Make so noise

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– ¿Puedo ver tu rostro?

El sonido de un chapoteo resonaba en toda la habitación y probablemente en la de al lado también se escuchara, como si alguien se dedicará a brincar en un gran charco de agua.

Aquel joven que portaba una máscara barata de Jason Voorhees se negó a tu petición, ignorando tu rostro mientras movía con más entusiasmo sus dedos dentro de tí.

– ¿P-Podrías besarme cuando menos?

El sonido emitido por sus dedos se detuvo. A pesar de la máscara que se encontraba de por medio, sentías que atravesaba tu alma con su mirada. Que estuvieras acorralada contra la pared, con el peso del chico evitando que te movieras y con una pierna medio levantada para darle un mejor acceso; te hacía una presa.

– ¿Por qué tanta insistencia en ver mi rostro? ¿No te interesa conocer otras partes de mi cuerpo?

Esa voz era un deleite. No parecía la típica voz chillona o retrasada que caracteriza a muchos chicos. Más bien, parecía la de un hombre adulto, un hombre maduro que sabe que puede seducirte y manipularte a su antojo.

– Sí, pero...

– Pero nada... Mejor aprovechemos que todos están más centrados en la fiesta.

Un poco de alcohol en tu organismo no hacía daño, menos cuando te estaba dando el valor de por fin disfrutar un poco de tus últimos años de universitaria, y la fiesta de Halloween organizada por tu facultad parecía ser la mejor ocasión para embriagarte, aunque no demasiado, lo suficiente para darte un poco de euforia.

– Que te parece si te pones en cuatro para mí.

El chico señaló la cama que se encontraba en la habitación. Protestaste cuando dejo de mover sus largos dedos y los sacó lentamente, observando tu reacción.

Solo con esto, soltó un pequeño suspiro de satisfacción.

– ¿Te tengo que repetir las cosas?

Su voz de nuevo, esa voz llena de superioridad y seguridad. Ahora era lenta y con varios tonos más bajos.

– No acostumbro a dar esa ventaja. Siéntate a la orilla de la cama y déjame a mí llevar la situación...

Fueron infinidad de segundos los que parecía devorarte con solo su mirada, bajo esa máscara había un par de ojos azules que erizaban todos los vellos de tu cuerpo, que hacían que te mojaras aún más de lo que ya te encontrabas.

Pero a fin de cuentas, obedeció.

Tu disfraz de bruja que consistía en un vestido negro, se deslizo por toda la extensión de tu anatomía, exhibiéndolo de la forma más erótica. Las bragas que eran las únicas que guardaban un poco del pudor que aún tenías, cayeron a tus pies en cuestión de segundos.

– Pagaría millones por que me restregaras esas tetas en la cara.

Una risita salió de tus labios, imaginaste miles de posibilidades, aunque ahora eras tú quien quería pagar por ver su rostro. 

– Pues esta noche lo haré gratis, así que aprovecha todo lo que puedas.

Y sin darte un tiempo mínimo para reaccionar, el chico con la desesperación al tope, se levanto de la cama y tomó tu brazo para acercarte, volviendo a su posición original pero ahora contigo sentada en su regazo. Al parecer no estaba en sus planes arriesgarse a que supieras su identidad por el momento, pero eso no le impidió que la levantara un poco para dejar su boca libre.

– Mmm...

Su lengua caliente dejaba restos de saliva alrededor de tus pezones. Mordía, lambía, chupaba. Era una combinación de movimientos que te hacían perder la cordura, el hombre devoraba tus senos de una forma hambrienta, como si de un ser famélico se tratase. Sin embargo, esos suspiros emitidos por tu garganta no eran suficientes para él.

One Shots (Resident Evil)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora