•Lavender•

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Fue durante las vacaciones de Navidad del sexto año que las cosas se volvieron claras para algunos de los que se habían quedado en la escuela.

Lavender Brown fue la primera, lo que habría sido una agradable sorpresa para ella si alguna vez lo hubiera notado. Lavender estaba acostumbrada a que siempre la consideraran tonta y crédula. Incluso su novio Seamus tendía a darle palmaditas en la cabeza y decirle que no se preocupara por las cosas, creyendo que podría reorganizar el mundo frente a sus ojos y ella no se daría cuenta. Las personas rara vez entendían que simplemente optaba por no darse cuenta.

Era mucho más agradable tener plena fe en tus profesores. Creer que la profesora Trelawney podía predecir el futuro, por lo que seguramente te avisaría si algo realmente aterrador fuera a suceder. Para desviar el rostro de todo el miedo en Hogwarts, las salvadas por los pelos de Harry, y sencillamente confiar Dumbledore cuando decía que Hogwarts estaba a salvo.

Lavender siempre había querido a Seamus, y había esperado pacientemente mientras Lisa Turpin rompía con él por sus hábitos andariegos.

Ahora tenía a Seamus, lo ama y confía en él, y nunca vería las marcas de lápiz labial en el cuello de su túnica ni escucharía los susurros a sus espaldas.

Esa fe aseguró que todavía pudiera sentarse a su lado en el círculo de estudiantes que se reían tontamente, tomados de la mano y susurrándole sobre ese horrible Gira la Botella, una pareja fuerte que había durado seis meses y era terriblemente feliz.

Gira la Botella en el Gran Comedor, con alumnos de sexto año de todas las casas en pijama. Se suponía que era sencilla diversión.

-Oh, Dios mío -dijo Lavender en tono apresurado- si tengo que besar a alguien además de Seamus, estaré muy avergonzada.

Quiso decir eso, así que no se dio cuenta cuando Justin deslizó su lengua entre sus labios. Si él hubiera intentado eso, tendría que haber sido desagradable, así que claramente no lo había hecho. Ella sí ve la tímida y leve permanencia de los labios de Ron en los de Hermione, y su ansiosa mirada por saber si eso estaba bien en público. Piensa que eso es dulce.

Lavender nota rápidamente las cosas que le gustan. Las personas nunca parecen darse cuenta de que eso significa que tiene que ser rápida para ver todo, y decidir si le gusta.

-Oh, Dios, es verdad -dijo Draco Malfoy arrastrando las palabras detrás de ellos mientras Hannah Abbott se inclinaba para besar a Seamus en la mejilla.

Hannah, que siempre se había sentido intimidada por Malfoy, soltó un graznido y se lanzó hacia delante al regazo de Seamus. Él la ayudó, y para no darse cuenta de lo cómodos que estaban con el cuerpo del otro, Lavender prestó atención a los Slytherins recién llegados. Era sólo la corte de Malfoy. Crabbe y Goyle, gruesos y torpes como espantapájaros sobrecargados en pijamas a juego. Pansy, en uno de sus camisones ligeramente con demasiados volantes que le compró su madre, mirando a todos a su alrededor y retándolos a comentar. Blaise Zabini vistiendo un pantalón de pijama rojo y un top con 'Pretty in Pink' grabado en su pecho, porque era un escándalo y una desgracia.

Y por supuesto el propio Malfoy, casi estrambóticamente delgado y elegante entre sus secuaces. Lavender ama a Seamus, por eso cree que es perfectamente aceptable admirar estéticamente la pálida garganta de Malfoy alzándose desde la nuca de su pijama negro de seda, o el brillo de su cabello ligeramente despeinado sobre la suave superficie de su cuello.

De lo contrario, por supuesto, ella no lo notaría.

-Mira, Pansy, es Gira la Botella -dijo Malfoy con una gran muestra de malicioso deleite.

-De lujo. Oooh, qué multitud más salvaje.

-No creo que nadie te haya invitado aquí, Malfoy -habló Harry, mirándolo desde su lugar en el círculo.

Cortejo ExtendidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora