Epílogo

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Chess sintió un mal presentimiento. Fue como algo apretando su pecho y el aire le faltó.

En ese momento, su teléfono sonó y el nombre de Glam en la pantalla solo lo confundió, ¿Después de lo que le había dicho, lo estaba llamando?

Una pequeña risa salió de entre los labios de Chess, respondiendo.

—Sabía que ibas a recapacitar, ¿Vas a pedirme…? –se detuvo.

—Chess. –el mencionado se detuvo al escuchar el incontrolable llanto del otro lado de la línea.

—Wow, ¿Qué pasa? –cuestionó, confundido.

—Heavy…¡Él…! –y fue todo.

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Las puertas se abrieron de forma abrupta; Glam y Victoria tuvieron que detener a Chess, quien intentaba entrar desesperadamente a aquella habitación.

—¡Chess, no! –exclamó Glam.

—¡No me digas que carajo debo hacer! –le gritó—. ¡Déjame pasar, necesito ver a Heavy!

—Chess… –la voz apagada de su amigo, lo hizo detenerse lentamente.

Las lágrimas brotaban de sus ojos, sintió que las piernas le temblaban y de pronto…se vió en el suelo, aún siendo abrazado por aquel rubio.

—Necesito verlo… –susurró.

—No te hagas esto… –le respondió Glam—. Por favor…no te hagas esto. –repitió.

Chess sentía que el aire le faltaba, su vista nublada por las lágrimas y su mente inundada de culpa.

¿Por qué no volvió por Heavy?, ¿Por qué?, ¿Por qué?

¿Heavy se habrá ido odiándolo?

Y cuando Chess alzó la vista, pudo verlo: aquel joven sentado en una lejana silla, comiendo algo que el castaño no pudo distinguir, pero ahí estaba Dee, sin preocupación, sin llanto…era como un día normal para él.

Sus ojos se llenaron de rabia, pero no podía hacer nada…ni ese día, ni el siguiente, ni en el momento en el que el ataúd de Heavy fue enterrado.

Chess simplemente…había perdido una parte de sí mismo. Su mirada perdida y su cuerpo que parecía moverse de forma automática, iban y venían.

Duró un par de meses sin salir de su hogar, sin comunicarse con nadie, hasta que un día, simplemente…volvió a ser el de antes. Chess lucía feliz, más que nunca en su jodida vez.

Estaba feliz.

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Un año y medio había pasado desde entonces.

Dee terminaba de desempacar, se había independizado recientemente y en la última caja, alzó una ceja.

—El diario de Heavy. –dijo para sí mismo.

Sonrió.

Fue hasta la sala y abrió el cuaderno, comenzando a leer cada página, cada palabra, cada maldita sílaba.

“Estoy asustado por lo que voy a hacer, pero no tengo alternativa. Nadie me ayuda, nadie me escucha…nadie parece escuchar mis gritos de ayuda.

Nadie parece notar las mordidas en mi cuerpo…

¿No lo notan o no quieren notarlo?

¿Por qué…Dee es mucho más importante que yo?, ¿Por qué él puede estar como si nada, mientras yo me pudro y aborrezco mi maldita existencia?

¿Por qué Dee tuvo que volver?

¿Acaso no vieron lo que me hizo antes?, ¿Acaso no ven lo que me hace ahora?

Ya no puedo más.

Este es mi último relato…soporté cosas que no debía, y he llegado a mi límite. Duele. Duele.

Me duele tanto…

Heavy.”

Dee cerró el diario y se puso de pie, dispuesto a ir por un vaso de agua, sin embargo solo sintió el dolor en su espalda.

Cayó al suelo, mientras sentía las puñaladas. Cada una más dolorosa que la anterior, hasta que la vista le fue borrosa.

—Llámalo “justicia divina” o una mierda así. –la voz de Chess era como un eco—. Posiblemente iré a la cárcel por esto, pero realmente no me importa…¿Te gusta como se siente, Dee?

Chess colocó su pie sobre la espalda ajena, cuando lo noto arrastrarse.

—Oh no, no…te sientes tan indefenso, ¿No?, así sentía Heavy, así que quiero que lo sientas. –Dee se quejó ante el pisotón brindado—. Siente cada maldito segundo, bastardo.

Chess lo observó desde arriba, antes de sonreír.

—Acabaré contigo, Dee…y si vives para contarlo, nadie te creería.

INJURED ━━ deavyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora