CUANDO SE HALLABA sentado ante el desayuno a la mañana siguiente, Christopher Bang apareció en la habitación.
—Me alegra haberte encontrado, Hyunjin —dijo con gravedad—. Vine anoche, y me dijeron que estabas en la ópera. Por supuesto, supe que era imposible. Ojalá hubieras dejado dicho a dónde habías ido en realidad. Pasé una noche atroz, casi temiendo que una tragedia hubiera podido ir seguida de otra. Creo que deberías haberme telegrafiado en cuanto conociste la noticia. Yo la leí por casualidad en una edición vespertina del Globe que tomé en el club. Vine aquí de inmediato, y me sentí desolado al no encontrarte. No sé decirte con palabras cuánto me ha destrozado el corazón lo sucedido. Sé lo que debes de estar sufriendo. Pero ¿a dónde fuiste? ¿Fuiste a ver a la madre de la muchacha? Por un momento pensé en seguirte hasta allí. Daban la dirección en el periódico. Algún lugar de la calle Euston, ¿verdad? Pero temí inmiscuirme en un dolor que no podía aliviar. ¡Pobre mujer! ¡En qué estado debe de encontrarse! ¡Y su única hija! ¿Qué ha dicho de todo?
—Mi querido Christopher, ¿cómo podría saberlo? —murmuró Hyunjin bebiendo algún vino de color amarillo pálido de una delicada copa veneciana con burbujas doradas y con aspecto de hallarse terriblemente aburrido—. Estaba en la ópera. Deberías haber ido hasta allí. Conocí a lady Gwendolen, la hermana de Changbin. Estuvimos en su palco. Es absolutamente encantadora, y Patti cantó divinamente. No hablemos de asuntos desagradables. Si uno no habla de algo, nunca ha ocurrido. Es, simplemente, la expresión, como dice Changbin, lo que da realidad a las cosas. Háblame de ti y de lo que estás pintando.
—¿Fuiste a la ópera? —preguntó Bang hablando muy despacio y con un dejo ahogado de dolor en la voz—. ¿Te fuiste a la ópera mientras Sybil Vane yacía muerta en alguna sórdida pensión? ¿Puedes hablarme de que otras mujeres son encantadoras y de que Patti cantó divinamente sin que la muchacha que amaste tenga todavía ni la paz de una tumba en la que descansar? ¡Cuántos horrores aguardaban a aquel pequeño cuerpo tan blanco!
—¡Detente, Christopher! ¡No puedo soportarlo! —exclamó Hyunjin, poniéndose en pie bruscamente—. No debes hablarme de estas cosas. Lo hecho, hecho está. Lo pasado es pasado.
—¿Llamas pasado al día de ayer?
—¿Qué tiene que ver con eso el lapso de tiempo real? Sólo la gente superficial requiere años para liberarse de una emoción. Un hombre que es dueño de sí mismo puede poner fin a un dolor con la misma facilidad con que puede inventar un placer. No quiero estar a merced de mis emociones. Quiero usarlas, disfrutarlas y dominarlas.
—¡Hyunjin, esto es horrible! Algo te ha cambiado por completo. Pareces exactamente el mismo muchacho que solía venir a mi estudio día tras día a posar para su retrato. Pero entonces eras sencillo, natural y afectuoso. Eras la criatura menos corrompida del mundo. Ahora no sé lo que te ha pasado. Hablas como si no tuvieras corazón ni hubiera en ti piedad. Todo esto es la influencia de Changbin. Puedo verlo.
El muchacho se ruborizó y, yendo hacia la ventana, se quedó mirando el verde jardín tembloroso por unos momentos.
—Le debo mucho a Changbin, Chris —dijo al fin—. Más de lo que te debo a ti. Tú sólo me has enseñado a ser banal.
—Bien; soy castigado por eso, Hyunjin, o lo seré algún día.
—No sé lo que quieres decir, Christopher —exclamó dándose la vuelta—. No sé lo que quieres. ¿Qué quieres?
—Quiero al Hwang Hyunjin que solía conocer.
—Christopher —dijo el muchacho volviéndose de nuevo hacia él y poniéndole la mano sobre el hombro—, has llegado demasiado tarde. Ayer, cuando oí que Sybil Vane se había suicidado...
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☐ 𝙗𝘢𝙨𝘪𝙡 𝙫𝘢𝙣𝙚 ✔
Fanfiction𝐀𝐝𝐚𝐩𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐚𝐥 𝐂𝐡𝐚𝐧𝐣𝐢𝐧. -𝖱𝖾𝗓𝖺, 𝖧𝗒𝗎𝗇𝗃𝗂𝗇, 𝗒𝗈 𝗋𝖾𝗓𝖺𝗋𝖾́ 𝗉𝗈𝗋 𝗍𝗂́ 𝖺 𝗍𝗎 𝗅𝖺𝖽𝗈.