Contigo

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Quisiera tenerte frente a mí ahora.

Acercarme despacio. Acercarme tanto... casi al punto de sentir tu lengua con la mía.

Tomaría un respiro cargado de tu aliento... y justo un segundo después te besaría.

Sin tocarte. Sin rozarte. Sólo estando tan cerca de tu boca hasta que tu cuerpo te empujara a morder mis labios.

Házlo.

Muérdeme.

Piensa en mí cuando cierres los ojos... con eso basta para que me sientas contigo.

Para que percibas el roce de mis labios sobre el lóbulo de tu oreja.

Luego la húmedad.

Tu tímpano escucha el serpenteo, percibe mi lengua a través de tu piel que se eriza al contacto. Cuando mis mis dedos se deslizan por tus costillas y tus uñas se siembran en mi espalda.

Se enrojece.

Arde.

Mi camino continúa por tu cuello, y entre besos me sorprendo de pensar en la perfección de tu cuerpo. Perfección que aumenta cuando se encuentra debajo del mío. O encima. O a un lado.

Tu pulso revienta contra mi boca, el latido es fuerte, constante y acelerado.

Tu respiración se contiene, se mantiene y luego se libera, cuando mi lengua se desplaza en ese enloquecedor espacio... ese que se encuentra entre tus pechos. Y cuando esos dos mundos colisionan en un dulce roce contra mis mejillas, escucho el sonido de las sábanas al sentirte estremecer.

Estaré agradecida de saltar de pecado en pecado tomada de tu mano. Empezando por la gula de comerme la manzana directo de tu boca hasta consumirnos en la más pura lujuria que hemos conocido.

Quiero besarte, quiero morderte en un viaje de ida y vuelta por cada espacio de tu ser hasta volver al inicio, en un remolino de palabras susurradas en tu oído que consiga derretirnos, hacernos agua.

Ahogarnos.

Como tanto nos gusta.

Quiero tu sabor en la punta de mi lengua, que parpadee constantemente en un bucle placentero.

No quiero descansar. No quiero detenerme.

Cuando la luz matutina atraviese las cortinas, me encargaré de devorar cada rastro de lo que fuimos.

Sólo para empezar otra vez.

Como si nada más existiera.

Cómo si sólo fuéramos tú y yo.

Así como hemos sido desde el principio.

Quiero ser esa gota de sudor que baja por tu abdomen y cae en el abismo de tu ombligo.

Convertir la punta de mis dedos en un pirógafo que grabe a fuego sobre tu piel cada trazo de mi deseo por ti.

Así como está grabada tu presencia en mi mente. Indeleble. Inamovible. Inquebrantable.

Deja que sane tus heridas a punta de besos y orgasmos. Déjate deshacer y retroceder hasta reconstruirte en un poderoso torrente de gemidos y goce.

Luego relájate. Respira. Descansa.

Sabes que te cuido.

Duerme.

Cuando abras los ojos, no hay duda que verás los míos.Porque no hay duda que vine para quedarme contigo.

Body & SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora