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ADVERTENCIA: NO leer si no haz leído antes "El menú de Dios".

17 de Agosto del 2017.
París, Francia.

El lugar estaba hecho un desastre, el polvo levantado por la estampida de personas tratando de huir contaminaba sus pulmones, pero eso ni el hecho que que aún hubieran policías rondando por ahí, lo detuvo. Levi había esperado ese momento durante años, asechaba a Grisha ansioso por acabar con él, después de todo, ese siempre fue su objetivo.

El ambiente de L.U.C era lúgubre, apestaba a sangre, alcohol y sudor, nada fuera de lo normal. Sus pisadas eran cautelosas, sabía que Grisha tarde o temprano saldría de su alcantarilla, como la buena rata que era. Matar a la mente maestra que creó L.U.C sería una gran victoria para él, alborotar a un panal de abejas furiosas era el ejemplo más mundano y cercano después de su destrucción.

Divisó a su objetivo arriba del ring, apenas una luz ténue lograba iluminar su silueta. Grisha observaba todo a su alrededor como si estuviera haciendo un recuento de los daños, hasta ese momento no sabía de donde provino la traición, así que Levi no lo hizo esperar más.

—Me da gusto saber que sigues vivo.— Mencionó con tono burlón el pelinegro, subiendo al ring también. —No me esperaría menos de ti, Jesús.—

A Levi le asqueban los tipos arrogantes pudridos en dinero, en específico aquellos que seguían la doctrina de Grisha, un empresario con una obsesión enfermiza por la religión. Odiaba llamarlos "Jesús", cada maldita sílaba que salía de su boca para nombrarlos como una figura venerada, le quemaba la lengua. Grisha volteó completamente tranquilo al escuchar la voz de su "mano derecha", a pesar del desastre que hubo esa noche, las ideas para hacer resugir a L.U.C de las cenizas estaban al mil por hora en su cabeza.

—Diría que es un milagro verte, Levi.— Contestó Grisha. —Pero no me sorprende que no te haya atrapado la policía.— Ignoró la presencia al ojiazul por unos instantes, desviando su atención a su alrededor. —Parece que deberemos buscar otro lugar para levantar L.U.C, aunque primero quisiera atrapar al maldito Judas que ocasionó esto.—

—Debió ser alguien externo.— Grisha rió irónicamente, negando con la cabeza.

—Por supuesto que no.— Respondió serio. —Algo tan elaborado no lo pudo ocasionar un simple mundano.— Sus pisadas cargadas de resentimiento hacían eco en el lugar. —La escoria de Eren no pudo ser, era bastante tonto al igual que su noviecita.—

Levi ya estaba cansado de aparentar, era su oportunidad de oro para acabar con Grisha de una buena vez. Los años que estuvo trabajando para él hizo que lo odiara aún más, y hacer tambalear a las demás sedes de L.U.C sería un placer. El pelinegro sacó su arma escondida en su pantalón, apuntando directo al pecho de Grisha.

—Ya te puedes imaginar quién fue.— Habló entre dientes, haciendo que Grisha volteara a verlo.

Por un momento se le vio sorprendido, pero instantes después comenzó a reír burlescamente, hasta convertir esas risas en carcajadas.

—Levi Ackerman, mi mano derecha.— Comentó con sarcasmo. —Claro, debí suponerlo...— Ladeó la cabeza. —Hiciste un gran trabajo ganándote mi confianza, aún recuerdo cuando llegaste como un cachorro abandonado hace dos años.— Sus facciones se tornaron serias, con un toque de enojo. —Y resultas ser el más grande hijo de puta que haya conocido.—

—No te sorprendas, lo mismo hice con tus colegas Keith y Onyakophon.— Grisha alzó las cejas. —Aunque a ellos les hizo falta la malicia e inteligencia que tú tienes, por eso los eliminé en un abrir y cerrar de ojos.—

—Así que fuiste tú...— Masculló con rabia y sorpresa. —El asesino "K".—

—Hasta ahora fuiste el Jesús más difícil de matar.— Dijo Levi. —Como una maldita cucaracha llena de mierda.—

la última cena | levi ackermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora