla, pero su rabia interior era incontrolable, mataría a cada uno de esos hijos de puta que se atrevió a ponerle una mano encima a su mocosa, presionaba con fuerza su katana que estaba sedienta de venganza y caminó a paso veloz.

Sanji iba a su lado con un rostro inexpresivo, el espadachín sabía que el cocinero no dudaría en lanzar la primer patada apenas los encontraran y eso le desastibilizaba un poco, pues quería acabar con ellos él mismo, pero le necesitaba de cierta forma pues no conocía nada de sus ahora enemigos.

- ¿Dónde mierda estuviste? - Rompió el silencio el rubio.

- No soy una puta niñera para quedarme ahí, salí por un trago. - Contestó frío y escupió a la calle.

Claramente no admitiría frente al cocinero que la cagó y salió huyendo con el corazón roto ante la discusión con Olivia.

Sanji frenó el paso y lo tomó por la camisa para que lo mirara.

- No, no eres una puta niñera. Pero si Olivia estaba contigo en ese momento debiste quedarte ¿En qué mierda piensas? Ella no pelea como ninguno de nosotros. Quedó desprotegida, idiota. - Le habló Sanji en tono fuerte sin dejar de mirarlo y después lo soltó bruscamente para seguir caminando.

Zoro quiso responderle pero por más que odiara admitirlo, el cocinero tenía razón, fue una imprudencia muy grande que no volvería a ocurrir.

El peliverde mordió su mejilla por dentro con enojo y se prometió que no la volvería a dejar sola en un lugar así.

Después de una hora aproximadamente recorriendo el sector de mala calaña en el lugar, Sanji logró divisar a un hombre con las mismas características que le dió la chica, la venda remojada en sangre que traía en el brazo era la prueba infalible de que eran aquellos sujetos, pues ella misma se la había ocasionado.

El rubio le dió un codazo al espadachín para que los oberservara y el peliverde forzó más el agarre en sus katanas. Ninguno dudó y a paso rápido se aproximaron a un grupo de cinco hombres que salían de una taberna riendo asquerosamente.

- Vaya, vaya. Mira lo que tenemos aquí Zoro, un grupo de imbéciles que se sienten fuertes por golpear a señoritas indefensas. - Habló Sanji tomando con fuerza al herido del hombro. El cual soltó un gemido de dolor cuando le movió el brazo.

- ¿Quién mierda son ustedes? - Habló otro sujeto desenvainando su espada y apuntó al rubio.

- Se robaron mis vinos, animal. - Volvió a hablar el cocinero con tono frío y pateó al hombre que tenía agarrado.

El sujeto cayó al suelo de un movimiento y se retorció del dolor intentando levantarse.
Los otros hombres se pusieron en alerta y el peliverde sacó una espada.

- Idiotas, todo lo que atraca en este muelle es nuestro, así que dejen de lloriquear y váyanse antes de que quiera ensuciarme las manos. - Habló un hombre alto que parecía ser el líder de la banda criminal.

SAILING { Roronoa Zoro } Donde viven las historias. Descúbrelo ahora