De pie, frente a la entrada del Caldero Chorreante, Harry luchaba contra sus emociones antagonistas, la alegría de volver a casa, contra la tristeza e incertidumbre de saber que no había nadie esperando por él allá dentro.
"Aunque eso no es del todo cierto...", pensó, recordando a su amada tarta de melaza, la verdadera razón por la que había decidido abandonar su vida muggle; su único amor, su tanque de oxígeno, su razón de vivir, su todo... el postre era tan bueno que simplemente no podía dejarlo ir sin morir en el intento.
Tomó una lata de cerveza tirada en el suelo y la transfiguró en un banquillo, acomodándolo de tal forma que permaneciera oculto de la calle externa y la puerta del Caldero, quería un momento de privacidad para ordenar sus pensamientos antes de saltar de lleno a la boca del lobo. El sonido de un trueno cortando el manto nocturno le advirtieron que se acercaba una tormenta, así que sacó el paraguas rojo que tenía en su bolso mágico, lo abrió y tomó asiento, comenzando a recordar el pasado.
Había perdido muchas cosas con este desafortunado accidente de salto en el tiempo, su vida como la conocía hasta entonces le fue arrebatada en menos de cinco segundos, pero, aunque amaba mucho a sus amigos, ya que eran como una familia para él, lo cierto es que no se sentía tan mal como esperaba en un principio. Las razones eran muchas, claro, pero lo cierto es que, luego del extenso luto que había pasado por la segunda guerra mágica, la personalidad de Harry había dado un giro de ciento ochenta grados; donde antes había un adolescente inestable que estallaba al más mínimo problema, ahora su serenidad ante las dificultades causaba que la prensa lo llamará el nuevo Dumbledore.
Consiguió un puesto de auror sin mucho problema, no solo tenía su fama a favor, sino sus calificaciones sobresalientes y experiencia en el duelo contra las artes oscuras, así que, junto a su mejor amigo Ron, se embarcaron en la travesía de convertirse en aurores profesionales. Cinco años duró en ese trabajo, sin aceptar los ascensos que querían otorgarle debido a su excelente desempeño porque no estaba dispuesto a sacrificar su tiempo cuando, paralelamente a eso, llevaba una vida de padrino del pequeño Teddy; yendo constantemente a visitarlo en casa de Andrómeda, quien era su guardián oficial, para cuidarlo mientras ella descansaba. Amaba los tiempos con su ahijado, sintiendo que, por fin, su familia se completaba.
Su relación con Ginny, por otro lado, no había ido tan bien como esperaban; las causas de su ruptura eran variadas, pero la más importante fue que Harry no era lo suficientemente amoroso, al menos no de una forma física. Habiendo crecido aislado del mundo en general, cosas como agarrar de la mano, besarse, abrazarse y demás cosas, eran ajenas a su persona; no se sentía cómodo dándolos ni recibiéndolos, simplemente no le gustaba que lo tocaran mucho y el concepto de intercambiar fluidos le producía escalofríos, en el mejor de los casos, y repugnancia, en el peor de ellos.
Así que su relación se fue al caño, ¿estaba triste? Sí, con la esperanza de formar una familia propia teniendo que ser abandonada, pero al menos ya no tenía que correr a lavarse los dientes cada vez que su novia lo besaba profundamente. Terminaron siendo buenos amigos, como antes, y Ginny consiguió lo que buscaba en Neville Longbottom, quien había estado enamorado de ella desde que asistieron juntos al baile de navidad en Hogwarts; formaban una buena pareja.
La vida de Harry tomó un giro inesperado un miércoles lluvioso del 2004.
Sentado en la sala de estar del número 12 de Grimmauld Place, bebiendo un té preparado por el cascarrabias de Kreacher, mientras se calentaba junto al fuego de la chimenea, se preguntó qué rayos estaba haciendo con su vida. No sabía qué estaba mal con él, ya que siempre había deseado tener una vida tranquila y una familia a la que pertenecer y, ahora que lo tenía, se sentía un poco... aburrido. Sobre todo de su trabajo, era bueno siendo auror, pero estaba cansado de atender siempre los mismos problemas; gente pidiendo que arrestaran a algún pobre hombre lobo, o que inspeccionaran la casa de algún sangre pura en busca de artefactos oscuros, o que echaran a los grupos de nacidos de muggles que charlaban en algún bar de alta estima.
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«Verde y rojo, los colores de la muerte» | Harry Potter
FanfictionHarry Potter se ha convertido en lo que nadie espera: un científico loco. Viviendo su día a día con la razón nublada por los humos tóxicos de sus invenciones, ignora por completo los eventos sobrenaturales que ocurren en su casa que podrían haberle...