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Jimin se encontraba con el aliento entrecortado, su espalda recostada en la fría puerta de madera. El demonio había salido hace unos minutos y, para su desgracia, la puerta se hallaba cerrada con llave. Había intentado golpearla a patadas con la idea de derribarla en mente, pero su fuerza parecía ser nula. Sus manos frías pero húmedas contrastaban con su acelerado corazón, y las silenciosas lágrimas que bajaban de sus ojos hacia su cuello comenzaron a convertirse en bajitos sollozos.

Se levantó del suelo, aún sin apagar sus ansias de ser libre, y dio una fuerte patada a la puerta, la cual no se movió siquiera un centímetro.

— ¡Vas a romper la maldita puerta!

El grito cargado de rabia del otro lado lo hizo detener cada acción que estaba llevando a cabo.

Quería salir de ahí, pero no podía arriesgarse frente a ese maldito loco. El solo pensar en esa extraña criatura le helaba la sangre. No quería indagar en eso; a ratos se le erizaba la piel solo de recordar cómo el demonio estuvo encima suyo. Sentía como si aún le estuviera succionando cada gota de sangre.

Repugnante.

Quería darse un baño urgentemente, pero no iba a acceder a hacerlo. ¿Quién sabe si ese fenómeno lo observaba? Se sentía incómodo, atrapado, vigilado y, sobre todo, sucio. Su ropa olía mal, él mismo olía mal, y le asqueaba verse así. Le disgustaba su imagen en el espejo.

Necesitaba salir de ahí.

Y sus ojos brillaron cuando vio aquella pequeña ventana en una esquina del baño. Permanecía totalmente cerrada, pero esa podría ser una perfecta oportunidad para escapar a escondidas de ese extraño animal. Precisaba en ese momento algo que pudiese ayudarle a abrir aquel plástico oscuro que cubría la ventana, impidiendo el total paso de la luz. Su boca se abrió formando una sonrisa leve cuando pudo encontrar un cepillo de dientes.

¿Serviría?

Solo le quedaba poner la fe en que funcionara.

Jimin puso un pie encima del lavabo empotrado en la pared, rezando al cielo para que este no cayera. La ventana, aún así, le quedaba bastante lejos, por lo que necesitaba extender sus manos y su visión se veía un poco limitada. Tocó la zona con bastante inquietud; debía encontrar cuanto antes la esquina en la que se separaba aquella lámina de plástico con la ventana. Se estaba tardando demasiado, su cuerpo ardía debido a la tensión y sus músculos a ratos desfallecían haciéndole tambalearse en su lugar.

Un fuerte toque fue dado a la puerta y Jimin tembló en su lugar. La desesperación comenzó a comerlo vivo, de pies a cabeza. Sus manos comenzaron a moverse desesperadas hasta que ¡voilà! Sus ojos se humedecieron de la alegría que sentía; había encontrado algo, una pequeña división entre la lámina y el exterior.

Un toque mucho más fuerte que el anterior fue dado a la puerta haciéndole ir muchísimo más rápido en su accionar. Con toda la fuerza que pudo reunir movió el cepillo, separando levemente la lámina de la pared. Un pequeño rayo de luz solar se asomó, y Park lanzó al suelo el cepillo y con sus manos comenzó a halar la lámina con exasperación.

La puerta se abrió de un fuerte golpe y la lámina cedió con un estruendo ensordecedor, llenando de luz aquella habitación.

Un fuerte alarido de dolor salió de la boca de JungKook, haciendo a Jimin girar su cabeza hacia atrás.

El vampiro se encontraba siendo totalmente iluminado por cada rayo de sol que entraba en la habitación. Jimin fue testigo de cómo los mechones de su cabello se hicieron blancos y cómo su piel blanca comenzaba a colocarse roja y se iba abriendo poco a poco, dando lugar a la carne. No había ni una gota de sangre, pero en esos pocos minutos, el nauseabundo olor que llenó todo el baño le hizo desconcentrarse. Un insoportable aroma a podrido llenó los pulmones de Park. El hedor era tan fuerte que hizo irritar los ojos del rubio, haciéndoles lagrimear en el proceso.

Ambrosia    |JJK&PJM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora