(EN EDICIÓN Y PAUSADA)
𝐃𝐍| La belladona tiene sustancias químicas que pueden alterar la función del sistema nervioso del cuerpo y causar cambios en la saliva, el sudor y el tamaño de las pupilas.
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31 de Octubre de 1986.
El otoño se hizo presente, con las hojas de colores cálidos, vientos fuertes esparciendo los restos de hojas secas por doquier. Era Halloween e irían a pedir dulces. Su papá Sirius había cerrado la tienda de vinilos temprano, era gracioso, ya que vendía cassettes, CDs, hasta los tocadiscos, él decía que era más elegante decir «Sólo vinilos». El letrero fluorescente se apagó, colocó ciertas protecciones para no tener un robó. Le iba bien, era algo que siempre había querido hacer, tener su propia tienda de música junto a papá Remus.
—Tengo las alas más brillantes de todo Londres, ¿verdad que sí, papá? —exclamó Lila con ojos brillantes.
—¡Obvio que sí, cuervito! —vociferó Sirius en medio de la calle—. Fui a esa tienda muggle de disfraces a buscar las alas más brillantes de todo Reino Unido solo para tu disfraz, Cassie.
—¡Sí! ¡Gracias, papá! —chilló una torpe Delilah de seis años en los brazos de Sirius, la gente volteaba a ver su alboroto con curiosidad, pero muy poco les importaba.
—¡Hey! ¡Yo también te busqué el vestido más lindo de todo Reino Unido solo para tu disfraz, Lila! —Remus se cruzó de brazos indignado.
Delilah movió sus manos en dirección a Remus para que la cargará. Remus dio un paso al frente y rescató a su hija de los brazos de Sirius. El pelinegro abrió la boca indignado.
—¡No puede ser! ¡Traidora! —Sirius negaba con la cabeza mientras tenía una mano encima de su corazón—. ¡Rompes mi corazón hija mía! Ni judas era tan traidor como tú… ¡Al menos dame un besito para saber que me traicionaras!
La pequeña niña y Remus se rieron, sin dejar de ver a Sirius, Delilah dejó un beso en la mejilla de Remus.
—¡Lunático límpiate la mejilla ahora mismo! ¡Ese beso era mío!
—Lila, cariño, ¿Papá Sirius no merece un beso también? —preguntó Remus acomodando un pequeño lazo de una de las trenzas de su hija.
Después de varios minutos muy largos para Sirius tratando de convencer a Lila que él también se merecía un beso, se lo dio, y con eso los Potter llegaron. James y Lily estaban disfrazados de calaveras, ambos tenían el rostro pintado como si fueran sus huesos, iban vestidos de pies a cabeza de negro. Lila pensó que se miraban aterradores. Harry llevaba un garfio en una mano, llevaba un sombrero extraño, una camisa blanca holgada, pantalones negros, algo que parecía una bufanda roja en su cintura y llevaba un parche en uno de sus ojos. Delilah estaba segura que apenas podía ver correctamente.
—¡Hola! Soy una pequeña hada del jardín —dijo Delilah una vez Remus bajó a su hija.
—¿En serio? —preguntó Harry, desconcertado—. Creí que te habías disfrazado de una mosca verde con flores pegadas en su cuerpo.
