Capítulo 2: La noche de San Valentín.

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Hacía mucho tiempo que no tocaba una piel tan suave como aquella. ¡Ni siquiera eso era cierto! Había estado con chicas y hasta con algún chico de la universidad. Algunos era posible que tuvieran un tacto como aquel pero... el de Akaashi le parecería especial aunque seguramente, fuera igual al del resto o muy similar.

Sus besos, algo que parecía tan simple como un leve contacto entre sus labios, le traían miles de sensaciones y recuerdos. ¡Ese chico había sido su calvario desde hacía un par de años! Soñaba con él y lo guardaba en silencio. Eran del mismo equipo, era el único chico que tenía prohibido en toda la universidad y era precisamente él... quién hacía latir su corazón. Se refugió en sus estudios, en el voleibol pero... no podía apartarlo de su cabeza. Tenía que verle todos los días en el entrenamiento.

Kuroo se levantó con rapidez del suelo, incorporando primero su torso y pasando sus brazos tras la cintura de su compañero para evitar que se sorprendiera demasiado. Akaashi quedó arrodillado a horcajadas sobre los muslos de Kuroo y por un instante, ambos se miraron fijamente en un silencio absoluto.

El rubor en las mejillas de ambos era notable debido al alcohol, sin embargo, no había atisbo de negación. No podían dejar de mirarse como si intentasen entender el pensamiento el uno del otro. ¿Debían dejarlo allí? ¡Sí! Claro que tenían que parar, eran del mismo equipo pero... Kuroo se levantó ayudando a Akaashi a ponerse en pie también antes de acercarle con suavidad hacia su cama.

Akaashi se sorprendió cuando su cuerpo empezó a caer y sintió su espalda chocar contra el colchón, ladeando el rostro para ver sobre la silla la antigua chaqueta del Nekoma con el número uno bordado en él. Kuroo ya era capitán de nuevo. Él tenía ese don para el liderazgo, ya lo había sido en el Nekoma del instituto y ahora volvía a reafirmarse en la Universidad. ¡Tres años llevaba jugando con él en la universidad y era increíble! Sin duda alguna, de todos los capitanes que había tenido desde el colegio hasta la universidad, Kuroo era el mejor.

Por un momento, se sintió atascado. Él apenas había cambiado desde el instituto. Siempre había estado más preocupado de tirar del potencial de otros jugadores, de sacar lo mejor de Bokuto, de intentar animarle cuando se venía abajo... no se sentía con un don, sólo como uno más en el equipo sin demasiada importancia, viendo cómo otros eran más efusivos que él a la hora de jugar. Resopló al darse cuenta, sólo con Kuroo entrenaba en serio, sólo él había sacado todo su potencial pero aún así, pese a darse cuenta que mejoraba cuando entrenaba con Kuroo, no podía dejar de ver a otros colocadores que parecían tener un don para ello. Se sentía inferior al resto.

Con su dedo índice y corazón, Kuroo desplazó el mentón de Akaashi para que le mirase. Al ser consciente Kuroo de cómo miraba su antigua chaqueta con melancolía en sus ojos, tuvo miedo de que cambiase de opinión en ese momento.

- Ey... - le susurró Kuroo cerca de sus labios, consiguiendo que finalmente, Akaashi se fijase en él, paralizado como estaba, casi esperando una respuesta por su parte.

¡Se perdió en sus ojos! No es que los ojos de Kuroo tuvieran un color peculiar, o que tuvieran una belleza más propia de otro mundo que de éste, no... eran unos ojos muy normales, pero le gustaban e hipnotizaban. Tenía esa clase de ojos que le hacían parecer interesante, que indagaba hasta lo más hondo de tu alma y conseguía adentrarse casi en tus propios sentimientos y pensamientos, era una mirada de la que Akaashi jamás podía escapar. Ni siquiera jugando a voleibol había conseguido esquivarla, él siempre acababa descubriendo sus movimientos.

- ¿Te distraes? – preguntó Kuroo con una gran sonrisa en su rostro.

- No – respondió casi en un susurró Akaashi pese a ser consciente de que sí se había distraído un momento – no me distraigo.

El hijo del decano (Haikyuu: Kuroo- Akaashi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora