[Capítulo 4]

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HOLAAAAA CARAS DE GARBANZOOOOOOOOOOOOO QUE TAAAAAAAL
ESPERO QUE DIVINAMENTE

(VOY A ACTUALIZAR TODAS LAS HISTORIAS HOY, ASÍ QUE ESTAD PENDIENTES)

Ciara Salerno

Terminé el turno antes de lo que pensaba. No me sentía muy bien desde anoche, cuando discutí con Layla, y al parecer, atender denuncias a una velocidad casi inhumana era la mejor forma de distraerme.

Abrí la puerta de hierro y caminé por el paseo de piedra que llevaba hasta la puerta de casa. Iba un poco lenta, porque para qué engañarme, la idea de ver a Layla tan cerca de un chico me ponía de los nervios. Y no, no por celos de madre, al menos no del todo. Sabía de primera mano lo cruel que era el amor y lo mucho que puede llegar a cegarte y a consumirte por dentro.

Metí la llave en la cerradura y entré a casa, encontrándome el salón vacío.

«Estarán en su cuarto»

-Layla -alcé la voz para que pudiera escucharme -. Ya estoy en casa.

Seguidamente, se abrió la puerta del ático y vi como Layla asomaba su cabeza. Volvió a meterse en su habitación y unos segundos después, salieron ella y su amigo. «¿Cómo se llamaba...? Da igual, lo importante es que es hijo de ese descerebrado»

El chico hizo una mueca de incomodidad al verme. Sus ojos estaban más atentos y su cuerpo ahora estaba rígido, en guardia. Me había reconocido, sin duda, pero lo camufló muy bien con una leve sonrisa.

-Buenas tardes -saludó con entusiasmo.

«Por lo menos no tiene esa sonrisa irritante de su padre»

-Buenas tardes -convenientemente, recordé su nombre -Megumi.

-Jamás pensé que conocería a Ciara Salerno en persona -admitió -. Es un placer.

-Igualmente -sonreí por cortesía.

No me gustaba nada esa sonrisa sibilina y falsa.

En cuanto a Layla, ella estaba cabizbaja. Conocía esa cara de arrepentimiento. Quería hablar conmigo sobre lo de la noche anterior, pero con Megumi delante no sería posible.

-Que os vaya bien con el trabajo -animé -. Yo voy a ir al gimnasio, cualquier cosa no dudes en llamarme, Layla.

No mentí. No tenía pensado ir al gimnasio, pero era demasiado para una madre saber que su hija estaba a solas con un chico en su habitación, así que como dicen, "ojos que no ven, corazón que no siente".

Layla Salerno
☪︎

No soy el tipo de persona que se arrepiente de sus acciones. Vivo con la idea moral de que al que no le guste lo que hago, que mire a otro lado, y la verdad, vivía muy bien pensando así, pero por desgracia, con mi madre no funcionaba.

La admiraba con todo mi corazón. Era la mujer más fuerte que había conocido, me había criado sola y supo camuflar muy bien su sufrimiento por la muerte de mi padre. En el fondo, me sentía culpable de ello, quizá, si yo no hubiera nacido...

«Déjalo, mamá te mataría por pensar en esto»

Por eso mismo, odiaba hacerla enfadar o decepcionarla, y con lo de anoche, había logrado ambas cosas.

Salí de mis pensamientos para que Megumi no se diera cuenta de mi incomodidad. Señalé el ático con la cabeza y me siguió.

Una vez arriba, nos volvimos a sentar, uno en cada punta del escritorio. Nos habíamos repartido el trabajo y tan solo hablábamos sobre el diseño de la presentación. Quería seguir con esto con normalidad, pero no podía, no al ver la cara de indiferencia que me había dedicado mi madre.

Perdición | Toji Fushiguro × OC | +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora