El aire se siente húmedo esta mañana. El sonido de las olas y el mar están en segundo plano de mi mente ya que el primero se lo llevan los recuerdo de anoche. Sin siquiera saberlo Micah me consoló después de lo que pasó al escucharlo tocar el piano, transportándome a un lugar al que imagino sereno y tranquilo; alejada de todos y todo.
Me viene a la mente lo que me dijo a través de la puerta cuando terminó de tocar: «Solía tocar cuando tenía días malos. La música es el lenguaje del alma y tiene el poder de curar heridas que no somos capaces de ver».
No supe que decirle en ese momento, me quedé en la cama hasta quedarme dormida.
Ya estoy un poco alejada de la playa, cerca del acantilado del Este. El mar de este lado es un poco más alto y las olas, por alguna razón, son más grandes y fuerte. Por eso este lado está prohibido, aunque los adolescentes nunca hacen caso, así que usan este lado para sus fiestas y rituales estúpidos de iniciación. Me detengo justo donde fue la mía, ese día nunca lo olvidaré.
Recuerdo que Nessa, mi ex mejor amiga, quería ser amiga de las Armani. La familia más importante de por aquí, son prácticamente dueños de todo.
Pero para ellos Nessa y yo no éramos nadie. Así que Nessa ideo un plan «maestro», como ella lo llamo en aquel entonces. Su plan era que nos fuéramos (y por «fuéramos» se refería a ella) acercándonos a gente que les cayeran bien a los Armani.
A las Armani nunca les importo. Nessa decía que era mi culpa por ser como era, nunca entendí eso. Pensé que volveríamos a la normalidad, nosotras dos y nadie más, pero me equivoqué. No se hizo amiga de las Armani pero si de otras hijas de gente importante, solo que ellas eran muy diferentes a las Armani así que si Nessa quería ser su amiga debía dejar de ser mi amiga por yo ser nadie.
Yo le creí cuando un día me dijo «solo no hablaremos en público, así ellas no nos verán juntas», si, fui una estúpida al creerle, pero para mí seguíamos siendo mejores amigas sin importar que estuviera más con otras amigas que conmigo, sin importar que ya no sabía de qué hablar con ella porque nos estábamos alejando cada vez más. Pero seguía ahí, a su lado asi sintiera que ella no me quería con ella.
Fue así hasta que un día de la nada me envía un texto diciendo «creo que lo mejor es que ya no seamos amigas». No hable con ella después de eso, para ella ya no era nadie y me lo confirmo cuando en una de esas fiestas que hacían en el acantilado con todas esas nuevas amigas me quitaron la camiseta y se me fueron acercando cada vez más hasta que estuve en la horilla. No tuve de otra que saltar y desde el agua podía ver la sonrisa de Nessa, no sentía nada por verme allí, no, si sentía. Estaba feliz por verme mal a mí y ver a sus nuevas amigas también feliz.
— Aquí estas, te estuve buscando por todas partes—me doy la vuelta al escucharlo.
— Ah, hola ¿Por qué me buscabas?
— ¡Alora! Tanto tiempo -escucho detrás de mí y sé exactamente quién es— ¿Y tú eres? —termina mirando a Micah de la cabeza a los pies y su sonrisa de coqueteo.
— Nessa, no sabía que estabas aquí -se suponía que se había ido a Francia.
— ¿Cómo te llamas? —le pregunta a Micah ignorándome.
— Micah —le responde secamente—, ¿Nos vamos Alora?
— Ay no quédense a la fiesta—con ese «quédense» sé que solo se refiere a Micah.
Micah me mira e intento suplicarle con los ojos que por favor diga que no. No quiero estar en esa fiesta porque sé que esas chicas estarán ahí y conociendo a Nessa las cosas no serán muy bonitas para mí.
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Todas las lágrimas que derramé
Teen FictionAlora nunca imaginó que un verano con su abuela cambiaría su vida por completo. Allí, conoce a Micah, un chico que rápidamente se convierte en el centro de sus pensamientos. Con el tiempo, se da cuenta que no solo descubre el amor, sino también a u...