El hijo del decano (Haikyuu: Kuroo- Akaashi)

Capítulo 12: Sin lamentos

¡A la carrera! Así habían terminado los dos, corriendo por las calles bajo la intensa lluvia para llegar a la residencia.

Quizá la mejor idea habría sido otra. Tomar un taxi, quedarse en el bar un rato más hasta que amainase la tormenta o refugiarse en cualquier otro sitio, pero al no encontrarse lejos de la residencia, ambos decidieron correr hasta allí y resguardarse directamente en casa donde podrían secarse con tranquilidad.

La estancia estaba a oscuras y cuando ambos entraron, no pudieron evitar besarse con pasión al sentirse de nuevo a salvo de miradas indiscretas.

Aquello no era algo correcto, ambos decidían una y otra vez mantenerse algo alejados y sobre todo, no besarse o hacer cualquier cosa que pudiera provocar las sospechas de la gente sobre una posible relación pero... era demasiado difícil. Quedaban en no estar muy cerca el uno del otro y al instante, como si una fuerza superior a ellos se lo impidiera, volvían a estar juntos.

Un escalofrío recorrió su cuerpo estremeciéndole. Tenía frío, estaba empapado y lleno de barro por haber corrido por las calles y los senderos del parque hasta la residencia, pero nada de eso le importaba cuando estaba entre sus brazos. El cuerpo de Kuroo también estaba frío pero sus manos no dejaban de acariciar su cuerpo con maestría y posesión.

Las camisetas fueron lo primero en desaparecer entre sus fogosos besos. Como un imán, sus bocas se negaban a soltarse excepto para el tiempo justo para poder quitarse la ropa.

Sólo con sentir aquellos dedos bajando por su desnuda cadera en busca de la cinturilla del pantalón, hizo que su cuerpo temblase por la excitación. Su cabeza seguía gritando que estaba mal, que podrían pillarles, que podría perder la beca pero... ¡Necesitaba aquello! Kuroo era su mayor locura.

Se tensó al sentir la mano de Kuroo entrar en el pantalón, acercándose peligrosamente a su miembro. Akaashi cerró los ojos y respiró todo lo calmado que podía dentro de aquella excitación, todavía sintiendo los labios de ese moreno sobre su cuello, besándole y mordisqueándole sin cesar.

- ¡Ah! – dejó escapar Aakashi, más de dolor que de placer cuando Kuroo tocó sus testículos con delicadeza.

Esta vez lo hizo con mucho más tacto. Por un momento, Kuroo pensó en dejarlo estar, simplemente porque no estaba seguro si Aakashi querría llegar tan lejos hoy después de las numerosas conversaciones sobre alejarse un poco.

Por un instante, Kuroo se detuvo, apartando sus labios del cuello del menor para poder contemplar sus cristalinos ojos. Empotrado contra la puerta, su cabello oscuro se pegaba al rostro, chorreando agua que caía sobre el suelo. ¡Era la visión más perfecta que jamás tendría de él! Sus ojos infantiles mirándole y reclamando aquel beso, la esfera de deseo que invadía todo el cuarto pese a la terrible tormenta de fuera que hacía retumbar los cristales de la ventana.

- ¿Tetsu? – susurró entonces el moreno, dubitativo por lo que ocurría, por lo que podía pasarle por la cabeza al moreno.

- Lo siento... es que... haría lo que fuera por ti y me he dejado llevar por un impulso que... quizá tú no...

- Mi cabeza dice que pare – confesó Aakashi, haciendo dudar más a Kuroo – pero todo mi cuerpo y mi corazón dice que siga. ¿A quién crees que debo hacer caso? No quiero perder la beca pero... tampoco quiero perderte a ti – comentó –. Tú me confundes, pero no creo que besarte sea algo que esté mal. Me dijiste que pensase por mí mismo, que fuese sincero conmigo y me diese cuenta de lo que realmente quiero. No querría estar ahora mismo en ningún otro lugar.

¡Era convincente! Aakashi siempre lo era. Para ser tan joven, sabía cómo utilizar las palabras y convencer a la gente, pero no era algo que a Kuroo le extrañase, se había criado solo con su madre y tuvo que madurar con rapidez. Su único problema con todo eso, era que pensaba demasiado en los demás y nunca había podido detenerse dos segundos a pensar en él mismo. Acabaría lográndolo, era inteligente.