†Capítulo 8†

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Traiciones†

Agarré las llaves del auto de Jack, y sigilosamente me escabullí hasta la entrada principal del internado, sin que nadie se percatara de que ya no estaba. El mismo se encontraba estacionado en una de las esquinas más cercanas a las paredes de ladrillos, que conforman los muros los cuáles sostenían las rejas de la gigantesca porteria.
Entré al coche y conducí los más rápido que pude hasta mi casa en el maldito bosque, la cuál quedaba a más de noventa putos kilómetros; eso sí, no me marché hasta que estuve completamente segura de que el Sr. pecas ya estaba sano y salvo en la enfermería, o por lo menos siendo tratado por una de nuestras mejores Dr. junto a las pociones que Sacha había logrado conseguir en nuestro viejo almacén.
Mis manos temblaban incontrolablemente, ¿Y si llegaba muy tarde? ¿Y si le pasó algo muy malo y no estuve ahí para protegerla? Todas estas preguntas pasaban una y otra vez por mi cabeza, dejándome un estrés inmenso y una preocupación inimaginable.
Nunca había sudado tanto por la inquietud, por el hecho de no saber lo que había ocurrido. Mi madre era una de las personas que no tenía pensado perder, y si lo hacía, mi mundo entero caería en ruina, tristeza, caos y abandono.
Al traspasar la reja de madera que daba paso al patio, la cuál permanecía abierta, salí apresuradamente del auto dejándolo cerca del pequeño garaje que teníamos en casa, para así subir las escaleras hasta estar frente a la puerta principal.
Observé todo con detenimiento, con algo de añoranza. Esa puerta... Seguía con todos aquellos rasguños provocados por mi difunta gatita Mina, las flores del jardín seguían igual de hermosas y resplandecientes, los árboles seguían tapando ese explandor del sol tan perfecto que habeses deseaba chocará con mis mejillas rosas.
Extrañaba ese ambiente en el que mi madre y yo solo vivíamos felices y solas, pero no era ni el momento ni el lugar para comenzar a recordar los viejos tiempos, así que solo agité la cabeza con fuerza para salir de mis pensamientos de golpe y tocar la puerta dos veces con mis nudillos temblorosos.
Pero antes de que estos rozaran contra la misma, un repentino viento sopló, causando que esta se abriera sola. Mis ojos procedieron abrirse mientras mantenía una expresión de confusión, ¿Por qué mi madre había dejado la puerta abierta sabiendo que podía entrar cualquier desconocido a robar o a quien sabe que?
Entrecerré los ojos algo confundida, pero ante mis dudas decidí avanzar hacia el interior de la casa. Mis pasos hacían rechinar el viejo suelo de madera, escuchándose aún más sonoro debido al ambiente tan silencioso y frío que había.
Me quedé en shock, la casa estaba patas arriba, todas las mesas estaban destruidas, los platos rotos en el suelo, la estantería de libros era un desastre e incluso algunos libros yacían sobre la alfombra roja a mis pies.
Busqué con la mirada pero no logré encontrar a mi madre, lo cuál me preocupó aún más.

— ¡Mamá! ¿Estás en casa? —pregunté mediante gritos no tan altos pero que si resonaban dentro de las paredes del desastroso lugar, aunque no recibí respuesta alguna.

Luego de unos segundos paré de caminar, quedándome en silencio, sin mover músculo alguno. Observé por encima de mi hombro y fue ahí cuando escuché el sonido de algo caer, provenía del piso de arriba.
Alarmada, opté por correr apresuradamente hacia las escaleras para después subirlas con agilidad y rapidez.
Al llegar a dicho piso, mis pasos se hicieron más lentos y cautelosos. Comencé abrir cada una de las puertas que daban paso a las habitaciones, pero no encontraba a nadie dentro, hasta que llegué a la última habitación al final del pasillo, mi antigua habitación.
Estaba igual que como la había dejado, caminé hacia su interior y comencé a tocar cada uno de los viejos libros que permanecían en mi escritorio. El cuarto seguía limpio pero algo desordenado ya que, lo que sea que entró aquí, invadió también mi espacio seguro, lo cuál me preocupaba; me preocupaba el hecho de no saber que le había sucedido a mi madre.
Después de unos segundos, volví a voltearme con dirección a la puerta, pero justo en ese instante alguien me atacó a traición con un cuchillo color morado —estos eran indicios de que estaba envenenado— pude esquivar el corte fácilmente y patearle el estómago con fuerza, causando que cayera de rodillas en el suelo. No podía ver su rostro por más que quisiera ya que llevaba capucha y una máscara blanca muy extraña.
Este no se rindió y se levantó adolorido del suelo, luego se posicionó, listo para volver a atacar, para sin pensarlo dos veces, acercarse y volver a intentar herirme con ese inusual cuchillo, solo que, nuevamente, no lo logró.
En un abrir y cerrar de ojos, tenía mi mano izquierda rodeando su brazo, y luego golpeé con mi codo el mismo, provocando que dejara caer dicha arma al suelo. Le obligué a qué se arrodillara y a que me diera algunas que otras explicaciones...

♠Tentaciones Asesinas♠ [libro # 1] [Completo] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora