Huracán Otis

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La tarde del 24 de octubre del 2023 parecía una más.

Sabíamos desde días antes que un huracán se acercaba a las cosas de Guerrero, acechándonos, pero no tomamos suficiente consciencia de lo que eso realmente significaba hasta que todo comenzó.

Poco después de las 7:30 de la noche  comenzó a llover, una lluvia como cualquier otra, pero para ese momento, ya sabíamos que Otis, había evolucionado a huracán categoría 5, la más alta en la escala Saffir-Simpson.

Sin embargo, esos eran solo números, palabras que no entendíamos.

Nuestro referente más cercano ocurrió en el año 1997, cuando el Huracán Paulina devastó la ciudad.

Yo tenía 2 años entonces. La verdad no recuerdo nada.

Mis padres si, pero el recuerdo parecía tan lejano, las circunstancias tan distintas... que tampoco le dieron la importancia que debían.

A las 10:30 de la noche, mis padres y hermanos estaban cada uno en sus cuartos, algunos ya en cama, otros preparándose para dormir.

Yo estaba trabajando.

Trabajo en un medio de noticias local, así que estábamos emitiendo comunicados de Protección Civil, advirtiendo a la gente sobre que no salieran de sus casas.

Que el Huracán Otis era el más fuerte registrado en la historia de la costa del Pacífico en México.

Y aun entonces no reparábamos en lo que eso quería decir.

A las 11:20 de la noche del 24 de octubre del 2023 comenzó la verdadera pesadilla.

Otis evolucionó en menos de 12 horas de Tormenta Tropical a Huracán categoría 5. Algo inédito y entonces comenzamos a comprender.

El viento azotó las ventanas de los cuartos de mis hermanos dejé lo que hacía y fui a ayudar.

Mi hermana estaba con mi padre, mi hermano con mi madre, así que fui a donde estaba mamá para ayudar.

El agua se estaba metiendo y no había como detenerla, mamá fue a buscar algo para poder asegurar los cristales mientras mi hermano y yo intentábamos cerrar la ventana pero el viento era mucho más fuerte que nosotros.

— No vamos a poder — Me dijo mi hermano — Está muy fuerte. Vamos a tener que sacar lo que podamos y salir.

Yo estuve de acuerdo, así que soltamos la ventana, nos hicimos a un lado y los cristales se rompieron.

Me apuré a ir a la puerta y la sostuve con todo mi cuerpo para que mi hermano pudiera sacar sus cosas de valor y salir.

La situación de mi hermana era mucho peor... estaba parada, en el marco de su puerta, llorando y sabiendo que no podía  hacer nada para salvar sus cosas.

Estaba completamente paralizada y mi papá tomó a mi sobrino en brazos y se lo llevó a él y a mi hermana a su habitación.

Mi mamá fue con ellos.

Para entonces la única habitación donde los cristales se encontraban intactos era la mía, así que le dije a mi hermano que nos refugiáramos ahí, pero cuando empezamos a caminar hacia allá escuchamos de nuevo la puerta del cuarto de mis padres abrirse

El agua se estaba metiendo y no podían estar ahí.

Mis padres, mis hermanos, mi sobrino y yo, nos quedamos todos sentados en el suelo de una habitación sin puertas que tenemos como estudio.

Era el cuarto que donde el aire y la lluvia golpeaban menos.

Las puertas de todas las demás habitaciones estaban cerradas pero el agua se colaba por debajo de la madera y llegaba a nuestros pies.

Mi hermana abrazaba a su hijo sin dejar de llorar, pero no lloraba por la intensa lluvia.

Era el viento.

Estábamos escuchando al viento literalmente aullar.

Es un sonido que te estremece hasta los huesos.

Aun así, intenté lucir fuerte y entretener a mi sobrino para que no tuviera miedo.

Mi hermano estaba igual que yo, mi padre guardaba absoluto silencio.

Mi mamá pidió a mi hermana que se acercara a ella, mi hermana se sentó entre sus piernas y mi mamá la abrazó y le cubrió los oídos para que dejara de escuchar ese lamento de las ráfagas de viento.

Eran de más de 360 kilómetros por hora.

Y tienen suerte si al leer eso, sólo lo sienten como un número cualquiera.

Eran alrededor de las 12:00 pm. No teníamos luz y el sonido del viento era ensordecedor.

Mi mamá tenía una cara de tristeza que no podía con ella y con cada cristal roto o cada cosa derrumbándose que escuchábamos, su corazón se rompía un poco más.

Estábamos bien, todos estábamos a salvo e intentamos decirle que eso era lo más importante.

Pero no podemos negar el dolor de una mujer que trabajó por décadas por tener la casa de sus sueños, sus muebles, su ropa.

Son cosas materiales, si, pero son años de esfuerzo en trabajos de mierda para poder tenerlas...

Se veía la impotencia en sus ojos, sabía que no podíamos hacer nada para evitar el desastre.

El agua nos cubrió las piernas y pasamos dos horas en la incertidumbre, pensando que en cualquier momento una puerta se rompería o el cristal del estudio cedería a la fuerza de la tormenta y terminaría quebránose, pero eso no sucedió.

Después de las 2:00 am, todo se tranquilizó, pero la verdad es que, nada puede prepararte para ver tu hogar destrozado.

Ese primer día después de la tormenta, no salió el sol. Fue el día más gris que he visto en mi vida y todo lucía desolador, en absoluto silencio, mientras las personas poco a poco salían de sus casas a darse cuenta de todo lo que había pasado afuera.

Los árboles caídos, las casas sin techo  las calles llenas de lodo, piedras, cables y postes derribados.

El segundo día comenzaron a escucharse los martillos, las palas y helicópteros.

La verdad es que se sentía un aire esperanzador, pero por la tarde comenzaron los saqueos, las peleas y el temor de que alguien no muy bien intencionado intente meterse a tu casa y llevarse lo poco que te queda.

Comparto esto solo para que me quede el recuerdo de lo que viví.

No sé que va a pasar ahora, pero confío en que poco a poco saldremos adelante.

Agradezco que estoy bien.

Que mi familia esta bien.

Y para la próxima vez, ya estaremos mejor preparados, porque nunca podré olvidar lo que sobrevivimos.

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⏰ Última actualización: Oct 30, 2023 ⏰

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