Capítulo VII

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Tanjiro se percató de la expresión nerviosa de Zenitsu, por ello, ladeó la cabeza para manifestar su confusión.

ㅡ ¿Sucede algo? Parece como si hubieras visto a un fantasma. ㅡ Comentó Tanjiro con un tono de gracia en su voz.

ㅡ ¿¡U-un fantasma!? ¡No, ojalá que no! ㅡ Exclamó Zenitsu, mientras se acercaba al otro chico para tener una sensación de seguridad cerca. Tanjiro disfrutó de ese contacto.

A medida que pasaban los minutos, Tanjiro se encargaba de cortar las verduras de manera experta y rápida, algo que le provocaba gran impresión a su acompañante rubio. Veía la maestría en tales manos fuertes, y Zenitsu no perdía la oportunidad de pensar ¿con esas manos podría hacer postres? Es lo primero que le surgió en la cabeza.

ㅡ Tanjiro, ¿sabes de repostería? ㅡ Preguntó Zenitsu, con notoria curiosidad en su cara.

ㅡ Hmm... un poco, sí. ㅡ Decía Tanjiro, sin dejar de cortar las verduras. ㅡ He estado practicando porque sé que te gustan las cosas dulces.

Tanjiro se detiene unos segundos para mirar a Zenitsu.

ㅡ Me gustaría preparar un postre, sólo para ti, Zenitsu. ㅡ Miró al chico con ojos brillantes, y se percató de la felicidad expresiva del otro que estaba a su lado.

ㅡ ¡Me encantaría tanto, Tanjiroooo! Extraño comer algo dulce. ㅡ No importa si ha pasado sólo un día, Zenitsu siempre tendrá ganas de comer dulces.

Unos minutos más transcurrieron en el proceso, y Tanjiro había terminado de cortar las verduras. Juntó todo en una sartén grande para comenzar a saltearlas a su manera.

ㅡ Zenitsu, ¿qué harías si alguien quisiera hacerte daño? ㅡ Comentó Tanjiro de manera inesperada para el chico mayor.

ㅡ ¿E-eh? Esa es una pregunta muy repentina... ㅡ Zenitsu se llevó una mano hacia la cabeza. ㅡ No sabría qué hacer... no sé defenderme, creo que soy muy débil.

A los segundos, ocurrió algo que casi hizo que a Zenitsu se le saliera el corazón (metafóricamente hablando). Tenía cerca de su cuello la punta de un cuchillo de cocina, sujetado por el mismísimo Tanjiro, sin una pizca de duda. El de ojos miel no tuvo tiempo de reaccionar.

ㅡ Esto debes hacer con la gente que quiera hacerte daño, Zenitsu. ㅡ Tanjiro tenía una expresión sombría, algo que el rubio le hizo tener un escalofrío en su espalda.

ㅡ ¿M-matarlos...? ㅡ Dijo en un susurro tembloroso y atemorizado.

Luego Tanjiro sonrió inocentemente, retirando el cuchillo y poniéndolo de vuelta a una de las mesas.

ㅡ ¡No, hombre! Eso es ilegal, podrías condenar tu vida por siempre. ㅡ Comentó Tanjiro mientras echaba un vistazo a la comida. ㅡ Hay que poner límites y usar lo que sea que esté a tu alcance para defenderte. Aunque no creo que sea muy necesario, ¡ya que yo podría defenderte muy bien!

Zenitsu asintió, aún sintiendo una sensación extraña en su pecho por la repentina acción de Tanjiro. No lo imaginaba así, alguien que es capaz de sujetar un cuchillo como un criminal.

ㅡ Gracias, Tanjiro... no logro comprender cómo estás tan dispuesto a defenderme de lo que sea, sobre todo porque yo soy débil.

Tanjiro suspiró, lavándose las manos de manera tranquila.

ㅡ Me gusta defender a los que amo... ㅡ y antes de darle tiempo a Zenitsu de emitir respuesta alguna por esa última palabra, el chico de cabello burdeo agregó ㅡ ... y a los que son mis amigos.

Eso alivió ligeramente al otro chico, pero el rubor en su rostro fue inevitable, pues por un momento, pensó algo que no era respectivamente muy heterosexual.

Al ayudar a Tanjiro a terminar la cena, ambos colocaron la gran olla de comida y los respectivos platos sobre el kotatsu. Mientras ambos se sentaban juntos a esperar a que volviera la familia, Tanjiro pensaba para sus adentros que estaba viviendo un sueño. Estar al lado de su objeto de posesión era algo tan increíble, que se sentía en el paraíso.

Esa carita tan redonda es tan adorable, pensaba Tanjiro. Ah, tantas ganas de agarrarlo y comérselo a besos...

Sin embargo, aquella contemplación terminó cuando, finalmente, la familia de Tanjiro llegó a la casa. Aguantándose toda esa frustración de no poder mirar fijamente a Zenitsu por más tiempo, Tanjiro llegó a recibir a los demás con fingida alegría. Zenitsu se quedó esperando con curiosidad a que se reunieran todos a comer.

ㅡ ¡Ya llegamos! ㅡ exclama Hanako, una de las hermanas menores de Tanjiro.

ㅡ ¡Bienvenidos! ¿Cómo les fue? ㅡ preguntó Tanjiro, mientras tomaba en brazos a Rokuta, su hermano pequeño, y lo llevaba al comedor.

ㅡ ¡Fue todo muy divertido! ㅡ comentó Nezuko, apareciendo grácil y animada a los ojos de Zenitsu. De manera inmediata, Zenitsu se contagió de esa emoción y una sonrisa amplia apareció en su rostro.

ㅡ ¡Nezuko! ¡Qué linda te ves! ¡Espero que realmente lo hayas pasado bonito! Tanjiro y yo hicimos la cena. ㅡ Zenitsu invitó a Nezuko a sentarse.

Esa actitud inusual no pasó desapercibida para los ojos de Tanjiro, quien observaba fijamente aquella escena. Una punzada de molestia se cruzó en su pecho, pues anhelaba que Zenitsu se comportara de esa misma manera con su presencia...

ㅡ Ah, sí. Hicimos una cena que tiene una pinta muy deliciosa. ¡Espero que tengan hambre, porque hemos preparado mucha comida! ㅡ comentó Tanjiro, poniendo a su hermano en uno de los asientos, y luego se fue a sentar al lado de Zenitsu, esta vez con un poco más de distancia disimulada.

Dos horas pasaron entre charla y charla: en cuántos juegos se metieron los hermanos menores de Tanjiro, el carrusel al que se montó Nezuko, la cantidad exuberante de globos que tomaban todos... Era un tema muy lindo que le agradaba a Zenitsu.

El chico de la cicatriz en la frente mantenía miradas sutiles hacia Zenitsu cuando algún miembro de la familia le dirigía la mirada. Incluso si el rubio era algo tímido y torpe al hablar, sus gestos corporales y expresiones faciales eran una gran atracción para Tanjiro.

Podía notar un leve temblor en sus labios cuando intentaba hablar y todos se le quedaban mirando, lo que denotaba su nerviosismo. ¡Y cómo dejar de lado sus ojos, aquellos que miraban de un lado a otro para lidiar con la ansiedad! Su momento favorito era cuando el chico rubio llegaba a tener contacto visual con él.

Qué ganas de tener su mirada siempre fija en él, como un girasol guiándose por siempre hacia el sol, pues es su único motivo para brillar. Oh, cómo le gustaría que Zenitsu lo viera como su único motivo de existir.

Cuando se estaba haciendo bastante tarde, Zenitsu supo que ya debía irse. Se quiso despedir rápidamente de toda la familia Kamado para luego correr hacia su casa, pero Tanjiro se encargó de detenerlo en medio de la puerta.

ㅡ Espera, Zenitsu. ㅡ Tanjiro tenía agarrado a Zenitsu del brazo, con una fuerza suficiente para mantenerlo, pero sin hacerle daño. ㅡ Iré a dejarte a tu casa. No veo tan seguro que te vayas solo.

Zenitsu parpadeó un par de veces mientras miraba los ojos carmesíes de Tanjiro, sin palabras durante unos segundos; no obstante, era cierto que él mismo no podría defenderse, así que necesitaría a su amigo para volver sano y salvo. Además, Tanjiro era una persona muy fuerte.

ㅡ ¡Tanjiro, eres una persona tan amable por ayudarme! ㅡ Zenitsu asintió con la cabeza, y con ello, Tanjiro se situó a su lado, haciendo que el otro chico entrelace su brazo con él.

Ambos se dispusieron a caminar en las calles iluminadas por las farolas, junto a un cielo completamente oscuro y despejado.

Celos ocultos - TanZenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora