Capítulo Uno

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AAECE


































Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí, BCN

Jael! Espérame un poco, que ya vuelvo! Si te vas sin mi te pincho los neumáticos! — gritó João a su querida doctora.

— Si, hombre, yo te espero! Solo no tardes!

Hacía casi un año desde la llegada de la gemela Orozco a Barcelona, ciudad que la recibió con los brazos abiertos en todo sentido. No solo eso, más también había hecho muchísimos amigos nuevos, principalmente João, Frenkie, y su novia Mikky. A decir verdad, se llevaba bien con ellos por ser políglota, hablar con ellos en su idioma natal le ayudó mucho a formar un vínculo más cercano, hasta llegar a ser amigos y hablar más en español.

— Ya estoy, vamos! A que no me alcanzas de aquí al auto? — afirmó João para luego echarse a correr, con la mexicana por detrás.

Efectivamente, la chica perdió la carrera, no por falta de atletismo, si no por que no era batalla para un futbolista profesional.

— No es justo, Kaki! Tú eres futbolista, yo doctora, no doy batalla.

— Que no me digas así, Jael!

— Es que te pareces a Kaká!

— Vale, entonces te llamaré Emi, por la Novia Cadaver!

Whatever! Está súper bonita. Además, Kaká también es demasiado guapo, y es mi favorito.

— Me has dicho guapo y tu favorito? — preguntó bromeando el jugador, con su sonrisa tímida pero pícara.

— Tómalo como quieras, Kaki. A dónde vamos?

— Tenía pensado que fuéramos a mi casa, viéramos pelis y luego saliéramos por un café y un postre, te parece?

— De hecho, no. Tienes que cuidar tu salud y un postre no es la mejor idea.

— Que aburrida eres, niña. Te parece mejor ir por unos frappes matcha?

— Deslactosados y sin azúcar?

— Obvio.

El par se fue a su destino, y al llegar se decidieron por ver, por obvias razones ya que era la favorita de Jael, Anastasia. Jael siempre fue amante de el estético de la realeza, y el imperio Romanov era su mayor fascinación, tanto que esta ya se le había contagiado a su amigo.

— Estaría de locos que Anastasia Romanov siguiera viva, no? A que tu llorarías de felicidad y harías fiesta en su honor! — bromeó el portugués.

— De eso no hay duda. Mandaría a hacerme un vestido aterciopelado rosa como nunca nadie haya visto! Y bailaría vals en esa fiesta toda la noche, junto con mi príncipe — afirmó la morena, su mente en un único príncipe en específico, uno en otro continente.

— Vale, acepto ser tu príncipe consorte, mi reina — dijo con un suspiro João, haciendo que Jael rodara los ojos.

— Estas loco? No soy tu reina, menso — habló sonriendo la doctora.

AUNQUE AHORA ESTÉS CON EL - Alan Mozo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora