✯ ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ɪᴠ - ᴇʟ ᴠᴏʏᴇᴜʀ ᴅᴇ ᴘɪᴇᴅʀᴀ

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Ya era veintidós de diciembre, lo que significaba que al día siguiente todos los alumnos abandonarían la escuela para pasar las Navidades con sus respectivas familias. Este año, como en los dos anteriores, Harry Potter pasaría las fiestas con su otra familia, los Weasley. Aunque ambos adolescentes estaban felices de no separarse también sabían que aquello supondría tener que estar a dos velas y no poder tocarse entre ellos.


Después de la mamada en la clase de Snape, las paredes de Hogwarts habían sido testigos en varias ocasiones de la pasión desenfrenada que sentían el uno por el otro. Las rodillas de Harry habían quedado raspadas tras hincarlas en el suelo del baño de prefectos de la quinta planta, un sanitario reservado para los prefectos de cada casa al que Ron tenía acceso tras ser nombrado por el director Dumbledore el año pasado. En aquel restringido lugar, Ron había follado la garganta del pelinegro sin piedad, corriéndose en su boca tal y como siempre solía hacer.


Hace solamente dos días, también habían consumido su lujuria en el vestuario del campo de Quidditch reservado para la casa Gryffindor, El sudor provocado por el esfuerzo realizado en el entrenamiento había quedado impregnado en las peludas bolas de Harry, las cuáles Ronald se encargó de limpiar, pues de ellas saldría la corrida que el pelirrojo tragaría gustoso.


Ahora, tras pintarse el cielo de un azul oscuro, Ron y Harry se encontraban manoseandose en la cama. Estaban a solas, pues sus compañeros de habitación, Seamus Finnigan y Dean Thomas, habían adelantado sus vacaciones. El quinto inquilino, Neville Longbottom, se había quedado dormido en la sala común mientras leía un libro sobre herbología.


Tenían vía libre.


Ron tenía el rostro de Harry entre sus manos; sus dedos acariciaban las varoniles facciones del pelinegro mientras lo besaba apasionadamente. Potter notaba como su amante le mordía el labio inferior al separarse para retomar el aliento. Sus lenguas batallaban entre sí, pudiendo saborearse mutuamente. La pasión y la lujuria del momento llevaron a Harry a sentarse encima del regazo de Ron. El ojiverde enredó sus dedos en su cabello pelirrojo mientras que este posaba sus manos en el culo de Harry. Ambos estaban cada vez más cerca; sus erecciones se rozaban debido al íntimo contacto y esto provocaba unas agradables sensaciones en sus hormonales cuerpos.


Harry, desesperado, despojó a su amigo de la camiseta de tirantes que llevaba puesta y la lanzó a una esquina del cuarto, comenzando a acariciar seductoramente los pequeños abdominales de su amigo. Por otro lado, Ron intentó infiltrar las manos dentro de su pijama para poder tocarle el culo a su inexperto amante, recibiendo un pequeño manotazo como respuesta.


-No te emociones, vaquero. -Susurró Harry en su oído, pues aunque se moría de ganas de que Ron lo hiciera suyo, aún le daba un poco de miedo.


-P-perdón, no pude evitarlo...


Harry ignoró aquello y se lanzó a su lechoso cuello, repartiendo húmedos besos por esa sensible zona; uno de los puntos débiles de cualquier persona.


-¡A-aah~


Harry tapó con su mano la boca de su mejor amigo para evitar que sus gemidos se escucharan. De ser descubiertos, la reputación de ambos magos se vería irreparablemente ultrajada.

Lujuria en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora