Un Romance Complicado - Rinney

Obstáculos - Cap. 2

  La pareja de estos dos chicos se había hecho oficial, habían personas que los odiaban, otras que los respetaban, otros homofóbicos, otros que simplemente les daba igual, y otra que los quería separar. Sí, con "otra" me refiero a Donna Clarke, una chica de 16 años con ojos color avellana y cabello café.

  Esta chica gusta de Robin Arellano. Ella gustaba de Finney, pero aquellos sentimientos terminaron y cambiaron cuando el moreno se mudó a su pueblo, Denver.

  Donna iba a ser un obstáculo, definitivamente.

(...)

—Hey, Robin, ¿todo bien? —saluda la chica cuando se cruzan en el pasillo.

—Hola, Donn. Bien, ¿y tú?

—Bien. —acomoda su cabello.

—¿Necesitas algo? —la mira.

—Ah, sí. Quería pedirte que vayas a mi casa para que me ayudes con matemática, sabes que soy muy mala —sonríe tímidamente.

—Sería un placer, pero yo tampoco sé mucho de matemática, no entiendo esa materia. Aparte quedé en juntarme con Finney, seguramente él me explicará. —rasca su nuca, avergonzado.

—Oh, claro —decepcionada.

  En ese momento, llega Finney lanzándose hacia el mayor, dándole un fuerte abrazo y un casto beso.

—Hey, Donn —saluda con cariño.

—Hey, Finney.

—¿Cómo estás? Hace tiempo que no te veo.

—Todo bien —contesta corriendo la mirada. No quería aceptar que le daba celos la relación que tenían, pero aquí estaba, muerta de envidia.

—Me alegro.

—¿Vamos, cariño? —pregunta Robin, rodeando su cintura y alejándose un poco de Donna.

—¿Hay apuro? No quiero dejar a Donna sola...

—Vayan —habla rápidamente con un poco de molestia —. Tengo que hacer cosas de todas formas.

—¿Segura? —asiente —Está bien.

  Cuando ambos se van, Gwen se acerca a Donna, pasando páginas de un libro. Ella mira a la pequeña con una pequeña sonrisa y se acerca un poco.

—¿Qué haces con un libro de Historia?

—Busco algo para leer.

—Pensé que odiabas esa materia.

—La odio —aclara —. Pero la profesora me dijo que buscara un hecho histórico sobre... —suelta un quejido y levanta la vista del libro —Ya lo olvidé. —Donna ríe.

—Ya veo. Yo puedo ayudarte con lo que sea.

—Uff... Gracias, Do.

—No agradezcas. Vamos.

(...)

—Mmm, Donna, ¿estás bien? —pregunta intrigada la castaña mirando cómo no paraba de ver a un chico. Estaban sentadas en una mesita de la biblioteca mientras leían —No paras de verlo.

—¿Cómo dices? —se gira a mirarla.

—A Robin, no paras de verlo como si fuera lo más hermoso del mundo —comenta con voz queda.

—Oh... No, solo lo miraba por mirar —ríe nerviosa y vuelve a girar su mirada hacia él.

—Claro —mira para el piso y se baja de la mesa, yéndose de la biblioteca sin que la otra chica se diera cuenta.