Doce

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—Déjame pasarte un poco de limón—comento Max al verla tambalear.

—Estoy bien créeme que lo estoy, no sé porque te preocupas tanto, solo me maree un poco—espeto ella tocándose la frente.

—Sera porque la gente normal no se marea—Andrómeda rodo los ojos.

—No estoy de humor, será mejor que te vayas estoy bien, créeme que lo estoy o es que serás mi enfermero—intento ponerse de pie.

—Bueno si quiere...—Max vio como ella corrió al baño.

La siguió y fue su peor error hacerlo cuando la vio ahí tirada vaciando su estómago con esos ruidos extraños, se recargo en la pared mientras ella siguió así por unos minutos más.

—¿Creo que debemos ir al doctor? Debió caerte mal los mariscos.

—Debe... —no pudo terminar, cuando de nuevo volvió a vasearse.

—Eso no es normal, quien vomita tan seguido, lo bueno que no estas embarazada.

—No lo estoy, pero se siente del infierno, ya hasta mis entrañas estoy sacando.

—Te aseguraste que estaba negativo verdad.

—Si...Dios no puedo más.

Andrómeda le aba más asco lo que vacía y eso provocaba que lo hiciera mas, le dolía el estómago y se tiro de espaldas recargándose con la cara roja, era tan extraño.

Max cuando no escucho nada se giró para verla sentada en el suelo y recargada, parecía una muerta, se ve pálida y muy enferma.

—No iré a trabajar, te vez mal, Héctor no puedes cuidarlo, hablare a mi madre.

—No, estoy bien solo dame tiempo.

—¿Tiempo te vez como muerta? Sabes que me llevare a Héctor lo dejare con mi madre y ya veré que hago contigo.

—Vas a dejarme sin mi hijo.

—Si—dijo dejándola agonizando en ese baño.

Andrómeda intento ponerse de pie, los amores y esas nauseas las había vivido, pero era imposible, se recargo en el lavamanos y se miraba horrible que se lavó la cara.

¿Era posible que estuviera embarazada?

Descarto esa idea, la prueba salió negativa, ella lo vio, y además han usado el condón.

Se recompuso y fue hasta la habitación de su hijo, donde Max ya lo estaba vistiendo, se recargo en la pared, como ese hombre se hacía cargo, vestirlo y acomodar la pañalera.

El será un buen padre.

—Ya me siento mejor—dijo ella acercándose—Además no debemos molestar mucho a tu madre, sabes que esta delicada.

—Lo sé y que ha estado más pálida, desde que le dije que sabía, su forma de verme cambio, sé que le quite un peso Andrómeda, pero mi madre fue egoísta en no compartí y llevar toda su enfermedad, pero ver a Héctor se pone mejor, tú mismo la vez.

—En eso tiene razón, bien déjame buscar...—Andrómeda volvió a sentir ese vértigo, si no fuera por Max se hubiera caído.

—Sabes que dejamos a Héctor y nos vamos al hospital.

—Pero...

—Nada—determinó molesto que ella no sea consiente.

Ambos esperaron en la sala de espera, Andrómeda ya se sienta mejor, hasta parece que nunca había tenido mareos, talvez fue la presión y la falta de ganas de comer.

Mentiras de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora