capítulo cinco

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Cuando el sol iluminó la habitación, Dee salió de la misma. Poseía una sonrisa única y traía su ropa favorita; saludó alegremente a sus padres y se sentó para disfrutar el desayuno.

—¿Heavy no ha despertado? –cuestionó Victoria. Su progenitor negó.

—No, creo que está muy cansado. –alzó los hombros.

Los murmullos de aquella conversación, eran como ecos lejanos para el chico que aún se encontraba en la cama.

Heavy poseía una mirada perdida, sin brillo. Recostado boca abajo, solo podía admirar su ropa amontonada sobre una pequeña silla. Escuchaba como las personas hablaban afuera, y entonces comprendió, que para todos era un día normal..., ignorantes de que a Heavy se le había destrozado la vida una vez más.

Ahí, las lágrimas brotaron de entre sus ojos. No veía el sentido de contarle a sus padres, cuando ellos habían traído a Dee de vuelta.

Y Chess, su única esperanza, se había ido.

Se sentía solo.

Traicionado.

Entonces, Heavy tomó una decisión: no podía seguir viviendo de esa forma.

 

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Las semanas pasaron, Heavy no hablaba.

Pensaba que, si haber hablado antes no sirvió, gritarle a todo el mundo lo que Dee le hacía, no serviría otra vez. Y esto, era alimentado por la lejanía de Chess.

En ese momento, el pelirrojo observó por última vez la gran cantidad de pastillas en su mano y sin más, las depositó en su boca, tomando rápidamente una botella de agua.

La desesperación estaba en sus manos temblorosas, que no podían abrir la botella y Heavy no quería escupir las pastillas de nuevo. Cuando por fin la abrió, dejó que el agua se deslizara en su garganta.

Sentía las pastillas lastimar su garganta, y sus ganas de toser eran fuertemente reprimidas. No iba a escupirlo.

El agua se escapaba por las comisuras de sus labios y la mano libre de Heavy la limpiaba, guiándola nuevamente a sus labios, intentando que no escapara ninguna gota. La desesperación, el miedo, el pánico estaban escritos en aquel joven quinceañero.

Y entonces, la botella vacía cayó y Heavy pudo respirar, toser, gritar.

Después solo silencio.

Heavy sintió su pulso acelerarse y la cabeza comprimida. Sentía que iba a explotar.

Todo su cuerpo se sentía presionado, sin ser capaz de moverse ni un solo centímetro.

Dolía.

Dolía demasiado.

Pero Heavy sabía que si se incitaba el vómito, si llamaba a alguien, el dolor que sentiría a diario, sería mayor.

Ese era su último sufrimiento.

Y así como lo llenó por completo, lo liberó.

De pronto, Heavy no sintió más dolor, solo…nada. Sus ojos se cerraron con lentitud y su cuerpo cayó pesadamente a la cama.

INJURED ━━ deavyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora