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Tomás corría de un lugar para otro, estaba angustiado y preocupado por lo que ocurría a unas cuantas calles de donde se encontraba. Absolutamente todos los estudiantes aquél día, por alguna extraña razón, estaban extremadamente cargados de trabajos, sin poder exceptuarse, y aquello le metía más presión de la que ya tenía durante aquella única hora que había asistido.

Rodrigo le había hablado un par de veces durante la mañana pero ninguna de las notificaciones de aquellos mensajes fueron escuchadas sino hasta que despertó cerca del horario en que comenzaría su primera clase de la jornada, por lo que tampoco fueron vistos hasta que estuvo en la facultad.

Para ese punto, el más bajo había comenzado a llenarle la bandeja de mensajes, aparentemente desesperado, en busca de ayuda que Tomás no podría proporcionarle hasta que fuese de tarde y este pasara directamente hacia el departamento de la pequeña familia para poder ver a su mejor amigo; únicamente si tenía suerte y no le dejaban nada para el día siguiente.

Pero no fue el caso, Tomás no pasó de la primera clase ni tampoco atendió las demás en cuanto leyó los preocupantes mensajes del chico.

"Está en el portal del edificio".

"¿Qué hacemos?"

Las palabras bajo el tono exasperado de Rodrigo lo dejaron completamente atónito, casi dejó caer su celular desde su oreja tras haber escuchado aquellos audios.

Entonces, sus piernas se movieron solas; se levantó y caminó tan rápido como su cuerpo le permitió hasta el estacionamiento y se subió a su auto. Sin pensar en nada más que Iván, aceleró a fondo, yendo en contra al momento de salir del área del establecimiento. No tenía tiempo para razonar sobre sus movimientos, simplemente los haría y ya.

Su celular sonó a un lado de él, sobre el asiento del copiloto; lo tomó agilmente y, mientras lo ponía sobre la radio del vehículo, contestó a la llamada entrante.

Tomás por favor, el hijo de puta está timbrando como loco a nuestro departamento. Se mete alguien del edificio y somos pollo porque-

Silencio repentino. 

El nombrado continuó conduciendo a la misma velocidad que iba, volteando de vez en cuando hacia la pantalla para comprobar que no se había cortado la llamada.

— ¿Rodri?

El chico no respondió, en su lugar, mucho ruido se comenzó a escuchar del otro lado de la línea, entre gritos y golpes que lo sacaron de su concentración en el camino. El estruendo del dispositivo del contrario cayendo le hizo dar un pequeño salto en su asiento, y pronto la llamada finalizó.

Tomás hizo una mueca, y volvió a acelerar; su preocupación en aquél momento había aumentado en un por mil y su mente no estaba del todo clara, simplemente actuaba a lo que sus instintos mandaban, y estaba claro que no era una buena idea.

Más de un signo "pare" y semáforo se saltó en el camino, y más de una vez estuvo a microsegundos de atropellar a alguien, sobre todo estando a menos de dos cuadras del edificio; un lindo cachorro de Akita Inu se había cruzado en su camino y su dueña detrás de él. En el intento de esquivarlo y frenar al mismo tiempo, el auto dio vueltas por la calle y terminó impactando la parte delantera de este contra un poste de luz.

El fuerte choque alertó a todas las personas cercanas; Tomás apenas lograba procesar lo que ocurría y los pocos segundos de consciencia que mantenía mientras todo a su alrededor daba vueltas. Lo único que atinó a hacer fue estirar su brazo hasta donde diese y tomar su celular —algo que se le dificultó un poco ya que estaba lejos de él—, para luego marcar el número de su mejor amigo.

soulmate ; 𝗿𝗼𝗱𝗿𝗶𝘃𝗮𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora