4. 𝓔𝓵 𝓐𝓷𝓱𝓮𝓵𝓸 𝓮𝓷 𝓵𝓪 𝓟𝓮𝓷𝓾𝓶𝓫𝓻𝓪.

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—Debes luchar por él —Draco comentó mientras se giraba hacia Ginny. Ginny lo miró. Conocían tan bien uno al otro que parecía que podían leer sus pensamientos más profundos. Ginny sabía que no podría ocultar su enamoramiento por Harry a Draco por mucho tiempo. En algún momento, su mejor amigo se daría cuenta. Ginny suspiro antes de recargarse en la ventana y contemplar el cielo iluminado por el sol.

—Lleva dos meses con Cedric —murmuró Ginny con resignación—. No puedo competir con él.

—Eso no importa. En mi opinión, la belleza es subjetiva y relativa. Lo que más importa que cualquier apariencia es la persona que eres en el interior. Si un chico no puede ver tu belleza interna y tu encanto, entonces es su pérdida. No dejes que la percepción de otra persona sobre tu apariencia te haga sentir menos valiosa. Eres increíble tal como eres, y mereces a alguien que lo reconozca y lo valore —intentó explicarle a Draco a su mejor amiga.

—Sí que importa, Draco —lo miró a los ojos—. Todos los chicos y chicas están detrás de ti porque eres guapo y atractivo. Y Harry... obviamente ama a Cedric.

—Las relaciones no siempre se basan en el amor, Ginny —respondió Draco—. Yo soy prueba de ello. He tenido relaciones en las que nunca hubo sentimientos profundos, al menos no de mi parte.

—No lo entenderías... —exclamó Ginny antes de alejarse de la ventana—. Nunca has sentido amor por nadie, al menos no de manera romántica. Nos vemos, Draco.

Draco observó cómo su mejor amiga se alejaba y luego se giró de nuevo hacia la ventana mientras el sol comenzaba a ponerse en el horizonte.

>>𝘚𝘪 𝘴𝘶𝘱𝘪𝘦𝘳𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘺 𝘶𝘯 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘳𝘦𝘤𝘦 𝘦𝘯 𝘮𝘪 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻ó𝘯, 𝘶𝘯 𝘢𝘮𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘢𝘤𝘦 𝘴𝘪𝘯 𝘦𝘹𝘱𝘭𝘪𝘤𝘢𝘤𝘪ó𝘯, 𝘶𝘯𝘢 𝘥𝘶𝘭𝘤𝘦 𝘪𝘯𝘤𝘦𝘳𝘵𝘪𝘥𝘶𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘦𝘯𝘷𝘶𝘦𝘭𝘷𝘦<<

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Al día siguiente, Draco observó a su mejor amiga desde temprano mientras entrenaba. Parecía estar tratando de liberar todas sus preocupaciones a través del deporte, y aparentemente, le estaba funcionando. Ginny ocupaba el puesto de cazadora en el equipo de Quidditch de Gryffindor, lo que le daba acceso al campo con ciertos privilegios. Su destreza la hacia merecedora de estas ventajas. Cuando Ginny finalmente descendió de su escoba para tomar un descanso y beber agua, Draco aprovechó la oportunidad para acercarse y entregarle una toalla. Ginny le dirigió una mirada y tomó la toalla entre sus manos.

—¿Te agrada sudar tan temprano en la mañana? —preguntó Draco, rompiendo el silencio entre los dos.

—Sí, mírame —respondió Ginny con una sonrisa mientras daba una vuelta para mostrar su figura esbelta.

—¿No será porque me odias y, en lugar de tomártelo conmigo, prefieres desquitarte con tu escoba? —inquirió Draco, haciendo un gesto de puchero.

—Jamás podría odiarte —contestó Ginny con una sonrisa sincera.

—¿Segura de eso? ¿A pesar de todo lo que hago? —preguntó Draco, mostrando cierta incredulidad en su voz.

—Sin lugar a dudas, amigo —afirmó Ginny con convicción—. Te aprecio más de lo que imaginas.

—¡Oye, deja de desordenar mi cabello! —exclamó Draco mientras empujaba con suavidad a su querida amiga—. ¡Lo vas a dejar hecho un desastre!

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Afinidades Secretas: El Destino de Dos CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora