No tuvo muchas pruebas, solo sabía que nunca se había sentido así.
Habían pasado algunos meses desde que su relación con Max comenzó, remontándose a cuando él estaba en Racing Point, antes de firmar un nuevo contrato con Red Bull. Ahora que compartían equipo, ambos trataban de manejar su romance con la mayor discreción posible. Eran cuidadosos, siempre evitando que alguien sospechara de su conexión, y ese secreto les brindaba una especie de regocijo interno. La intimidad que compartían en privado se sentía como un refugio; el mundo exterior, con sus expectativas y juicios, no parecía tener poder sobre ellos.
Sergio no necesitó muchas pruebas, solo pequeñas acciones que le confirmaron que lo que sentía por Max no era similar a lo que había experimentado antes. La calma que Max le brindaba era un regalo inesperado, una paz que contrarrestaba la aceleración de su corazón y el rubor de sus mejillas. Todo sucedió sin altibajos, y por un momento, llegó a pensar que el universo se reía de él, esperando que se confiara para jugarle una broma.
A pesar de la falta de pruebas concretas, Sergio ya había vivido y visto lo suficiente como para entender lo que estaba ocurriendo. Un simple roce de hombros durante las entrevistas o en las prácticas, los toques furtivos en la intimidad, lejos de las cámaras y de los ojos curiosos, le hacían sentir amado después de tanto tiempo esperando. Cada uno de esos gestos se acumulaba como una prueba de que lo que compartían era real y especial.
Max y él estaban conectados de una forma única. Sergio no necesitaba ver a Max para sentir su presencia; incluso en medio del silencio, podía percibirlo. Un día, mientras regresaban juntos a casa después de una carrera, la realidad lo golpeó con fuerza. Estaban rodeados por las luces del tráfico y el suave murmullo de la radio, donde sonaba la canción favorita de Max. En ese instante, comprendió la verdadera naturaleza de sus sentimientos: estaba enamorado. Esta vez era diferente, más profundo, como si lo que sentía por Max tuviera un fundamento sólido, como amor verdadero.
Su mente se llenó de visiones de un futuro juntos, con Max a su lado, en una felicidad infinita. Pero, por otro lado, la incertidumbre del futuro lo atormentaba. Su corazón latía con tanta fuerza que temió un colapso. Nunca había experimentado un amor tan intenso y sincero como el que sentía por Max.
Max no lo supo, pero el castaño jamás estuvo dispuesto a arriesgar su propia vida hasta que lo conoció. Se imaginaba cómo se burlarían sus amigos al escuchar que Max Verstappen lo había tocado de una manera que nadie más lo había hecho. Sin embargo, eso no le importaba en absoluto. El mundo entero podía reírse; nunca había amado a alguien como lo hacía con Max.
Mientras conducían, Max notó que Sergio parecía distraído. Durante una pausa en el tráfico, apretó suavemente la mano que tenía sobre la palanca de cambios, sacándolo de sus pensamientos. Sergio volvió a la realidad, sus mejillas enrojeciendo por el toque.
—¿Todo bien, mijn zonnestraal? —Preguntó Max, ofreciéndole una sonrisa que iluminaba el interior del automóvil.
—Sí. —Logró responder, sintiendo que sus mejillas ardían aún más por la forma en que Max le había llamado. —Solo pensaba en lo mucho que disfruto esto, estar juntos, poder ser una pareja normal, sin el escrutinio de nadie.
Max simplemente asintió, retomando el camino para llegar a su hogar. La sensación de complicidad entre ellos era palpable, y Sergio no podía evitar sonreír al recordar cómo, en cada pequeño momento compartido, se sentía más cerca de Max.
Esa noche, al llegar a casa, Sergio juró que se había enamorado de Max de una manera que nunca antes había experimentado. En sus brazos, se sintió completo. Nunca había suplicado por nada, pero al estar entre los brazos de Max, se encontró a sí mismo haciendo una especie de plegaria al cielo. Aunque reconocía que si muriera en ese instante, lo haría feliz, porque finalmente había entendido lo que significaba amar de verdad.
La mañana siguiente, Max lo despertó con un tierno beso, y de inmediato se perdieron nuevamente en la calidez y el placer de sus cuerpos entrelazados. Era un ritual que ambos habían adoptado, una forma de comenzar el día con amor y dulzura.
Una vez fuera de la cama, Max le presentó un plato de huevos revueltos y una tostada ligeramente quemada, sonrojándose mientras se disculpaba por su falta de habilidades culinarias. Pero para Sergio, eso era más que suficiente. Vestido solo con la camiseta de Red Bull de su novio, lo atrajo hacia sus brazos y lo besó con ternura.
—El mejor desayuno de mi vida, güerito. —Afirmó, mordiendo el labio inferior del rubio.
Estaba enamorado.
Max jadeó acalorado, colocando sus manos en el trasero del mexicano, apretando con fuerza.
—Lo creeré, pero solo porque quiero que te alimentes y recuperes fuerzas. Terminando voy a llevarte de vuelta a la habitación para follarte de nuevo. —Sentenció con voz ronca.
Sergio sonrió con complicidad, una pequeña risa escapándose de sus labios.
—Dios mio, Emilian. Tú y tu resistencia van a terminar conmigo.
El neerlandés simplemente se rió y lo besó una vez más. No mostró queja alguna cuando lo folló en medio de la cocina, llevándolo de nuevo a la habitación antes de que Sergio pudiera reaccionar.
Mientras se escabullían entre las aceras del Grand Prix, robándose besos furtivos y jugando como dos adolescentes enamorados, Sergio se dio cuenta una vez más de que se había enamorado de Max. La forma en que el rubio lo miraba, cómo lo tocaba con ternura, y sus palabras dulces, solo aumentaban sus sentimientos. Max se había convertido en una luz brillante en su vida, y con cada beso y cada caricia, lo mantenía aún más cautivado.
Sergio se sintió seguro con Max de una manera que nunca había experimentado antes, lo que le permitió dejar de lado los miedos y fantasmas del pasado. Esto era lo único que siempre había deseado: sentirse amado y protegido.
Con el tiempo, Sergio comprendió que estaban verdaderamente enamorados cuando tuvieron su primera pelea. La forma en que resolvieron el conflicto, comunicándose abiertamente y sinceramente, le dio una nueva perspectiva sobre su relación. Descubrieron que, mientras fueran honestos el uno con el otro, no había nada que pudiera derribar lo que habían construido juntos.
Incluso aunque Max no lo mencionó directamente, Sergio se convenció de que ambos sentían lo mismo, que Max también estaba enamorado de él y que ese amor era genuino. Era un amor que desafiaba los riesgos y las incertidumbres del futuro, un amor que crecía y se profundizaba con cada día que pasaban juntos.
A medida que continuaban navegando por el mundo construido por ambos, su relación se volvía más fuerte. Aprendieron a apoyarse mutuamente en los momentos difíciles y a celebrar cada victoria juntos, ya fuera en la pista o en su vida personal. La conexión que habían formado no solo era romántica, sino también una amistad profunda y sincera.
Sergio se sintió agradecido por cada momento que compartían, por cada sonrisa que le regalaba Max y por el amor que florecía entre ellos. No importaba lo que dijeran los demás, porque lo que sentían era real y verdadero. Había llegado a un punto en el que no podía imaginar su vida sin Max, y esa realización lo llenó de una profunda felicidad.
Estaba enamorado de Max de una manera que nunca había creído posible, y esa certeza lo impulsaba a seguir adelante, sin importar los desafíos que se presentaran en su camino. Con el tiempo, supo que todo lo que había pasado en su vida lo había llevado hasta ese momento, y estaba decidido a luchar por lo que tenía, por el amor que había encontrado en la figura de Max Verstappen.
Porque, al final, no necesitaba pruebas ni razones; solo necesitaba la certeza de que su corazón pertenecía a Max y que, sin importar lo que el futuro les deparara, estaban juntos en esto, construyendo su historia, un día a la vez.
mijn zonnestraal: mi rayo de sol
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1989 » chestappen's version
Fanfiction»Inspirado en 1989 (taylor's version) »Situaciones y hechos adaptados para la trama.. »Escenas +18 »Si alguno de los pilotos mencionados ve esto, por favor no me demanden...