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Dicen que lo difícil es empezar de nuevo, y eso intento hacerlo día a día, mi madre me odia, mi hermana me odia más, al final no sé si eso me haga sentir mal, al final de cuentas siempre he sido un estorbo para ellas.

Saber la verdad de su odio no justifica nada, pero que mi madre amo a mi tío, dios debe ser repúgnate para la memoria de mi padre, un buen hombre que amo a mi madre, el tío Carlos jamás me agrado mucho menos como nos miraba.

Pero mi padre nos amaba, y murió sin saberlo, o tal vez lo supuso, Venus es rabia como mi tío, y en cambio yo tengo todo lo de mi padre.

Solo espero que mi madre como mi hermanas se perdones por lastimar un buen hombre, por mi parte no deseo saber nada de ellas.

Menos que Alfonso intente regresar y que venus le haga algo a mi hijo, al final de cuenta hice lo que mi madre hizo, salvo que Max sabia del niño y Alfonso supo la verdad.

—Andrómeda—Max se acerca besando mi nuca. —Todo está bien, además dudo que Alfonso se vaya de la ciudad o el país, ya puse alerta a la policía.

—Max eso es extremista.

—Pero tú no estás segura que se lleve al niño, eso te dará tranquilidad, él no quiere que las vivistas sean en casa, comprendo porque nosotros estamos viviendo como pareja, y es normal que se sienta incómodo con la situación estaría igual—no puedo creer que diga eso. — ¿Porque me vez así?

—Es solo que donde quedo el Max prepotente y arrogante que conozco, no eres nada de eso, ni una pizca.

—Hay un niño y pronto vendrá otro debo dar un buen ejemplo.

—A veces me pregunto como hare para soportarte.

—El divorcio lo descartamos hace tiempo, estas embarazada.

—Pero un embarazo no impone librarse del mal—cruzo los brazos.

—Bueno te ibas a librar, pero mi hijo no lo quiso así, me has cambiado la perfectiva de las cosas, es que no lo vez—se sienta a lado mío—No me gustan los niños, pero si me gustan los niños contigo, no lo sé es extraño, no preguntes no encuentro la respuesta eso.

—Quieres decir que otros niños ajenos no sientes ese tocarlos, y decirles que son bonitos—hace una mueca—Vaya sí que eres extraño, entonces solo los míos.

—Así es, no es que sea mala onda, pero no me nace hacerle un cariño a otro chiquillo que no sea mío, si me explico, no seré un qué lindo es tu hijo, o que bien se parece a ti, no, solo me limito a no decir nada o me voy por la tajante ignorando al hijo.

—Max eres totalmente terrible, pero se respeta.

—Debo irme, habrá una junta, quieres que pida el uber para que pase por ti en la tarde sería bueno que estuvieras con mi madre es posible que llegue tarde hoy y le dices a el que deje al niño ahí.

—No estoy bien, solo vendrá por el niño y tendré tiempo de acomodar algunas cosas del bebe—le digo.

Él bebe, hacerme a la idea que tendré otro mese, que mi hijo cumplió un año y estoy de nuevo embarazada, no es un bebe que planeamos, se dio. Y aunque Max no deseaba hijos, parece entusiasmado.

Cada que regresa trae algunas cosas, una teteras, una cajita calentadora de toallas, unas frazadas azules, casi todo es azul, da por hecho que será niño.

No sé qué pensar si dios nos manda una niña, pero el quiere que se lleve bien con Héctor, y si lo que dice puede ser verdad, pero con mi hijo juega con él, le cuenta y lo arrulla para dormir.

Quien pensaría que Maximiliano Bellis fuera ese hombre que canta canciones infantiles y cuenta cuentos de cuna.

Me ha dicho que me ama, me lo dice libremente cuando me toma desprevenida.

—Te veo en la tarde —me besa con una sonrisa dejándome en ese departamento grande.

Alfonso llega después de una hora, noto el nerviosismo el, es mejor una custodia sana que llegar a pleitos, si alguien le debo esto es a Max que me ha dicho que debo soltar al niño.

Unas dirán que es el padre que tiene derecho, que haga aun lado las cosas, pero uno se aferra a nuestros hijos, estará bien, no se le pasa, sabrá cambiarle el pañal, más ahora que Héctor quiere caminar, no quiero perderme eso y que sea Alfonso quien tenga ese privilegio, llámenme egoísta, pero no quiero.

—Lo traeré a las cuatro, seré puntal Andrómeda.

—Está bien si llegas a las cinco, sé que lo llevaras con tus padres, la silla está bien sujeta.

—Lo está puedes verlo y asegurarte.

—Está bien, solo no lo descuides—advierto mirando a mi hijo que sonríe, reconoce a Alfonso, ahora debe saber que él es tu padre. —Nos vemos cariño.

Ahora me he quedado sola, necesito acomodar algunas casas del cuarto donde estarán los niños, Max quiere que nos mudemos a una casa un poco más grande, ahorita que ellos son pequeños y que él bebe aun no nace, piensa en futuro, la escuela debe quedarme cercas y evitar el tráfico, cuando quiere se pone odioso.

Pongo algo de música y empiezo con la limpieza, no hay mucho que limpiar, Max se encarga de eso, su pasatiempo la limpieza extrema, lo quiero ver con los niños después, de la ropa, de la cocina ese hombre no me deja hacer nada, me pregunto si no confía en mí, aunque no tengo buen sazón, al menos no vamos a morir.

Balo la música, mi teléfono suena y miro el número desconocido dudando en no contestar, no quiero que sea mi madre o Venus solo para ofenderme, pero la insistencia es mucha así que respondo.

—Con Andrómeda Bellis—escucho la voz de una mujer.

—Sí, ella habla.

—Señora Bellis que bueno que respondió, hemos marcado a los señores Bellis, pero al no tener respuesta le hemos marcado a usted.

—Si dígame, que necesita.

—El señor Maximiliano Bellis tuvo un accidente, están en el Hospital Royal Memorial, necesito que venga, señora, es urgente.

Tiemblo como mis manos están a punto de soltar el teléfono.

— ¿Qué...Que le paso?

—Sufrió un accidente de auto, señora Bellis es urgente que se presente, necesitamos que alguien firme, señora bellis está ahí.

—Si...Aquí estoy.

—Su situación es grave, no puedo mentirle.

—Esta...Estaré ahí.

Mis ojos se llenan de lágrimas, miro el teléfono, marco a los padres de Max, no contesta y una agonía empeora desesperarme, intento por cuarta vez hasta que su padre responde.

—Andrómeda que pasa cariño tengo llamadas tuyas, acabamos de salir de la quimio.

—Señor...Señor Bellis necesito que vengan pro mí....O lleguen primero...Es Max...

— ¿Qué pasa con mi hijo?

—Tuvo...Tuvo un accidente, Max...Max...—apenas puedo pronunciar, no escucho lo que dice señor Bellis, pero la impresión hace que baje mi rostro.

Mis yemas ven el sangrado y no puede ser, no puede ser.

Mentiras de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora