Capítulo 64

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TRES MESES DESPUES.

Tres meses habían pasado, tres meses desde que una guerra que duro generaciones pudo llegar a su fin. Al matar al progenitor de los demonios, todos los demonios que habían aterrorizado Japón, encontraron su final tras la muerte de Muzan Kibutsuji, quien ponía una maldición en su sangre con cada demonio que ha creado, y con todos teniendo una conexión con el, murieron.

Sin embargo, con la muerte de ese hombre, no fue suficiente para convencer a Kiriya Ubuyashiki. Su padre le había dicho sobre el enlace que Muzan tiene con los demonios y a pesar de que confiara en el, quería estar seguro de eso por si mismo. Por eso, una vez se había recuperado, solicito a los cazadores menos heridos y aun disponibles, junto con los Kakushis, a viajar y averiguar por todo Japón, si aun habían rastros de demonios. Todos los disponibles aceptaron, queriendo confirmar si todo por lo que pasaron había terminado.

Y en lo que otros se ocupaban de eso, para los héroes victoriosos, en su pequeño bolsillo del mundo, las únicas preocupaciones que tenían eran recuperarse y descansar. Las peleas contra las lunas y Muzan los agotaron física, mental y emocionalmente, además de robarles amigos y aliados cercanos. Tanjirō durmió prácticamente los tres meses completos y solo se despertó la semana pasada justo a tiempo para que los cerezos estuvieran en plena floración. 

—Son tan bonitos, ¿no es así, Onii-chan? —Preguntó Nezuko con una cálida sonrisa mientras se sentaba junto a su hermano afuera en el jardín de la Mansión de las Mariposa.

—Sí... lo son —Respondió Tanjirō, rodeando a su hermana con un brazo y abrazándola cerca. Mientras lo hacía, miró hacia el cielo azul brillante y pensó para sí mismo en toque había sucedido —El mundo ahora es un lugar más seguro sin Muzan y demonios aquí. Toda la gente podrá caminar seguros ahora. Sin embargo, a cambio de eso, perdimos tantas cosas —

—¿Estás bien, Onee-san? ¿En qué estás pensando? —

—Casi... todo, en realidad. Todo lo que pasó, las personas que perdimos... las heridas que sufrieron los sobrevivientes... —

Pasó una mano por su espalda, sintiendo las cicatrices de esos tentáculos de huesos que habían salido por su espalda, siendo una de las muchas que quedaron en su cuerpo que ni siquiera su factor de regeneración demoníaca podía curar. 

Aun seguía siendo un demonio, pero no mucho como antes, era de nuevo humano, pero aun había sangre de demonio recorriendo su cuerpo. Era algo que ni Shinobu y Yushiro podían explicar, hicieron muchas pruebas con su sangre, y resulta que era, en cierto modo, era mitad humano, mitad demonio. Tanjiro no se sorprendió por eso, ya suponiendo que no todo saldría como lo planearon. Su regeneración lo curaba, pero solo heridas tanto pequeñas como graves, lo sabia porque tuvo un pequeño accidente que lo hizo tener un cuchillo clavado en su abdomen, se había sacado el cuchillo y su regeneración hacia su trabajo. Lo malo, es que ya no podía reemplazar miembros del cuerpo.

Sin embargo, considerando todo, había sido uno de los afortunados.

Giyū había perdido un brazo en aquella ciudad, y Kyōjurō perdió un brazo cuando el lo había lanzado hacia una pared mientras estaba bajo el control de Muzan. Sin embargo, se estaba portando bien con el, a pesar de que su padre lo reprendió por ser demasiado descuidado en su enfoque. Eso era más que nada una tapadera de lo preocupado que había estado por su mayor de dos hijos, y sólo lo mostraba cuando pensaba que nadie estaba mirando.

—Espero que Oyakata-sama esté bien. Para alguien tan joven como él, tener que ocuparse de las cosas, debe ocupar mucha atención —Tanjirō murmuró para si mismo, Nezuko sonrió suavemente mientras abrazaba su hermano.

El Demonio CazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora