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17 minutos era el tiempo que faltaba para su cita. Al menos necesitaba 30 para llegar al sitio, por no hablar de lo maltrecho que estaba recién despierto. Definitivamente hoy no era su día, aunque rara vez lo era en realidad.

Contempló la idea de fingir demencia y olvidarse. Una brillante ventaja en el cubo de basura, mas no la primera que dejaba ir por tonterías.

Sin embargo fue rápidamente disuadido al recordar al Búho, el tipo seguro lo desaparecía un día de estos. Bien sabía lo mucho que le había costado conseguirle esa cita y aun así lo hizo por que una oportunidad era lo que Prismo necesitaba frente a su desesperada necesidad.

Gruñó de pura frustración mientras se encaminaba hacia la ducha. Tomó un gran respiro antes de entrar a la corriente de agua, no fría, helada. Se apresuró para salir de ahí lo más rápido posible. Hacia meses que no había conseguido el dinero para tener agua caliente y aun así ese era el menor de sus problemas. Lo comprobó al encender su (roto) celular y ver un par de llamadas perdidas de su arrendador. Estaba en problemas, desde hace varias semanas, de hecho. Era un milagro que aun tuviera un techo bajo el cual dormir.

Salió de casa en tiempo récord. Para sus estándares, claro. Habían pasado ya 5 minutos de la hora de su cita y apenas emprendía camino. Grande, Prismo, eres un crack.

Sumido en desesperación tomó la bicicleta de Fionna, su vecina, ya tendría tiempo de explicarle la justificada razón de sus acciones "seguro lo entenderá" pensó.

Bajó la colina a toda velocidad, esquivando autos y peatones, más no pudo con un arbusto casi a la curva final de su recorrido. Despegó sus brazos del volante para cruzarlos frente a si en un mediocre intento de protección y pronto sintió su cuerpo caer entre tierra y ramas. De reojo alcanzó a ver una de las ruedas alejarse solitariamente. Supo que la había cagado por enésima vez en el día. Ahora de verdad necesitaba conseguir algo en la reunión de hoy.

Aun con la adrenalina a flor de piel se encaminó a por la rueda y con un esfuerzo que hizo que dolieran sus brazos sacó la maltratada bicicleta de su sitio. Prácticamente estaba frente a su destino, así que solo reunió las cosas a un costado del edificio dudando qué alguien estuviera tan desesperado como para robar algo tan roto.

Miró su hora. 20 minutos tarde. Aun así, lo consideró una victoria, dadas las circunstancias. No era tan malo y en caso necesario, contaba con una excusa. No hay mal que por bien no venga.

Suspiró para calmarse, reunir confianza y entró por la puerta que lo recibió con un timbre. Dentro solo había una pequeña sala de espera y un escritorio vacío. Alcanzó a persibir una conversación ahogada en la oficina cerrada frente a él. Una de las voces parecía familiar. Se limitó a sentarse mientras preparaba su faceta carismática para salir a la superficie, esa de la que tantos apuros le había sacado. Que tan malo podía ser?

Por lo visto, peor de lo que imaginaba.

La puerta se abrió rompiendo el breve momento de paz que Prismo deseó fuese solo un poco más largo. Inmediatamente se encontró con la mirada ansiosa de su amigo que dio a si mismo una palmada en la cara.

-Te lo advertí hermano. Te conseguí tiempo, pero el jefe está hecho una furia. Que las estrellas te guíen.- susurró el Búho y dicho esto, se dirigió silenciosamente a su puesto en el escritorio.

Claro que Prismo recordaba los comentarios a cerca de lo especial que parecía ser el jefe de su amigo, pero nunca los tomo realmente en serio. Vamos! Quien era él? Sino Prismo, amigo de todo el mundo.

-Adelante- escuchó qué una voz le llamaba invitándole  a pasar a la oficina




Soñando Azul | Prohibitedwish | Prismo/ScarabDonde viven las historias. Descúbrelo ahora