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La constante molestia, junto al gélido ambiente y el dolor tan insistente que estaba sintiendo, lo hicieron despertar. Su espalda punzaba debido a la mala postura. Jimin se revolvió un poco hasta finalmente abrir sus ojos de un solo golpe. La luz de la bombilla encima de su cabeza le hizo volver a cerrarlos; la incomodidad que sentía en ese momento no tenía precio alguno.

Recordó todo lo sucedido la noche anterior y, aunque sus ojos aún no se habían adaptado a la luz, enfocó su vista a su alrededor y un pequeño gemido asustado salió de sus labios.

No había tenido una pesadilla, y no se encontraba en casa de su mejor amigo luego de una noche de celebración. Al parecer, ese mal sueño se había extendido hacia su realidad también.

Sus extremidades seguían estando tan acalambradas como antes de caer inconsciente, pero esta vez un frío ajeno, no procedente de su cuerpo, le estaba inquietando.

El peso de alguien más estaba sobre él.

Encima suya se encontraba aquel demonio, protagonista de sus angustiosos sueños. El cabello contrario le hacía cosquillas en su mejilla, y para Jimin fue demasiado repugnante sentir como ese ser tan abominable chupaba con ahínco su cuello. Sentía el repulsivo sube y baja de su manzana de Adán al tragar, o como el líquido pasaba por su boca.

El solo pensarlo hizo que al rubio le subieran unas náuseas bastante difíciles de controlar, y totalmente desesperado, angustiado y asustado, pateó como pudo al fenómeno encima de él, haciendo que detuviera todo lo que estaba haciendo.

JungKook se separó de Jimin en un movimiento bastante rápido; las patadas del rubio no habían logrado lastimarlo, pero el asombro en su rostro era evidente al ver al humano vivo.

Habían pasado alrededor de dos días desde que habían sido atacados por aquel grupo de cazavampiros y en todo ese tiempo, no había dado señales de querer despertar o de poder sobrevivir. Era una gran sorpresa para el pelinegro encontrarse con la afilada mirada del chico que se encontraba tendido en su sofá.

Park se llevó con extremo cuidado una de sus manos al cuello, palpando con una mueca en su rostro, la herida abierta que allí tenía. La sentía malditamente enorme y dolorosa.

—No la toques mucho. —De un momento a otro un tacto frío apretaba su muñeca.

Jimin fijó la vista en el sujeto parado a su lado, que sostenía con fuerza su mano, separándola del cuello.

¿Quién era?

¿Dónde estaba?

¿Qué había sucedido?

— ¿Quién mierda eres? —Se puso en pie rápidamente ganándose un fuerte mareo unido a un ligero temblor en sus piernas. El ritmo de su respiración se había vuelto desesperado y su corazón se aceleró como si hubiese corrido un maratón en tan solo segundos. —¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar?

El rubio a paso apresurado comenzó a alejarse del ser frente a él. Recordaba perfectamente la mayoría de cosas sucedidas aquella noche; el como aquel tipo había recibido cerca de cinco balas y, ahí se encontraba, justo frente a él, sonriéndole con esa característica sonrisa socarrona suya.

El crecido cabello negro de aquel fenómeno no pasaba mucho de sus orejas, dándole un aspecto bastante jovial y despreocupado. Sus grandes ojos parecían leer cada pensamiento de Jimin; podía sentir como si penetraran su alma, le hacían sentir demasiado inquieto y vulnerable, un sentimiento que no era para nada bienvenido e hizo irritar al rubio.

— ¿Recuerdas qué sucedió? —La voz de ese demonio caló profundamente en todo su ser haciéndole sentirse en peligro, el pelinegro representaba una amenaza para su persona.

Ambrosia    |JJK&PJM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora