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Era ya la tercera clase del día, estaba totalmente agotado de estar de un lado para el otro entregando trabajos de otras asignaturas para poder adelantar un poco y recibir algo de retroalimentación si es que era necesario para mejorar en lo que chocaba; llegaba demasiada información a su cerebro y ya no lo soportaba. Esperaba al menos poder dormir un rato en la clase que tenía ahora mismo, donde coincidía todos los días —aparentemente— con sus amigos. 

Cuando llegó al salón, caminó directamente hacia Tomás, sentándose a su lado y apoyándose en él para poder descansar. El chico no se quejó, ni siquiera porque no le había saludado, al fin y la cabo se habían visto en la mañana cuando este pasó por el azabache a su casa; aún no tenía el permiso de su madre para conducir.

Arbillaga se dedicó a repartir caricias en su cabello como siempre solía hacerlo y Buhajeruk simplemente se relajó.

Pronto llegó el profesor y, junto a este, Carrera y Odetti. Ambos se sentaron directamente a un lado de los otros dos chicos, sin preguntar absolutamente nada por lo que ocurría; aunque el de orbes oliva tenía mucha curiosidad, no se atrevió a hacerlo.

— Bien, comenzaremos la clase. Dos voluntarios que vengan al frente, por favor. — pidió el profesor. Tres de los cuatro chicos prestaron total atención a las palabras de este mientras explicaba para qué necesitaba a aquellas dos personas, pero ninguno se atrevió a ir.

— ¿Nadie? Entonces llamaré yo. — el hombre miró detenidamente a cada uno de sus alumnos, hasta que dio con uno. — Joven Buhajeruk.

El nombrado no reaccionó al llamado, ni siquiera estaba escuchando a sus amigos que estaban literalmente a su lado.

— Profe, Ivo está cansadísimo, no creo que vaya. — respondió entonces Tomás, mirando a su amigo apoyado en él y totalmente dormido. El profesor simplemente negó y se acercó a ellos.

— Despertalo. Y vos, Nico, vení también. — el nombrado asintió y se levantó para caminar al frente junto al hombre. Por otro lado, ambos castaños miraban atentamente al azabache, sin querer realmente despertarlo como le habían ordenado a Arbillaga. Hizo una mueca y suspiró.

— Eu, Iván. — ni una sola reacción. Era lógico, pero no perdía nada con intentarlo. Entonces procedió a picar sus mejillas, con cuidado de no apretarle justamente sobre las heridas que estas tenían. Nuevamente nada, así que su única opción fue moverse rápidamente y levantarse, haciendo que el azabache se irguiera de inmediato, asustado.

— ¿Sos boludo? — cuestionó totalmente dormido y de mal humor.

— No; el profe te está llamando. — Buhajeruk bufó y se levantó de mala gana, caminando hacia el frente donde el docente le esperaba tan tranquilo como siempre. Se encontró con la mirada de Odetti apenas se detuvo, y quiso irse a la mierda; no tenía ganas de hablar mucho ese día con él.

El hombre les explicó a ambos lo que debían de hacer —sobretodo al azabache— y ambos se dispusieron a hacerlo. Mientras tanto, Carrera y Arbillaga se sentaron en las sillas libres entre ellos, hablando bajito mientras observaban a sus amigos.

— Perdón por la intromisión pero, con lo de ayer, del tema este que nos tocó investigar, dijiste que Iván ya tenía a su alma gemela y... — pensó un poco más en sus palabras, volteando a ver al chico a su lado. — ¿Ya sabe quién es?

Tomás lo analizó por varios segundos antes de responder; no quería soltar algo que no debía y pusiera a su mejor amigo en aprietos.

— Sí.

Bien, al parecer era una buena respuesta, pero no la que necesitaba Rodrigo.

— Y, ¿quién es?

— Ah, no sé, no me dijo nada. — mierda.

soulmate ; 𝗿𝗼𝗱𝗿𝗶𝘃𝗮𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora