Cap 6

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Mirabel no sabía como terminó en aquella situación, ella sentada en una roca cerca del río de agua cristalina, que corría de manera tranquila, leyendo calmadamente el libro en sus manos y escuchando la leve explicación de su prometido, quien en algunas ocasiones le contaba sobre sus experiencias fuera de Encantó y sus avistamientos con algunas de las especies que en el libro presentaban.

Carlos: La guadua la podemos encontrar en nuestras selvas tropicales o en las sub tropicales, algunos dicen que es como una especie de bambú gigante, las suelen usar para construir viviendas

Explicaba o relataba de manera animaba el hombre, quien jugaba con algunas de las rocas pequeñas cercanas.

Mirabel: Suena interesante, me gustaría observarla

Admite la joven en voz baja, tan concentrada en la lectura que no se percató de la información revelada.

Carlos: Bueno, tu haces florecer cosas, ¿No puedes hacer crecer una?

Pregunta con curiosidad, aunque logra obtener la atención de la señorita no esperaba una respuesta negativa de esta, quien se sonrojo avergonzada.

Carlos: ¿Lo has intentado?

Vuelve a preguntar, tanteando el terreno, está conciente del poder que posee su prometida, aunque desea expandir los horizontes de la mujer, sabe que si ella nunca intenta hacer algo aparte de el crecimiento y aparición de flores no sabrá si su poder es más de lo que ella piensa.

Mirabel: En realidad, solo flores, nunca he pensado

Él no deseaba interrumpirla, pero lo hizo para poder conseguir su objetivo.

Carlos: ¿Por qué no lo intentas? No hay nadie aquí, solo estamos los dos por si temes que alguien te vea, hazlo

Propone y asegura al notar el nerviosismo reflejarse en el cuerpo de la joven, tal y como ella dijo, era un cazador, sabía analizar a su presa, aunque no le gustaba el apodo suponía que si era uno justo para su persona.

La mujer pareció dudar un poco, aunque se notaba curiosa, observo sus propias manos antes de levantarse de dónde estaba y cerrar sus ojos, Carlos supuso que en busca de concentración, él se quedó en silencio para no provocar una distracción.

El tiempo paso y en múltiples ocasiones la joven abrió los ojos, solo para encontrar flores en el punto dónde se suponía que deseaba hacer crecer una guadua, esto la frustraba ya que pensó, en verdad creyó que su poder podría estar relacionado con al vegetación y no a la perfección, pero las flores hermosas y delicadas solo le recordaban su posición.

Carlos: Estás atada

La voz de su prometido logra que abandone sus pensamientos deprimentes y que centre su atención en él, aunque no comprende a lo que se refiere este.

Carlos: Estás encerrada en un pensamiento que te han dado desde tu infancia, puedo notar tu deseo por encontrar algo más que flores cada que abres tus ojos, pero, si me permites decir e informarte, casi lo logras, cada que parece que una guadua va a crecer tu frunces el ceño y la planta cambia rápidamente a flores, por lo cual supongo que apesar de tu deseo por hacerla crecer hay algo que te impide lograrlo, no te preocupes, puedes hacerlo, pero creo que por el momento es mejor que descanses y lo intentes luego

Cada palabra dicha por el joven parece estar cargada de cariño y comprensión, lo cual deja anonada a la Madrigal, quien en silencio comprende la razón por la cual encuentra flores, cada vez que se está relajando y mentaliza una guadua, las palabras de su abuela aparecen en su mente y termina desconcentrada, pensando en la perfección, tal vez aquella sea la razón de su fallo.

Mirabel: Yo creo saber porque estoy fallando

Admite en voz baja, consiguiendo una sonrisa de su acompañante.

Carlos: Entonces iniciemos por ahí, pero más tarde, ahora tomemos un descanso
¿te parece bien nadas conmigo un poco?

Pregunta de manera amable, consiguiendo una risa de ella, quien niega avergonzada.

Mirabel: Mi vestido se mojara y no puedo permitirlo
Carlos:¿Quien dijo que nadarías con tu vestido?

Pregunta con un leve tono burlón, se acerca a la mochila que había traído y saca una ropa ligera, era un pantalón y camisa.

Carlos: Prometo no mirar

Aclara de manera divertida al dejar la ropa en manos de la mujer y alejarse, incluso toma un pedazo de tela y lo aprieta alrededor de sus ojos para probar su punto, ella solo le observa antes de finalmente acceder a la invitación, aunque se detiene avergonzada. 

Mirabel: ¿y dónde podría cambiarme sin temor?

Pregunta, solo logra que el otro quitará la venda de sus ojos y le mirada avergonzado.

Carlos: Claro, lo siento

Ofrece disculpas al no darse cuenta de que su futura esposa no podría tener confianza de cambiarse rápidamente sin tener algo que la cubra, agradece estar preparado para todo, de su mochila saca una tela larga y la cuelga de las ramas del árbol con la ayuda de una soga, consigue un vestidor improvisado en menos de media hora, alegre de darle a su prometida un lugar donde cambiarse con seguridad.

Le explica como cerrar la tela para evitar ser vista y vuelve a colocarte la tela en los ojos como promesa de no observar nada, aunque luego siente que le amarran las manos pero no se queja solo ríe y acepta la condición.

Mirabel ingresa en el vestidor y se cambia lo más rápida que puede, tiene temor de que alguien llegara y la viera, eso arruinaría su imagen, pero luego recuerda que están en un lugar poco transitado, sale del vestidor ya con la ropa que le dieron puesta y su vestido doblado pulcramente en sus manos, desata a su prometido y le quita la venda, recibiendo una sonrisa cálida.

Carlos: ¿Vamos?

Invita el hombre con voz suave, tomando la mano de su prometida para guiarla al agua, ella se deja hacer, aunque una vez dentro de la piscina natural es atacada con un chorro de agua, cortesía de Carlos.

Por un momento ambos olvidan todo y se concentran en jugar, como si de dos adolescentes se tratara, juegan con ella agua y entre ellos y Mirabel olvida por un momento su papel de perfección.

La hermana perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora