Capítulo 2

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— ¿Me oye?—repitió el chico.

Tom asintió desde el suelo sin dejar de sujetar su tobillo. Mucho se temía que se lo había torcido y no se podría poner en pie sin ayuda. Y el cabrón de Andreas había huido por patas en cuanto vio que esa hermosa chica a la que espiaba era en realidad un chico.

—Si no mira, salgo y le echo una mano—se ofreció el chico— ¿Promete no mirar?

— ¡Lo prometo!—exclamó Tom cerrando incluso los ojos.

Escuchó como el chico salía del agua chapoteando en su camino. Al poco, le sintió a su lado recogiendo algo de ropa que se puso con rapidez.

—Lo siento—se disculpó Tom con los ojos aún cerrados—Creo que mi amigo y yo nos perdimos y...

— ¿Amigo?—repitió el chico extrañado.

"El cerdo que ha huido en dirección contraria"—pensó Tom resoplando.

—Me llamo Bill—se presentó el chico.

—Yo Tom—se presentó Tom a su vez.

—Ya puede abrir los ojos—dijo Bill arrodillándose a su lado— ¿Le duele mucho?

Tom asintió al tiempo que abría los ojos....se le cortó la respiración. Bill estaba muy cerca de él y pudo comprobar que era tan guapo como le había parecido desde lejos. Tenía unos ojos castaños preciosos y un lunar bajo el labio que le estaba entrando unas ganas de besárselo, subiendo hasta su boca y apoderándose de ella...

— ¿Seguro que está bien?—preguntó Bill preocupado.

Se le había quedado mirando de una manera que parecía que le había dado algo. Quizás la caída había sido más fuerte de lo que se pensaba cuando le vio rodar colina abajo.

—Sí, perdona es que...me duele mucho el tobillo—murmuró Tom carraspeando.

— ¡Tom!

Se volvió de inmediato, al fin Andreas hacía acto de presencia...

— ¿Dónde estabas? —preguntó Andreas fingiendo sorprenderse—De repente desapareciste de mi lado, ¡no me digas que te has caído colina abajo!

—La ha bajado rodando—explicó Bill sonriendo—Se ha hecho daño en el tobillo.

Andreas se arrodilló también a su lado y palpó el tobillo de Tom por encima.

— ¿Tienes idea de lo que haces?—preguntó Tom aguantándose las ganas de chillar de dolor.

—Ninguna—contestó Andreas entre risas.

—Pues deja de tocarme, me estás matando—siseó Tom fulminándole con la mirada.

—Vivo cerca—intervino Bill.

— ¿Sí?—preguntó Andreas.

—Aquí cerca, en la granja con mis padres—explicó Bill—Estoy seguro que le curarán el tobillo y si necesitan descansar se pueden quedar.

—Eso estaría bien—dijo Tom suspirando—Andreas y yo llevamos varias horas caminando en círculo. Creo que nos hemos perdido.

— ¿Dónde se dirigían?—preguntó Bill con interés.

—A Halle—contestó sonriendo Tom—Somos de Berlín y estamos de vacaciones visitando Leipzig y sus alrededores.

—Halle queda al otro lado, a 5 kilómetros—explicó Bill—En el cruce debieron seguir recto.

— ¿Ves? Te dije que no era a la derecha—gruñó Tom mirando a Andreas.

—Vale, échame la culpa de todo—dijo Andreas poniéndose en pie—Tu tobillo, seguro que te lo he roto yo también, ¿verdad?

Un verano inolvidableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora